Sobre la pandemia hemos escrito tanto y entendido tan poco. Desde textos urgentemente informativos signados por la muerte y la incertidumbre, hasta crónicas costumbristas que dieron cuenta, con cierta frivolidad, de nuestras rutinas perdidas. En contadas ocasiones, las artes visuales nos han permitido reflexionar con lucidez y estremecimiento sobre estos terribles años de emergencia sanitaria. “Aprendizaje de los miedos”, conjunto de fotogramas que levemente penden de la galería del segundo piso del Centro Cultural Inca Garcilaso, es una de estas oportunidades. En la ilusión microscópica que ofrecen sus imágenes, la artista da cuenta de una muy necesaria revisión de lo vivido y lo perdido.
Recorremos con la artista un espacio aséptico, donde ella rehusó colgar nada en las paredes. Todas las imágenes están suspendidas de hilos o, a lo más, prendidas por alfileres. Suenan las campanas de la Iglesia de San Pedro, en la esquina opuesta, e Higuchi recuerda el estado de emergencia, la cuarentena decretada el 16 de marzo de 2020. Frenada toda movilidad, recluidos en nuestras casas, para ella fue el momento de reflexionar sobre su trabajo. A diferencia de colegas que decidieron retomar proyectos suspendidos para aprovechar el encierro, ella solo podía replegarse, incapaz de encender una computadora. Todo parecía haber perdido su sentido. Dedicada a pensar y observar, tuvo claro que solo sentía miedo. Y que quizás, a partir de esa emoción, podía trabajar.
Curiosamente, dicen que el miedo paraliza, pero a ella le sirvió para hacer un diario visual, dibujar y hacer fotos sin ninguna pretensión. Invadida por las imágenes noticiosas, los planos detalle de un virus que nadie sabía cómo funcionaba, empezaron a salir estas series de imágenes, como si Higuchi colocara sus miedos bajo el lente de un microscopio a gran escala. El curador Jorge Villacorta, al ver su trabajo, supo definirlo: se trataba de la surrealista técnica del fotograma, basada en la superposición de imágenes proyectadas. Curiosamente, ese microscopio a veces parece el fondo de una botella de cerveza o el de un vaso corriente, pero lo que muestra es revelador: cabellos, gotas de sangre, insectos, fibras vegetales y tejidos, nuestros restos orgánicos expuestos con descaro.
“Una constante en mi trabajo ha sido el ansia de componer con pedazos, siempre trato de unir las partes de un todo”, explica la artista, que arma sus obras sumando capas de dibujos, piezas de tejido, radiografías familiares. Las imágenes resultantes las suspende con agujas, sin ningún vidrio, eliminando cualquier filtro delante del espectador, para que las apreciemos como si fueran algo tan delicado como la piel. Por supuesto, en todo este trabajo late una profunda carga lírica. Una poesía visual cuyas influencias Higuchi reconoce de cineastas como Tarkovski o Bergman.
¿Qué encontró en el microscopio? Para la artista, la certeza de que el miedo también puede ser un impulso para crear. “Cuando empecé a ver con distancia lo que estaba haciendo, sentí mucha tristeza. Muchas veces he creído que la rabia moviliza, pero en este caso fue el miedo lo que me empujó”, explica la artista. En marzo del 2022, cuando ya el mundo empezaba a retirarse tímidamente las mascarillas, Patssy Higuchi fue invitada a la Bienal de Arte de La Habana para presentar un proyecto. Y llevó un fragmento de esta muestra. El viaje y la experiencia, confiesa la artista visual, fueron extraños, y tras un año aún sigue procesándolo. No encontró a muchos artistas amigos, pues habían salido de Cuba. Viajar y exponer le ayudó a formarse una opinión de lo que actualmente sucede en la isla más grande del Caribe. “Tengo muchos sentimientos encontrados”, añade.
Más información
Lugar: Centro Cultural Inca Garcilaso, Jr. Ucayali 391, Lima.
Temporada: Martes a viernes, de 10 am. A 8 pm. Sábados y domingos, de 10 am. a 6 pm. Hasta el 4 de junio.
Ingreso: Libre.
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