La psicodelia es uno de los componentes más notorios de la contracultura. Uno que floreció en los años 60, caracterizándose por su capacidad de alterar la percepción sensorial a través de colores vibrantes, formas fluidas y la evocación de estados alterados de conciencia. Retomando conceptos de aquellos tiempos, donde las imágenes caleidoscópicas evocaban un viaje introspectivo, el pintor Ángel Valdez presenta esta propuesta en su nueva exposición “Lascivia – Eros Sicodélico”.
La chispa creativa que daría inicio a este proyecto proviene de una época marcada por el surrealismo, específicamente de un álbum que retrata, en gran parte, al primer Festival de Woodstock: “Santana” (1969), disco de la banda homónima, cuya carátula -donde se aprecia la mezcla de varias figuras con la imagen de un león- inspiraría a Valdez para dar inicio a esta exposición que presenta elementos en desuso combinados con visiones psicodélicas y composiciones evocadoras.
“Pinté figuras oníricas, casi surrealistas, en imágenes religiosas. Pasé por bodegones con un carácter expresionista y más tarde quise incursionar en la pintura erótica, su llamado: ‘Eros’. Fue en ese momento cuando comenzó a tomar forma la idea, pero fue esa portada del disco la que me hizo comprender la dirección de este proyecto” comenta Valdez, quien espera que alguna de estas obras pueda ser una futura portada de algún disco musical.
Experiencia completa
Para ofrecer una experiencia inmersiva, la exposición incluye el “Manual del (la) fisgón (a)”, elaborado por Valdez. Este manual no solo orienta al espectador a lo largo de la muestra y explica la naturaleza de las obras en conjunto, sino que también lo invita a liberarse del pudor y entregarse a la concupiscencia, fomentando así un acto de desinhibición a través de este viaje visual que el autor describe como un acto de libertad.
“Abandone el pudor, déjese llevar por la concupiscencia. Disfrute, diviértase, sonroje y, sobre todo, ría. El deseo y el humor son una fórmula exitosa”, menciona el manual, entre otras cosas, como remarcar la importancia de escuchar el álbum de Santana. “Esta exposición es un viaje, uno que implica una especie de vigilancia sobre el recorrido, un viaje psicodélico donde se brinda un espacio para la reflexión y el libre albedrío, aunque siguiendo ciertos pasos, como una guía que nos recuerda algo vital: ‘el arte también puede ser una droga, una a la que puedes volverte adicto”, agrega Valdez sobre la naturaleza de este agregado a la exposición.
En contraste con su experiencia creativa, la exposición presenta la colaboración de la poeta Rossella di Paolo, cuyas metáforas cargadas con exageraciones propias de la psicodelia complementan la visión del pintor. Además, se destaca la participación de la artista visual Casandra Tola, quien exhibe una serie de dibujos a tinta que exploran la síntesis de lo íntimo, junto con un conjunto de figurillas de barro que evocan la corporalidad del encuentro.
“Aquí se encuentra una sobreestimulación de los sentidos, algo que puede resultar divertido. Además, hay efectos de perspectivas y juegos ópticos de esta cosa tan truculenta y engañosa como lo es la imagen. Todo se combina en una gran ambigüedad que resulta ser sugerente para los sentidos y de manera diferente para cada uno”, menciona Valdez.
Sobre el título de la exposición, solo queda el término ‘Lascivia’ como incógnita. Una que se responde siguiendo las exposiciones religiosas de Valdez, donde solo faltaba el pecado capital de la lujuria como base de su obra. “Prefiero usar ese adjetivo más arraigado a una emperatriz sádica o a un país como el nuestro, donde todo rechazo es más un grito de deseo”, concluye.
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