ENRIQUE PLANAS
Un fantasma recorre el mundo: el fantasma de la fotografía digital. Y mientras tanto, los fotógrafos tradicionales cierran las ventanas y afianzan sus puertas, temerosos de lo que les depara el futuro. Para Vik Muniz, uno de los artistas visuales que más ha reflexionado sobre el poder de la representación, sucede lo mismo que en 1839, cuando los pintores creyeron que su oficio peligraba con la aparición del primer daguerrotipo. “Lo mejor que le pudo pasar a la pintura fue la aparición de la fotografía. Así, liberada de su función retratista, saltó a otros mundos ajenos a nuestra realidad y experimentó en la percepción del subconsciente”, explica.
Han pasado casi dos siglos, y para el artista brasileño ese fantasma ha regresado, solo que esta vez para asustar a los fotógrafos. “Al día siguiente de anunciarse la invención de la fotografía, los diarios ya hablaban de la muerte de la pintura. Fueron días de miedo, pero que motivaron a los pintores a responder con una libertad enorme. La pintura se liberó de su relación factual con las cosas y se independizó de la realidad”, afirma.
“Ahora es la imagen digital la que aparece para cuestionar nuestra relación con el mundo, antes establecida por la fotografía. La relación entre la realidad y la fotografía se ha vuelto obsoleta, y la ha llevado al punto en que estaba la pintura en el siglo XIX”, añade Muniz.
La pregunta cae de madura: ¿Qué es la fotografía y cómo se transformará nuestra relación con ella en el futuro? Imposible pensar en respuestas absolutas, pero la muestra que desde mañana presenta Muniz en el Museo de Arte Contemporáneo tantea respuestas sorprendentes. “La práctica de la fotografía es muy parecida a la práctica de la pintura posfotográfica”, afirma este artista reconocido por dibujar sobre la proyección de una imagen y luego rellenarla con basura, papel picado, chocolate, el polvo de diamante o soldaditos de plástico. La suya es una nueva manera de ver el retrato, el paisaje o el bodegón. Una nueva manera de ver el mundo y de entender la fotografía.
Recreó la Mona Lisa a partir de crema de maní y mermelada. Representó a Liz Taylor con polvo de diamante. Plasmó a la modelo Kate Moss en sabrosa salsa de chocolate. Pero también dignificó a los recicladores de basura en los grandes botaderos de Río de Janeiro con notables retratos generados a partir de los desperdicios con los que se ganan la vida. Así es Vik Muniz, un artista que reinterpreta el mundo y el género de la fotografía al mismo tiempo.
“El principal compromiso del artista no es el de enfatizar sus opiniones, ya que estas no son mejores que las de cualquier miembro de su sociedad. Su responsabilidad es mostrar cómo piensa un hombre en este momento, volverte una referencia de tu tiempo”, señala el brasileño. Así, para Muniz, de lo que se trata es de documentar la historia creando situaciones que generen la reflexión de las personas. “Quiero poner al espectador en una situación insegura, de cuestionamiento, ambigua, donde las preguntas puedan aparecer instintivamente”, señala.
En su obra, los materiales elegidos (basura, diamantes o chocolate) tienen mucho que ver con el sentido de la imagen. Parece que utilizara el dogma de McLuhan, “el medio es el mensaje”...Exacto. McLuhan fue un dalái lama para mí. De la misma forma en que él pensaba los medios, yo pienso mi trabajo. Me interesa la idea de crear una fricción, una fisura, desmontar la imagen como desarmamos frases gramaticales y dejar las piezas sueltas para que el espectador las arme como un rompecabezas visual. No puedo explicar de dónde viene la experimentación con los materiales, pero lo más importante es cómo compaginar esta ambigüedad de la imagen con el espectador. Eso hace que la gente piense un poco sobre lo que está mirando.
El documental “Waste Land” (2009) recoge tu experiencia con recicladores en Río de Janeiro, y cómo obras nacidas de la basura se vendieron por miles de dólares en subastas de Nueva York. Tu trabajo siempre tiene que ver con el exceso, sea la basura o el dinero.La revolución industrial transformó nuestra percepción y para ello la fotografía fue una herramienta muy importante. La gente empezó a acceder al mundo a través de la imagen, y a generar deseos que no podían ser satisfechos. La dicotomía entre el ser y querer ser se exacerbó sin mesura. Para mí, la definición de exceso es la discrepancia entre lo que necesitas y lo que quieres tener. Yo nací a las afueras de una favela de Sao Paulo, y, desde esta perspectiva, puedo estar en una gala del Museo Metropolitano de Nueva York o recibir el encargo de un oligarca ruso para su chalet. Mi responsabilidad no es solo mostrar el contraste entre estos dos mundos, sino hacerlos encontrarse. En “Waste Land” lo interesante no era mostrar quiénes son los pobres y quiénes los ricos. Esos contrastes los conocemos muy bien. El tema era ponerlos juntos, en una situación dinámica.
¿Cómo te afectó la experiencia de trabajar en los basurales de Río de Janeiro?Fue transformador. Trabajé con gente que no tiene ninguna relación con el arte, que se la pasa todo el día trabajando. La distancia de estas personas con el arte es algo que me incomoda mucho. ¡La primera vez que mi padre y mi madre entraron en un museo fue en una exposición mía! Eso me perturba porque la relación con el arte es una experiencia importante para todos. La gente lidia con el arte como algo inaccesible. Consideran las galerías como boutiques. No se piensa el arte como un derecho.
En tu trabajo te apropias de diferentes íconos de la cultura y el arte universal. ¿Propones quitarle a la obra de arte su condición de fetiche?El futuro de las obras de arte más importantes del mundo es convertirse en ‘mousepads’ y paraguas para las tiendas de museos. Lo que yo intento hacer es romper la distinción entre las imágenes tomadas de la realidad y las que podemos encontrar en un museo. Cuando consumimos imágenes, las ponemos en un solo sitio de la memoria, sin distinciones. Quizás por una cuestión de higiene, intento crear formas a partir de ese enorme basural de información que nos rodea. Dentro de esta confusión, las referencias se cruzan. ¡Ya es casi imposible mirar una imagen sin pensar en otra! Justamente esa es la manera como el arte contemporáneo comprende este mundo: a través de todas esas referencias.
EL DATO
Vik Muñiz ofrecerá una conferencia el 23 de enero en el MAC- Lima en compañía del crítico Jorge Villacorta. La charla empezará a las 6 pm. El mismo miércoles a las 8 pm, el artista encabezará la inauguración de su muestra. El 24 ofrecerá una visita guiada a las 12 del mediodía.