RODRIGO BEDOYA FORNO
El Festival de Cine de Lima 2014 ha dejado un grato sabor de boca a todos: se ha tratado de una de las mejores ediciones, sino la mejor, de la historia del encuentro.
¿Por qué lo decimos? Pues porque pocos festivales se pueden dar el lujo de tener, en una misma edición, lo último de Lisandro Alonso, Bruno Dumont y Nuri Bilge Ceylan. Si uno tuviera que elegir a diez cineastas imperdibles de hoy, estos tres nombres estarían sí o sí. Dumont, con “P’tit Quinquin”, demostró que su cine espiritual engancha también con la comedia y entregó una cinta desconcertante y apasionante, acaso la mejor del festival. Alonso, con “Jauja”, transitó nuevos caminos que tienen mucho de ‘western’, pero que mantienen esa tensión entre naturaleza y hombre que hace apasionante su cine. Ceylan, con “Winter Sleep”, cambió silencios por diálogos, pero la melancolía y desazón que transmiten sus imágenes se mantienen intactas, incluso si no se trata de su mejor película. Estos tres cineastas hacen, por sí solos, un festival entero.
LA COMPETENCIAHubo cosas interesantes en la Competencia Oficial, nutrida por cintas que venían derechito de Cannes. La gran ganadora, “Gente de bien”, de Franco Lolli, es una cinta que habla de contrastes sociales pero con un tono cotidiano, fluido, que nos hace ver que quizá las diferencias son más profundas de lo que uno cree. Se premió a una buena película, lo cual siempre es positivo, pero hubo algunas otras que merecieron estar en el Palmarés y que no fueron consideradas; comenzado por “Refugiado”, de Diego Lerman y “Matar a un hombre”, de Alejandro Fernández Almendras, dos cintas distintas pero rigurosas en su ejecución.
Pero el premio resulta interesante porque se recompensa a una cinematografía que crece en todo sentido como la colombiana, y que también tuvo un muy buen exponente en “Tierra en la lengua”, de Rubén Mendoza.
Desde que vimos “El lobo detrás de la puerta”, intuíamos que Leandra Leal, su formidable protagonista, se llevaría el premio a mejor actriz. En efecto, su personaje tiene sensualidad pero también cálculo, tiene de mártir pero también de psicópata. Y ella consigue mezclar todo eso para crear un ser inquietante y perturbador. Su compañero de reparto y ganador a mejor interpretación masculina, Milhem Cortaz, también está notable.
El premio a mejor director para Manolo Nieto por “El lugar del hijo” es también justo porque permite destacar a una cinta interesante en su mezcla de comedia juvenil, toques políticos y hasta conflictos sociales. Quizá sea mucho, pero el realizador consigue conjugar estos ingredientes de manera inteligente.
OTRAS SECCIONESLa muestra de la Semana de la Crítica de Cannes se ha convertido en un espacio de sorpresas y revelaciones. Este año, nos topamos con “Kindergarten Teacher”, excelente drama israelí de Nadav Lapid, sobre una mujer que descubre a un infante que tiene una enorme capacidad de crear poesía. ¿Cómo cuidar esa gema en una sociedad militarizada, que parece preparar a sus jóvenes para matar? Esa es la pregunta que se hace este filme político sobre la realidad de Israel.
“The Tribe”, de Myroslav Slaboshpytskiy, es una cinta ucraniana que parte de un concepto extraño: la forma de comunicarse de los seres humanos es a través de lenguaje manual, como si todos fuéramos sordomudos. Y así, sin diálogos, vemos la historia de un joven en un internado donde la violencia es la regla. Prostitución, peleas y explotación son la marca de la juventud que retrata este filme duro, seco, con explosiones de violencia que parecen cosa de todos los días.
La muestra de Ambulante, grupo creado por Diego Luna y Gael García Bernal, encargado de difundir documentales, presentó “The Missing Picture”, recuerdo muy personal del cineasta Rithy Panh, que explora su infancia durante la época de los Khemeres Rojos en Camboya. ¿Cómo graficar el dolor? Pues a través de seres de plastilina que justamente van creando la imagen faltante que le da el título al filme.
El cine de Estados Unidos tuvo un muy buen exponente en “Cold in July”, mezcla de ‘thriller’ sureño, ‘western’, tragedia griega y demás géneros que nos va creando un ambiente enrarecido y violento, digno de la mejor tradición del cine del país del norte.
CINE PERUANODe las cintas que pudimos ver, destacan “Climas” y “NN”. La primera, ópera prima de Enrica Pérez, se compone de tres historias que ocurren en la costa, la sierra y la selva. El punto más alto del filme es la tercera parte, que transcurre en los Andes, y que consigue una gran intensidad emocional. Más allá de su irregularidad (el segundo episodio es muy fallido), la cinta nos descubre a una directora que sabe aprovechar los espacios en los que trabaja.
A “NN”, la segunda cinta de Héctor Gálvez, le toma tiempo encontrar hacia dónde quiere apuntar. Pero una vez que se centra en el personaje de Paul Vega, el filme comienza a crecer y a envolvernos con un planteamiento en el que la búsqueda de los restos de personas desaparecidas parece un hecho inútil, como si nada fuera suficiente para reparar el dolor. Inferior a “Paraíso”, con “NN” Gálvez asume nuevos y bienvenidos riesgos como cineasta.