Es un himno ochentero, una de esas tomadas de música sintetizada, que Ray Parker Jr. grabó a fuego en la memoria de una generación: “Si hay algo extraño en tu vecindario… ¿A quien vas a llamar? “Cazafantasmas, el legado”, cuarta entrega de la franquicia estrenada en 1984 a partir de una idea de Dan Aykroyd, marcó ese número telefónico y le respondió la nostalgia pero también fantasmas muy actuales. El cineasta Jason Reitman, hijo de Ivan Reitman (director del filme original y productor de esta secuela), ha cuidado la herencia familiar conociendo el valor de su patrimonio. Por eso, su cinta no es una mera recuperación de “gadgets” y efectos del filme ochentero.
Digamos entonces que el carismático ídolo marvelita Paul Rudd no será quien salve al mundo. Sin intención de hacer “spoilers”, podemos decir que “Cazafantasmas: el legado” se monta sobre las espaldas de McKenna Grace, quien interpreta a Phoebe, niña que ha heredado el amor por la ciencia de su abuelo, Egon Spengler, miembro de los cazafantasmas originales, quien sin motivos aparentes abandonó a su familia para habitar una vieja granja en un languideciente pueblo de Oklahoma. Tras su muerte, Phoebe acompaña a su madre (Carrie Coon) y a su hermano mayor (Finn Wolfhard) buscando rescatar algo de la exigua herencia dejada por el científico, ignorando el verdadero valor de su legado.
Quien hereda no hurta
Este nuevo capítulo en el universo original de los Cazafantasmas puede leerse como una muy inteligente puesta al día de la franquicia, reconociendo el tiempo pasado, las dolorosas ausencias y el envejecimiento del elenco original. Un enfoque que solo podía darlo este director independiente conocido por cintas como “Juno” y “Up in the Air”, quien a la hora de dirigir comedias sabe enfocarse en las relaciones íntimas y en los vínculos familiares. Jason Reitman, confeso “primer fan de los Ghostbusters”, confesó a la prensa que hace una década imaginó, sin explicación, la imagen de una chica de doce años que encontraba una polvorienta mochila de protones en un granero. Aquel concepto no le dejó en paz, y como toda buena idea, no tardó en exigir ser pasada en limpio. “Tras la muerte de Harold Ramis (en 2014), súbitamente supe quién podría ser esta chica: la nieta de Egon Spengler. Ésta era la historia que yo anhelaba contar: la historia de una niña que halla una mochila de protones y descubre su verdadero ser, su legado y la razón por la cual es única”. En efecto, Phoebe no teme ni a los fantasmas, ni a disparar el cañón de su mochila de protones ni a sostener unidades de ectocontención.
Este homenaje a Egon Spengler / Harold Ramis, no resulta un oportunista recurso para cubrir a un actor fallecido, sino una gran oportunidad para recuperar el valor de los vínculos familiares y el legado de los ausentes que solemos olvidar. Eso hace que el guion escrito por Gil Kenan con el director realmente emocione. Jason Reitman crea una película que honra al filme original sin apoyarse en él. Una cinta tanto para padres nostálgicos como para sus hijas e hijos que no temen a fantasmas.
Los Cazafantasmas a lo largo de los años: Una introducción rápida a la franquicia
Los cazafantasmas (Ivan Reitman, 1984)
Ícono de la cultura pop ochentera, “Ghostbusters” fue una idea del ex miembro de “Saturday Night Live” Dan Aykroyd, actor aficionado de lo sobrenatural, que le dió la vuelta a las tétricas historias de fantasmas injertándolas en la divertida agenda de tres dignos exterminadores de plagas. Sumados a su plan Bill Murray e Ivan Reitman, se afinó el concepto de esta historia casi de caricatura. Reitman incorporó al equipo a Harold Ramis, como co-escritor y el tercer cazafantasmas, y el resto es historia conocida.
Los cazafantasmas 2 (Ivan Reitman, 1989)
No tan buena como la primera entrega, pero tampoco tan mala como se cuenta. Cinta recordada sin cariño y maltratada tanto por la crítica como (posteriormente) su propio elenco, tuvo la mala suerte de coincidir con el estreno de cintas imbatibles como el primer “Batman” de Tim Burton, la memorable “Indiana Jones y la última cruzada”, la adrenalínica “Arma mortal 2″ y la pazguata “La sociedad de los poetas muertos”. Un guión repetitivo que reemplazó al gigante muñeco de marshmallow por la estatua de la Libertad, y pequeñas dosis de humor y terror, consumibles para toda la familia.
Los verdaderos cazafantasmas (Columbia Pictures, 1986-1991)
Spin-off animado de la película original de 1984, que sobrevivió a la secuela de 1989. Parte de aquellos dibujos que se ofrecían el sábado por la mañana para expandir las aventuras de Venkman, Spengler, Stantz y Zeddemore, redibujando a una entonces espectacular recepcionista Janine. El título advertía del carácter legítimo de los personajes porque el programa debió lidiar con una serie animada producida por Filmation, de igual título.
Cazafantasmas extremos (Columbia TriStar Television 1997)
Ambientada años después de The Real Ghostbusters, esta secuela renovó al equipo y aportó algo de estética “dark” afín a la época. El científico Egon Spengler entrena a cuatro estudiantes con lecciones de actividad paranormal y uso de armas de protones. La serie duró solo una temporada.
Cazafantasmas (Paul Feig, 2016)
La feminización de la franquicia resultó un doloroso fracaso. Melissa McCarthy y Kristen Wiig, las mejores comediantes femeninas de la actualidad, y Kate McKinnon, ícono de Saturday Night Live, parecían una apuesta segura. Sin embargo, la historia resultó tan falsa y plagada de estereotipos que el público empezó a desear que los fantasmas se las llevaran con ellos al limbo. Se aprecian los cameos del elenco original, con Bill Murray, Dan Aykroyd, Ernie Hudson y Sigourney Weaver, pero poco más.
Cleanin ‘Up the Town: Remembering Ghostbusters (Anthony Bueno, 2019)
Este documental es el resultado de doce años de investigación y producción para cubrir la realización de las dos primeras entregas de los Cazafantasmas, en 1984 y 1989. Sus entrevistas incluyen al director Ivan Reitman y a todo el reparto, incluyendo al desaparecido Harold Ramis. Sin embargo, lo que hace irresistible el documental es su abordaje al equipo de efectos visuales, compartiendo imágenes inéditas e interpretando con lucidez sus aspectos creativos.
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