Hace casi un año, el escultor Haroldo Higa se preguntó cuántos artistas nikkéis existen actualmente en Lima, fuera de los nombres consagrados. La duda lo llevó a lanzar una convocatoria, a la que acudieron decenas de chicos y chicas descendientes de migrantes japoneses: escultores, pintores, fotógrafos, videastas, diseñadores y otros relacionados con las diferentes expresiones artísticas acudieron al llamado. Así fue como empezó a germinar el Primer Salón de Arte Joven Nikkéi 2017, muestra que por los 50 años del Centro Cultural Peruano Japonés se inaugurará el lunes 22, en la galería Ryoichi Jinnai.
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Bajo la curaduría de Juan Peralta (director de exposiciones del MAC Lima), la colectiva reúne 10 propuestas distintas, pero que están conectadas por la identidad nikkéi. “Hay una esencia que se puede percibir en cada mirada y que identifica al artista nikkéi: las hibridaciones de la cultura japonesa y la intervención de lo peruano, desde elementos como el retablo ayacuchano o la botella de Inca Kola reconstruida desde un proceso oriental”, explica Peralta, haciendo referencia a las obras de Kioshi Shimabuku y Kei Higa.
El primero es diseñador gráfico y tiene 25 años. Su pieza establece un nexo entre el cajón que los maestros ayacuchanos adaptaron de los españoles, y los butsudan, altares que las familias japonesas atesoran en casa. Shimabuku otorga una simbología nueva a esta pieza-objeto que desde el minimalismo representa la unión de creencias en el mundo nikkéi.
Higa trabaja la técnica del kintsugi, con la que se repara alfarería rota, rellenando las grietas con polvo de oro. “Apliqué el kitsugi –que tiene además una carga filosófica zen– a productos con carga icónica peruana. La técnica tiene una carga poética beneficiadora para la cultura peruana”, explica este pintor de 24 años, egresado de Bellas Artes, que utilizó la célebre botella de gaseosa, el maneki-neko (gato de la suerte) y un mapa del Perú fragmentado.
TODAS LAS ARTESLos diez artistas jóvenes que participan en la muestra promedian los 25 años. Completan la selección para esta colectiva Jordi Shimokawa, Daryl Nishiyama, Giri Kosaka, Diego Lau Toyosato, Sachiko Kobayashi, Celeste Vargas Hoshi, Marco Tominaga y Andrea Nakasato. Cada uno tiene una historia personal que decanta en su obra.
Sucede con Marco Tominaga Terukina, cuya familia materna procede de Okinawa y regenta desde hace 50 años el restaurante Chinen, en la cuadra 45 de República de Panamá. Su obra “Come Gohan” alude al recordatorio para comer, que históricamente escucha en su casa. Su escultura está trabajada en tablas de skate, uniendo a la pieza su marcada afición por este deporte.
En su obra “Kitaguni No Haru” (Primavera en el norte) Sachiko Kobayashi dibuja en carboncillo el Océano Pacífico, que une y separa Japón y el Perú, y sobre este cala la silueta de un árbol. “Mis piezas son una metáfora para representar a un elemento nacido en un lugar geográfico, pero que tiene una formación japonesa. Para mí el bonsái representa eso, y uso especies oriundas, algarrobo y molle”, detalla.
DÓNDE: Galería Ryoichi Jinnai del C.C. Peruano Japonés. Dirección: Av. Gregorio Escobedo 803, Jesús María. Inauguración: lunes 22, 7:30 p.m. Ingreso: libre.Tweets by Luces_ECpe