Pese a que el virus arreciaba fuera de casa, para el pintor Armando Williams, 2021 fue un año de satisfacciones profundas. En marzo de este año, el Icpna de Miraflores presentó su retrospectiva “Fuera de Sitio”, que reunió 40 años de trayectoria con un guion curatorial de Miguel López. Su caso puede servirnos de ejemplo para dar cuenta de lo complejo que ha sido el segundo año en pandemia, cuando el gremio empezó a retomar la actividad. El artista es enfático: “Definitivamente han sido tiempos de cambios, de poner a prueba nuestra capacidad para ajustarnos a los protocolos del momento. Ahora siento que esta muestra ha sucedido hace años, el tiempo real es relativo”, afirma. Para él, lo único que se ha mantenido estable fue el mundo de su taller.
Además de curar la muestra de Williams, Miguel López fue el responsable de “Hay algo incomestible en la garganta”, notable acercamiento a la producción creativa de las mujeres y los cambios en la esfera pública en los años noventa, en una representativa muestra expuesta en la misma sala miraflorina. Para él, retomar la actividad generó una mezcla de sensaciones. “Por un lado, la emoción de continuar proyectos de investigación, publicaciones y exposiciones paralizados. Por otro, la sensación de que la pandemia vino a decirnos que las cosas no pueden seguir tal como estaban”.
Como nos recuerda la curadora Luisa Fernanda Lindo, si bien las dos olas pandémicas obligaron a cerrar puertas y postergar proyectos, desde marzo las galerías comerciales reabrieron. Gran parte de las exposiciones canceladas en el 2020 se retomaron. Las galerías institucionales reabrieron de manera más espaciada (algunas aún permanecen cerradas) y los concursos y estímulos económicos ofrecidos por el Ministerio de Cultura y las entidades privadas jugaron un rol importante en la producción y exhibición.
Detectando tendencias
La curadora Florencia Portocarrero advierte que las distintas galerías parecieron alinearse y privilegiar proyectos de artistas mujeres. Allí están Ximena Garrido Lecca en 80m2- Livia Benavides; Sarah Zapata y Andrea Cánepa en Crisis galería; Tania Bredriñana y Sylvia Fernández en Del Paseo; Wynnie Mynerva en Ginsberg; Natalia Villanueva y Natalia Revilla en Wu y Cecilia Jurado en Vigil Gonzales, influyente galería abierta en Urubamba, Cusco.
A esta producción, Portocarrero destaca las exposiciones colectivas en museos como el MAC Lima y el MALI. Del primero, “Negar el desierto”, fruto de un trabajo curatorial colectivo (Giuliana Vidarte, Gisselle Girón, Iosu Aramburu, Mijail Mitrovic y Horacio Ramos) que reunió a 52 artistas de diversas generaciones. Del segundo, “Imaginarios contemporáneos (Vol.I)” muestra inaugurada el pasado octubre, que constituye la primera entrega de una serie de exposiciones de su colección de arte contemporáneo, curada por la actual directora del museo, Sharon Lerner. También en el MALI, la especialista resalta cuatro proyectos a cargo de emblemáticas artistas mujeres: La antológica de la fotógrafa Flavia Gandolfo (extendida desde el 2020), la individual de la artista Sandra Gamarra, la intervención en línea de Luz María Bedoya y la intervención contemporánea a cargo de la artista Susana Torres.
También visible fue la presencia del arte amazónico este año. En esa línea, Portocarrero resalta la antológica de Rember Yahuarcani en el Británico del Miraflores y la exposición de Santiago Yahuarcani y Nereyda López en el ICPNA, ambas curadas por Christian Bendayán.
Otra tendencia visible, como señala Miguel López, son las redes de acompañamiento y solidaridad que han venido tejiendo los agentes culturales y activistas feministas, sexodisidentes y antirracistas. “Estos procesos son formas alternativas de operar frente a una escena del arte contemporáneo organizada habitualmente en torno a nociones de exclusividad y competencia”, señala. Para el curador, algunas de las iniciativas más significativas desde el trabajo colectivo fueron el colectivo de cultura crítica y disidencias afectivas Rosa Rabiosa, el Festival Fiera (Festival Itinerante de Escritoras y Activismos), el trabajo de Soma Publicaciones, el colectivo Non Shinanbo de las madres artesanas de Cantagallo, las acciones de Somos 2074 y Muchas Más, entre otros. López destaca además la aparición de plataformas virtuales como Repositorio de Dibujo y el rol protagónico del tejido o la cerámica por parte de artistas jóvenes.
Cuando buscamos tendencias a nivel temático, para la curadora Luisa Fernanda Lindo afirma que la naturaleza y el paisaje siguen llevando la posta, lo cual es patente en obras de artistas como Les Egusquiza, Chonon Bensho, Sylvia Fernández, el colectivo FIBRA (formado por Lucía Monge, Gianine Tabja y Gabriela Flores del Pozo), Natalia Revilla, Allison Valladolid, Ana Barboza, por nombrar algunas, así como en propuestas vistas en “Negar el desierto” (MAC-Lima) o “Rember y Jitoma” de Rember Yahuarcani en el CC Británico.
Por su parte, al pintor Miguel Aguirre le sorprende que no haya habido un visible conjunto de obras que reflejen el tiempo de la pandemia, desde la tragedia de que más de 200 mil peruanos hayan muerto por COVID-19, hasta la precariedad de nuestros sistemas de salud. “Son temas, creo yo, que pudieron y pueden producir un cuerpo de obra más que interesante pero de lo que, repito, muy poco he visto en las exposiciones en Lima. Quizás sea cuestión aún de tiempo”, advierte.
Otras exposiciones en escena
Complementaria al circuito de artes visuales, Florencia Portocarrero resalta la retrospectiva presentada en la galería de la Municipalidad de Miraflores por los 50 años de trayectoria artística del grupo teatral Yuyachkani, la cual funcionó como una línea de tiempo de la trayectoria del colectivo, con instalaciones, objetos, documentos, fotografías y textos. “Esta exposición constituye uno de los primeros intentos por organizar el archivo del emblemático grupo teatral y ocurrió en simultáneo a su presentación en la 34a Bienal de São Paulo”, recuerda.
Y en cuanto a proyección internacional, merece citarse la presencia de la creación plástica del país en Guadalajara, paralela a la Feria Internacional del Libro (la actividad cultural más grande en Latinoamérica) que tuvo al Perú como invitado. Exposiciones como “El País Que Imaginamos” del Proyecto Especial Bicentenario en el Paseo Chapultepec, “Purga” de Chirstian Bendayán en el MUSA de Guadalajara y “La vida sin plazos: escritoras en la ciudad de los 90″ de la Casa de la Literatura Peruana en el pabellón peruano de la FIL fueron espacios en que se visibilizó el trabajo de mujeres artistas, además de la creación andina y amazónica.
2021 vio el retorno lento pero sostenido hacia lo presencial, la apertura de los talleres de los artistas al público, una presencia femenina fortalecida. En el año del Bicentenario, instituciones como la Gerencia de Cultura de la Municipalidad de Lima supieron aprovechar los espacios públicos, mientras que museos, centros culturales y galerías tuvieron que prolongar la duración de sus exposiciones y replantear la relación con su público, sea esta virtual o presencial. “El espacio de la virtualidad parece haber llegado para quedarse y está funcionando como un foro público a través del cual audiencias y artistas pueden acercarse. Es un buen complemento de la incipiente vuelta a la presencialidad”, afirma Portocarrero.
¿Cuándo hablamos de reactivación?
Para los artistas y curadores entrevistados, resulta aún difícil hablar de una reactivación, pues como señala Armando Williams, la escena cultural no puede disociarse del frágil panorama político. “Desgraciadamente, la cultura ha sufrido mucho por falta de apoyo y proyección por parte del Estado. Y tampoco veo una alternativa creativa de parte de los agentes privados”, lamenta.
Miguel Aguirre coincide con el colega en que la reactivación económica vinculada a las artes está aún pendiente. “Esta es una crisis que estamos padeciendo desde hace más de 5 años, que empezó con la etapa electoral de las presidenciales de 2016 y se agravó con la actual inestabilidad política”, afirma.
Y es que, para Florencia Portocarrero, la incertidumbre permanece. “La aparición de la variante omicron, la amenaza de una tercera ola y la inestabilidad política sin duda hacen que el futuro aún sea incierto”, señala la curadora, que calcula que esta situación de avances y retrocesos experimentada en este año se extienda al 2022.
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