Lo suyo eran líneas que se proyectaban en direcciones provocadoras o paradójicas. Planos que insinuaban volúmenes sin serlo. Tonalidades de colores que se abismaban en falsas profundidades. Patrones, aristas y hendiduras que engañaban a la mirada. En su geometría desencajada, Mariella Agois (1956-2024) desplegaba una belleza tan abstracta como sensual.
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“Son imágenes que no tienen referente alguno en la realidad, pero que nos recuerdan todo el tiempo cómo es que el cerebro procesa lo que los ojos ven”, señala el curador Jorge Villacorta, quien trabajó junto al arquitecto Paulo Dam la muestra “Sistemas geométricos. Pinturas 2008-2023″, una exposición fundamental que apenas hace unos días se inauguraba en el Museo de Arte de Lima (MALI).
El domingo último, en el suplemento El Dominical de este Diario, dábamos cuenta de dicha exhibición, en la que Agois había participado activamente durante su preparación. Y el mismo día, en horas de la madrugada, es que Agois falleció producto de una compleja enfermedad. Tenía 67 años.
FORMAS NUEVAS
Nacida en Lima, Agois se formó como fotógrafa a mediados de los años 70, cuando destacó como alumna del maestro Fernando La Rosa. Pero en la década siguiente se trasladó a The School of the Art Institute of Chicago, donde ampliaría su formación y se decantaría principalmente hacia la pintura. Eventualmente decidiría volver a nuestro país para explorar nuevos y diversos intereses. “En Chicago se confrontó con todo un panorama que estaba siendo revisado, algo que se llamó el momento posmoderno. Y en ese sentido, siempre me pareció ejemplar su decisión de regresar al Perú”, comenta Villacorta.
En efecto, a lo largo de décadas de trabajo consistente, Agois superó los límites y convencionalismos de diversas tendencias o influencias, y más bien se nutrió de todas ellas: desde los textiles precolombinos hasta el Op-art, del minimalismo pictórico a ciertas referencias de la pintura virreinal y republicana. “Lo que ella quería era poner todo esto en diálogo –afirma Villacorta–. Los referentes de los que se valió fueron de todo tipo, pero no son nunca citas, sino elementos que toma como préstamo”.
Para el curador, Agois Banchero es una figura crucial en el panorama del arte peruano contemporáneo. “Yo he conocido muy pocas artistas de una inteligencia visual tan aguda”, señala, a la par que resalta otro atributo de su obra, tan importante como el de los referentes de los que bebió.
“Desde el momento en que trabajaba en la composición de un cuadro, estaba todo el tiempo pensando en cómo lo iban a recorrer los ojos del que lo observaría en la sala de exposición. Por eso ella siempre buscaba una complicidad, es parte de su pintura. Ella comprende que sin esa complicidad, no está logrando su objetivo”, enfatiza.
Recorrer la muestra retrospectiva de Agois en el MALI confirma y expande todo lo dicho: es entrar en una dinámica de percepciones visuales lúdicas y subversivas; también rastrear obsesiones y motivaciones de orígenes variopintos, pero siempre armónicos; y sobre todo constatar la coherente evolución de una artista auténtica y singular. Por eso su legado se dispara junto a una de esas líneas suyas que se intuyen infinitas. Se la va a extrañar.
“Sistemas geométricos”, muestra de Mariella Agois, puede visitarse en la Sala 2 del MALI hasta el 16 de junio. Próximamente, un libro que repasa la obra de la artista será presentado en el marco de la exhibición.
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