Después de cinco siglos y de miles de miradas que se han paseado por los seres fantásticos de la enigmática pintura “El Jardín de las Delicias”, una joven estudiante de música se detuvo en una escena del infierno, en un condenado aplastado por un laúd que lleva grabado en sus nalgas una partitura hasta ahora desconocida.
Ella la tituló “Butt song from hell” (la canción del trasero del infierno) sin imaginar que su hallazgo le iba a dar la vuelta al mundo.
“Fue una casualidad. Estudiamos la pintura en una clase de historia. Me gusta verla de vez en cuando porque siempre encuentras algo, tiene muchos detalles extraños y pequeños. Un día con un amigo vimos las notas musicales escritas en el trasero de este hombre. Estábamos estudiando notación gregoriana y pensé en transcribir la melodía como una broma”, le cuenta a BBC Mundo la estadounidense Amelia Hamrick, estudiante de informática y música de la Universidad Cristiana de Oklahoma.
Amelia adaptó la melodía a una notación moderna utilizando la escala de Do que era común en los cánticos gregorianos, luego la interpretó en piano y decidió colgarla en su blog. A partir de entonces se ha extendido por la redes sociales como una epidemia.
Y es que la profana “Butt song from hell” está inspirando a más de un músico alrededor del mundo. “Sé que han escrito sus propios arreglos, incluida una coral y una versión fantasy metal que suenan mucho mejor que la original. Me gusta el nombre que le puse pero si hubiera sabido que era históricamente significativa seguramente habría elegido un nombre más digno”, sonríe la estudiante.
¿Por qué ha pasado desapercibida durante tanto tiempo? “La partitura sí se ha visto antes y se ha escrito un par de veces sobre ella pero sólo en un contexto de análisis del arte. Nadie que yo sepa se había molestado en transcribirla simplemente porque se suponía que la canción era falsa”, le cuenta Hamrick a la BBC.
El infierno musical
La partitura no es la única pincelada musical de Hieronymus Bosch, El Bosco, el misterioso y críptico pintor holandés famoso por dibujar una humanidad pecadora condenada al fuego del infierno.
En El Jardín de las Delicias, el tríptico dividido en los paneles Paraíso, Lujuria e Infierno que se exhibe en el Museo del Prado de Madrid, varios instrumentos musicales son utilizados como herramientas de tortura para los pecadores. De hecho el panel de los condenados también es conocido como el Infierno musical.
“Hay muchos detalles desconcertantes en la pintura. Es muy interesante ver que los instrumentos están en el panel del infierno, si se tiene en cuenta que en la parte del paraíso no hay ninguno”, comenta Amelia, quien toca el barítono, el trombón bajo y la tuba.
Hace un par de años un grupo de expertos de la Colección Bate de Instrumentos Musicales, de la Universidad de Oxford, reconstruyeron algunos de los instrumentos del cuadro -según los detalles pincelados por El Bosco- con la idea de reproducir la música de la época.
El resultado fue calificado de cacofonía insufrible. “El sonido que sale de estos instrumentos resulta insoportable para el oído humano”, declaró en un comunicado Andy Lamb, director de la colección.
Salvo una flauta y un tambor, los cerca de diez instrumentos representados en el cuadro producen un sonido insoportable. Dentro del tambor hay un pecador al que un monstruo le pega con un bombo mientras que la flauta está clavada en las posaderas de otro condenado.
Otras partituras secretas de El Bosco
De momento Amelia está corrigiendo la transcripción de la melodía con la ayuda de sus profesores de música y espera poder grabarla con el coro de la universidad. El hallazgo ha sido recibido con orgullo por la institución.
“Hay otras canciones en las pinturas de El Bosco pero se encuentran en lugares menos llamativos. También espero poder transcribirlas”, agrega Amelia, quien sufre una pérdida progresiva de la audición.
Una de esas pinturas es el tríptico “El carro del heno” donde se ve a un grupo de personas sobre una montaña de paja leyendo una partitura.
La estudiante conoció “El Jardín de las Delicias” a través de los libros e internet. Nunca ha estado frente al original pero sueña con viajar algún día a Madrid.
El cuadro, que se exhibe desde 1939 en el Museo del Prado, estuvo durante siglos en el Monasterio de El Escorial después de que el rey Felipe II, gran admirador de El Bosco, lo adquiriera.
Pintado entre 1500 y 1505 para la casa nobiliaria Nassau, el cuadro fue confiscado durante la Guerra de Flandes hasta que pasó a las manos del monarca español. El cuadro no tenía nombre y fue varios siglos después cuando comenzó a llamarse “De los deleites carnales”.
Se han publicado muchas interpretaciones de los seres con cara de reptil, pescado o pájaro del infierno de El Bosco pero todas coinciden en que el hombre gigante de color marfil y patas de árbol que se roba el protagonismo de la escena, es el demonio que mira a la humanidad.