América Latina, esa gran nación donde se inventó lo real maravilloso, puede ser perfectamente retratada como un mapa de bordes difusos y superpuestos. Una nación fracturada, aunque pintoresca. Que se desangra cuando la atacan, que se rearma desde su propio caos. Dislocada por sus traumas y procesos, el sueño de Bolívar se proyecta en una serie de aguatintas, monotipias, litografías y otras variables: estudiantes asesinados por paramilitares nicaragüenses, niños migrantes hondureños separados de sus padres en la frontera norteamericana, supervivientes de huracanes, terremotos, dictadores y otras calamidades. Matrices de cobre, madera y linóleo estampando una cotidianeidad que retrata algunos acontecimientos de la gran nación que nos acoge.
“La historia de las artes gráficas de América Latina es fundamental para comprender el legado global del grabado. Después de Alemania, que es donde se origina la imprenta mecánica, Latinoamérica viene inmediatamente a la mente cuando uno piensa en el impacto del grabado, particularmente en la construcción de identidades nacionales o en las imágenes y acciones ligadas a movimientos sociales y políticos. No en vano la primera imprenta se inaugura en la ciudad de México y la segunda en Lima. Como grabadora de herencia mexicana y peruana, este fue para mí un hermoso descubrimiento”, dice la curadora Gabriela Martínez desplegando las obras de “Gráfica América – Portafolio”.
Matriz múltiple
Se trata, pues, de una muestra representativa de más de 30 artistas correspondientes a igual número de talleres, editoriales y colectivos que trabajan en Estados Unidos, México, Centroamérica, Sudamérica y el Caribe. No en vano está organizada por el Museo de Arte Latinoamericano (MOLAA), espacio cultural fundado en 1996 por Robert Gumbiner en Long Beach, California. Dedicado exclusivamente al arte contemporáneo latinoamericano a través de su colección permanente, muestras temporales y programas educativos, el museo congrega a artistas que han vivido o trabajado en Latinoamérica desde la Segunda Guerra Mundial. Como Fernando de Szyzlo, una de cuyas obras fue tempranamente adquirida para su colección fundadora.
Y así, atendiendo a la evolución del grabado y sus nuevos cultores, el MOLAA ha convocado a artistas y colectivos editoriales emergentes. Con sus carteles y revistas que abordan asuntos como identidad, libertad de expresión y solidaridad en un portafolio equilibrado por género, región, estilo y afiliación a un estudio de impresión establecido. “Queríamos trabajar con artistas conceptuales, abstractos y figurativos abiertamente políticos, tanto como con los que tengan un enfoque más poético de la estética. Todos fueron seleccionados en base al trabajo pasado y la producción actual. Sin limitaciones ni temática. Simplemente les pedimos que crearan una impresión que reflejara la dirección actual de su cuerpo de trabajo producida de la forma en que normalmente crearían una pieza que se imprimiría en papel de algodón”, dice la curadora.
Y añade: “En algunos casos, primero nos acercamos al estudio de impresión. En estos casos, los directores de los estudios tuvieron la oportunidad de seleccionar un artista representativo con quien estaban trabajando actualmente. Así fue como el trabajo de Ana María Devis (Colombia), Dewey Tafoya (Estados Unidos) y Miriam Del Saz (España) encontraron su camino al portafolio, a través de sus colaboraciones con los respectivos estudios de impresión. En lo que respecta al grabado experimental, los artistas latinoamericanos realmente han hecho mucho con la noción de ‘múltiple’ y la han abordado más conceptualmente, creando un trabajo experimental que juega con la repetición, la mecanización o un replanteamiento de ‘la matriz’ e incorporando estas ideas en instalaciones, intervenciones públicas e incluso arte sonoro y videoarte”.
Texturas y relieves
Será bajo esos mismos parámetros que ingrese “Meraya”, serigrafía sobre papel de algodón de los peruanos Chío Rendón y Toño Nuñez creada después de procesar la información que obtuvieron en Ucayali. “Viajamos a Pucallpa y recorrimos la selva como una manera de acercarnos a la tierra de nuestros abuelos. Nosotros somos citadinos, pero crecimos con los hábitos y costumbres familiares y reconocernos en ese espacio fue una manera de recoger parte de nuestra identidad. ‘Meraya’ es la personificación mitológica de un curandero de alto nivel que tiene la capacidad de sanar y transformarse en un animal para recorrer el cosmos. Creemos que el arte tiene la misma capacidad curativa”, dicen los artistas.
Cuya obra terminará alimentando este grupo altamente representativo de grabadores vinculados por el concepto de ‘latinidad’. Unas serán abiertamente políticas en su reflejo de los problemas centrales de una región, otras funcionarán como el retrato etéreo de un paisaje fragmentado, aunque intenso y apasionado. En cualquier caso, se trata de una celebración del espíritu colaborativo latinoamericano a través de obras contemporáneas no tradicionales y experimentales. Todas las matrices, capas, relieves y texturas son transferidas por presión hasta imprimir su belleza en otras superficies. La fina estampa de nuestros pueblos, digamos.
Más información
Fecha: Hasta el 22 de mayo.
Lugar: Museo del ICPNA - La Molina.
Horario: De martes a sábado de 10 a. m. a 6 p. m.
Inscripciones: cultural.icpna.edu.pe/visita-espacios-exposicion