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Ha sido un viaje muy largo, literalmente, para Nishme Súmar. La búsqueda de la actriz y directora lleva una treintena de años, tratando el tema palestino a través de obras de otros autores como “Mi nombre es Rachel Corrie” o “Creo en un solo dios”. Una mañana del 2018, sin embargo, ocurrió algo que le abriría un contacto mucho más estrecho con sus orígenes: desde Cisjordania, su padre recibe la llamada telefónica de un primo lejano, que cuenta sobre las intenciones de vender la casa del bisabuelo. Sin embargo, revisada la documentación, está claro que él, que se ha mantenido por años a 12.500 kilómetros de distancia del tema, era el último familiar directo del patriarca ausente, el único heredero de aquella remota propiedad.
La noticia despertó en la familia Súmar una inquietud por el vínculo olvidado, interés que solo la actriz había mantenido vivo, intentando reconstruir el rompecabezas de sus orígenes árabes. Así, la autora de “Limpiar la sangre”, montaje que acaba de estrenar en el Centro Cultural de la Católica, suspendió su interés en ficciones ajenas y se comprometió con esta aventura. “Siempre he abordado la cuestión palestina, pero involucrándome con otros personajes, obras de otros autores, como pidiendo permiso. De pronto, con la noticia de la casa del bisabuelo, inevitablemente sentí que tenía que contar esta historia en primera persona, poniendo el cuerpo”, afirma.
Si para Nishme Súmar la herencia palestina siempre había sido un anhelo, un fantasmal arraigo, una noticia tan concreta como la existencia de la casa familiar le hizo sentir la pertenencia como una realidad irrefutable. Con su padre, empieza a recabar partidas de nacimiento y títulos de propiedad que se convierten en prueba y testimonio de origen. Cámara en mano, ella registrará y luego escribirá el viaje realizado por los territorios ocupados por el Ejército de Israel, el descubrimiento de la familia que sufre a diario el acorralamiento, sumando al testimonio teatral el documento visual, articulando realidad, investigación histórica y ficción, invitando a participar en la escena a su hijo Vicente para compartir la memoria redescubierta.
La autora sabe que un título como “Limpiar la sangre” puede prestarse a muchas interpretaciones, algunas de ellas muy negativas. En el contexto familiar, Súmar escuchó muchas veces esta frase puesta en boca del abuelo. “Puede sonar dura y despectiva, pero a través de los años he ido descubriendo que la frase tenía que ver no con un tema de racismo, sino con la necesidad de dejar atrás el origen para aplacar el dolor. Es la necesitad tan humana de empezar una nueva vida, aunque eso nos lleve a una deriva. Esa es mi desgracia y mi fortuna”, añade la directora.
SEPA MÁS
Lugar: teatro del Centro Cultural PUCP (Av. Camino Real 1075, San Isidro).
Temporada: hasta el 9 de diciembre. Jueves y viernes a las 8 p.m. Entradas: 30 y 25 soles. En ccpucpencasa.com y en boletería.
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