Puede que suene a verdad de perogrullo o a manual de autoayuda, pero la vida muchas veces consiste en transformar las dificultades en posibilidades. En sacarle la vuelta a la adversidad. Y eso es lo que la artista Malena Santillana ha conseguido transmitir a un grupo de internos del penal Miguel Castro Castro con los que trabaja en un proyecto inspirador: un taller de cerámica en el que han conseguido explotar sus potencialidades.
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¿Cómo convertir una limitación en algo provechoso? Santillana explica que en el mundo del arte, en el que todo parece ya haber sido hecho y las influencias están a la orden del día, la reclusión de estos internos ha sido utilizada como una burbuja que los protege de elementos externos. “Yo les digo que vamos a sacar partido de encierro, porque no vamos a copiar nada. Ellos creen que es una desventaja, pero yo les digo que no es así”, señala Santillana, reconocida ceramista.
Su trabajo con internos comenzó en el 2019, cuando el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) la invitó para perfeccionar el trabajo de los artesanos. “Yo me di cuenta que los ceramistas del penal no eran para nada amateurs. Eran muy profesionales, conocían muy bien el oficio. El problema es que no sabían bien qué hacer, solo creaban piezas a pedido. Pero he descubierto tremendo talentos”, explica.
En ese sentido, el proceso del taller –gestionado y financiado por la Asociación Cultural Ars Nostrum y Gobernabilidad Perú– ha consistido en una especie de guiado para que ellos mismos se desenvuelvan con soltura. “Trabajar con artistas que conocen tan bien el oficio es de otro nivel. No hay límites. Hablamos de profesionales que podrían estar muy bien posicionados en el mundo del arte. Y, ojo, no tienen formación anterior a la época en que han llegado a la cárcel. Yo bromeo y les digo que entre ellos está la reencarnación de Rodin, de Miguel Ángel”, cuenta Santillana a El Comercio.
OTRA VISIÓN
Ahora, el trabajo realizado durante meses toma la forma de una muestra titulada “Los Fénix del Barro”, que se presentará desde este viernes en la Sala Limaq del Museo Metropolitano de Lima. Se trata de una exposición que reúne el trabajo de 27 de estos artistas privados de su libertad. Aunque han desarrollado sus obras con autonomía creativa, sí han decidido tener un par de líneas curatoriales que le den cohesión al conjunto. En este caso, en torno al cuadro “Las meninas” de Diego Velázquez y a las tapadas limeñas: dos referentes iconográficos que celebran la interculturalidad entre España y el Perú, en el marco del bicentenario.
Sumado a ello, “Los Fénix del Barro” es un proyecto inclusivo: dos de sus participantes son internos invidentes, que han aprendido a desarrollar sus propios trabajos en cerámica con una sensibilidad y habilidad especiales, más allá de los ojos. “A mí me impresiono ver a estas personas en un lugar como Castro Castro, hecho para 2600 internos pero en el que hay casi 6000. Me quedé pensando cómo lo hacen. Y entonces le pregunté a un amigo, Gustavo Pérez, que es el ceramista número uno de México, si había dado clases a invidentes, y me dijo que sí se puede. Así fue como empezamos a trabajar con una técnica diferente”, explica Santillana.
“Los Fénix del Barro”, además, es la antesala a una exposición internacional en la que 20 artistas de trayectoria acompañarán cada uno a uno o dos artistas en prisión, para crear una dinámica mucho más personalizada y ampliar sus posibilidades creativas.
Ayer, el proyecto “Los Fénix del Barro” de la Asociación Ars Nostrum recibió un premio del Concurso de Buenas Prácticas de Gestión Inclusiva, entregado por Conadis.
La muestra se inaugurará este viernes 15 de diciembre, al mediodía en la Sala Limaq del Museo Metropolitano de Lima.
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