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No es falsa modestia cuando Gustavo Bueno confiesa sentirse sobrepasado por el homenaje del 19 Festival de Cine de Lima. Lo que sucede es que, según confiesa, cuando hoy por la noche reciba el aplauso en el Gran Teatro Nacional, teme sentirse “un poco estúpido”. “¿Qué decir? ¿Cómo corresponder ese intimidante reconocimiento?”, se pregunta
El actor no cree en papelitos, tampoco en agradecimientos improvisados. Tiene claro que si es necesario compartir algunas palabras, no será para dar lecciones de actuación ni compartir lecciones de vida. El teniente Gamboa de “La ciudad y los perros” (1985), el teniente Iván Roca en “La boca del lobo” (1988) o don Ventura, el optimista locutor de radio en “Caídos del cielo” (1990), ha decidido recordar a las personas con las que le ha tocado trabajar a lo largo de treinta años de carrera en la gran pantalla. “Para mí, el cine siempre ha sido sinónimo de gente. Gente que lo ve y gente que lo hace. Y simplemente quiero agradecer a una generación que se dedicó a hacer cine en momentos muy graves para el país. Lo que hacían entonces tenía una gran importancia”, anuncia el actor.
LOMBARDI, EL PRIMEROPor supuesto, el director de “La ciudad y los perros” merece sus primeros recuerdos. Es curioso, pero no estaba previsto que Bueno vistiera el uniforme del teniente Gamboa. “La película iba a ser una coproducción con México, e iba a venir un actor mexicano para interpretar el papel. Pero cuando se cayó aquel acuerdo, se necesitó cubrirlo con urgencia. El productor Manolo Castillo, que me conocía por haber filmado un par de capítulos para la teleserie ‘Gamboa’, le sugirió a Lombardi mi nombre”.
Bueno recuerda perfectamente aquel encuentro con el director. “Nos pusimos a hablar, y, por supuesto, yo devoré la conversación”, dice. “Como soy un poco bocón, empecé a preguntarle por qué no usaba hasta entonces actores profesionales en sus filmes. Él me respondió que siempre le había molestado el histrionismo de los actores. Estaba hablando de los de la escuela antigua. Entonces me mandé con todo: ‘¡El problema es tuyo porque no encuentras cómo comunicarte con los actores!’, le solté”. Aquella fue una larga conversación que, cuando se reúnen ambos, siempre recuerdan. “Ahora Lombardi es un convencido de que no puede trabajar sin actores profesionales”, comenta.
Pero de los filmes dirigidos por Lombardi es “La boca del lobo” el que recuerda con mayor emoción. “Cuando terminamos la película y la vi completa, me di cuenta de que, por encima de su calidad, me conmovió su importancia. Era un momento crítico para el país, cuando la guerra con Sendero se estaba llevando bastante mal. La cinta promovió una discusión sobre la forma como se llevaba la guerra y ayudó a entender mejor el conflicto. Había entonces un cine importante, con Lombardi, con el grupo Chaski. Necesitá- bamos mostrar el rostro de un país fracturado”, explica.
UNA GENERACIÓN GOLPEADAPor cierto, cuando la carrera de un actor atraviesa las generaciones, la lista de los agradecimientos se amplía considerablemente: Aldo Salvini, Enrique Moncloa, Augusto Cabada, Lucho Barrios, Danny Gavidia, Judith Vélez. “Ellos formaron parte de una generación siguiente que no pudo hacer cine por culpa del ministro de Economía Carlos Boloña, quien desmanteló la ley de cine en la dictadura fujimorista. Con ello mató una industria incipiente. ¡Mira todos los años que han debido pasar para que vuelva la actividad en nuestro cine. Quebraron a toda una generación”, se lamenta Bueno.
“¿Qué me mira, cadete? ¿Quiere una fotografía mía calato?”, le siguen gritando al actor en la calle. Frase incorporada a nuestra cultura por evidenciar un autoritarismo y machismo propios, pero con su burla más. Otros le gritan “Echa Muni”, porque reconocen en el actor al sufrido hincha. Los mas jóvenes le dicen “don Gilberto” cuando llega a la puerta del estudio donde se filma “Al fondo hay sitio”.
Ex candidato por el Partido Socialista, este actor izquierdista siempre será identificado por sus papeles de intolerante militar. El actor lo asume con una sonrisa. En la ficción ha sido policía, marino, aviador y soldado. Asimismo, ha ascendido en la pantalla hasta alcanzar todos los grados conocidos.
El éxito ha acompañado siempre al actor de 64 años, aunque, como sucede siempre en su oficio, siempre lo asaltaron las pesadillas. “De joven, me veía perdido, sin oficio ni beneficio. No sabía qué futuro podía tener”, confiesa. Por ello, acompañó la actuación con actividades paralelas como la publicidad y la dirección de comerciales. Y aunque prometió no dar consejos a los jóvenes, para este artículo comparte uno: un actor debe tener siempre más de una opción laboral. “No siempre hay trabajo para todos, aunque haya mayor cantidad de producciones. Hay más posibilidades pero también mayor competencia”, añade.