Lima es un nudo, alegoría de una ciudad difícil. Pero como lo registraban los quipus incas, los nudos pueden ser información, conocimiento, sabiduría. El reto es saber leerlos. Y nudos es lo primero que observa el diverso público que llega al pabellón peruano en la Bienal de Arquitectura de Venecia. La muestra “En reserva/ Undercover” inicia con una pared negra en la que se disponen ordenadamente más de 400 nudos distintos, inspirados en las representativas obras de Jorge Eielson, y confeccionados por artesanas del valle de Jicamarca, en Huarochirí. Cada uno representa una huacas de Lima: El Olivar 1, Buena Vista, Caballero 1, Quebrada Torre Blanca, Cerro Cañón, Cerro La Cruz, Collique, HuacaSanMarcos, Isla San Lorenzo... La arquitecta Marianela B. Castro de la Borda, miembro del equipo de curadores lo tiene claro: “Al llamarlas huacas, de manera genérica, olvidamos lo que fueron”, dice. En efecto, en nuestro lenguaje cotidiano hablamos de casas, universidades, hospitales, colegios. Sin embargo, no tenemos cómo definir a aquellas construcciones prehispánicas muchas veces cubiertas detierraeindiferencia, notenemos cómo definirlas. Solo son huacas. Y había que llamarlas por su nombre propio.
Se empieza entonces por el nombre. Luego, el público advierte su época de origen y su georreferencia. De los nudos hilados en algodón nativo parten tensos hilos que conectan cada huaca con el mapa del territorio de Lima que recorrieron conquistadores españoles.
El mapa mezcla densas capas de información para dar cuenta de los caminos, canales, lomas, valles y humedales del paisaje de entonces. A la espalda, un mapa satelital nos da cuenta del perfil actual de la ciudad cubierta de cemento. Los números lo dicen todo: Lima es una urbe de 283 mil hectáreas, 91 mil de ellas urbanizadas, mientras las huacas ocupan 6.700 hectáreas. Y un dato curioso: mientras 3.457 hectáreas corresponden a espacios públicos, otras 4.513 corresponden a espacios verdes privados. La poco generosa ciudad en la que vivimos nos ofrece tan solo 3,6 metros cuadrados de jardín por habitante.
La muestra continúa con una maqueta que detalla los 30 mil metros cuadrados del Templo del Sol de Pachacámac, estudiada por el arquitecto Alfio Pinasco. Expuesta como un elemento arquitectónico, la estructura fascina por su compleja apariencia contemporánea. Para el curador Javie rLizarzaburu, esta ambigüedad temporal es especialmente provocadora: “Para mí, lo interesante de la maqueta es que no necesariamente parece una pieza del siglo XV. Podría ser un proyecto a futuro. Manejar esa indefinición de la temporalidad le añade riqueza a la propuesta”, nos explica.
Los visitantes que se agolpan en el pabellón terminan el circuito con la proyección de un video musicalizado por Pauchi Sasaki, que sobrevuela delicadamente los centros prehispánicos en la ciudad en los que se desarrollan distintas alternativas surgidas de la sociedad civil para empezar a vincularse con nuestras huacas. Así, el espectador concluye una experiencia que lo ha llevado a recorrer dos caminos: el primero, asociado al uso del territorio, el urbanismo y la arquitectura. El segundo, al redescubrimiento de una identidad del nuevo ciudadano limeño. ¿Una ciudad que por casi 500 años no supo crear vínculos depertenencia con sus orígenes milenarios puede recuperar la memoria? ¿Lima tiene una segunda oportunidad sobre la tierra? La respuesta, según el optimista diálogo que el Perú propone en la bienal, está en las huacas, nuestros nuevos símbolos de ciudadanía.
“Las huacas nos hablan de la continuidad entre el pasado, el presente y el futuro. Nosotros, que las hemos ignorado durante tanto tiempo en una ciudad con tantos problemas, ¿por qué no volvemos a mirarlas para ver qué podemos recuperar de ellas?”, se pregunta el curador. No se trata solo de mirar el pasado, sino de entender sus respuestas antiguas para mejorar la Lima contemporánea buscando salidas originales, propias y orgánicas. Como señala Castro de la Borda, se trata de imaginar la generosidad de estos espacios milenarios, su continuidad histórica guardada a lo largo del tiempo, esperando volver a mostrarse.
INAUGURACIÓN EN EL ARSENALNo faltó pisco puro para recibir, el viernes al mediodía, a los centenares de visitantes que quisieron presenciar la inauguración de la muestra “En reserva/ Undercover” en el pabellón peruano ubicado en Il Arsenale de la bienal veneciana. El primero en hablar en el breve acto fue el embajador peruano en Italia, Luis Iberico, quien destacó el legado histórico de Lima, con sus 450 huacas, representando la historia del territorio irrigado por los ríos Rímac, ChillónyLurín en los últimos 4.000 años. “Quizá Pachacámac sea lo más impactante, pero muchas de estas culturas han permanecido ocultas muchísimo tiempo. Es bueno saber que en los últimos años se ha iniciado un proceso para rescatar este patrimonio”, afirmó, tras reconocer el esfuerzo del Patronato Cultural del Perú, responsable de la exposición, así como auspiciadores como la Fundación Wiese y el diario El Comercio, instituciones educativas como la Universidad de Lima y la PUCP, así como la cancillería peruana y el Ministerio de Cultura.
Por su parte, Manuel García Miró, en representación de El Comercio, destacó el hecho de que el proyecto desarrollado en esta muestra tuvo como germen las páginas del diario, que acogió años atrás la campana Lima Milenaria, investigada por el periodista Javier Lizarzaburu (y ahora cocurador de “En reserva”). “Ahora sabemos que la costa central peruana fue un foco de civilización mundial, con un desarrollo continuo de más de 4.000 años”, señaló.
Finalmente, el arquitecto José Orrego, comisario de la exposición, dio cuenta de la madurez de esta muestra, la cuarta oportunidad en que nuestro país participa con un pabellón en la bienal de arquitectura. “El hecho de que hoy, además del pabellón peruano, hayan en la bienal otras propuestas de arquitectos peruanos habla bien de lo que hemos avanzado en este tiempo”, afirmó.
REACCIONESReynaldo LedgardDecano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica del Perú.“Esta es una exposición sobre Lima contemporánea. Las huacas en este momento constituyen un vacío en nuestra ciudad. Y creo que darles vida genera un potencial tremendo para crear una referencia a fin de construir un espacio público alrededor. De lo que se trata no es de reconstruir las huacas ni construir sobre ellas, sino de aprovechar su presencia en la ciudad para crear núcleos que generen espacios de transición entre la huaca y la ciudad, y que puedan activarse como espacios públicos. Las huacas constituyen una red de presencias del pasado. Hay que convertirlas en espacios tangibles, reales”.
Enrique Bonilla Di TollaDirector de la Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima.
“En el medio académico, hoy el tema del espacio público es central. Hoy ya no se ve al arquitecto trabajando solo, sino trabajando sobre lo colectivo. Y lo colectivo es el espacio público. Y las huacas son una comunicación del pasado con el futuro. Un espacio que puede ser recuperado para el público, un espacio de identidad. En ellas, Lima reconoce su pasado. La cercanía de las huacas a la ciudad genera un mestizaje que es el futuro de nuestro país”.
EL DATOEl Patronato Cultural del Perú es la institución que hace posible la presencia de nuestro país en las bienales de Venecia desde el 2016 y hasta el 2034, gracias al patrocinio de El Comercio y Fundación Wiese, y al apoyo del Ministerio de Cultura, el Ministerio de Relaciones Exteriores, Prom-Perú, la Universidad de Lima, la Pontificia Universidad Católica, la Universidad Nacional de Ingeniería, Unesco, el Museo de Sitio Pachacámac, la Asociación Peruana de Estudios de Arquitectura, Telefónica del Perú, Naturtex, Piscos Biondi, Lima Milenaria y Constructora e Inmobiliaria Marcan.
El Patronato Cultural del Perú creó recientemente el programa “Amigos de la Bienal”, que ya cuenta con 25 miembros.