Sabido es que Reina Pachas, arribista, celosa y manipuladora matrona de “Al fondo hay sitio”, era conocida por sus despropósitos. Los guionistas de la serie acuñaron para el personaje de Tatiana Astengo muletillas tan recordadas como su “¡Basuuura!” (convertida luego en ringtone), su extraño deseo de viajar a “Disney Work” y su desafortunada promesa de renacer “como el gato Félix”. En una era confusa en la que campea la posverdad, los equívocos y las faltas ortográficas, el gato creado en 1919 por Otto Messmer ha terminado reemplazando a la mitológica ave fénix, consumida por el fuego cada 500 años para luego resurgir de sus cenizas.
Aunque quién sabe: cumplidos 100 años de vida, el gato más antiguo del cine llega a nosotros como un símbolo de lo incombustible. Ya lo decía su canción original “Felix Kept On Walking” (1923), que nos recuerda al “Canto coral a Tupac Amaru” de Romualdo: “Félix sigue caminando, / con sus manos detrás siempre lo encontrarás. / Le hizo explotar con dinamita, pero a él no pudieron matarlo. / Millas en el aire que voló, simplemente murmuró ”¡Toodle-oo!“ y aterrizó en ”Tombuctú!“.
PRIMEROS MAULLIDOSLa primera vida de Félix el gato quedó registrada en setiembre de 1919, en un cortometraje de la Paramount Pictures titulado “Feline Follies”. Entonces se llamaba Master Tom, pero en diciembre del mismo año se impuso su nombre final al estrenarse su tercer corto, usualmente proyectado antes de las películas de Charlie Chaplin. El público empezó a acudir a los cines buscando en las marquersinas la presencia de aquel personaje de pelaje negro, ojos blancos y sonrisa que ocupaba más de la mitad de su cabeza. El protagonista de historias surrealistas y de humor absurdo se convirtió en un fenómeno de la cultura popular estadounidense, y su imagen pronto adornaría todo tipo de productos, inspirando una gran industria de juguetes e incluso a músicos de jazz como Paul 'Pops' Whiteman.
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Sin embargo, su éxito fue tan explosivo como efímero. En 1927 se proyectaba “El cantante de jazz”, la primera película sonora, y al año siguiente desembarcó en las salas de cine “Steamboat Willie”, corto protagonizado por un entonces desconocido Mickey Mouse, la primera caricatura con sonido. Rápidamente los estudios de animación incorporaron el invento, menos el australiano Pat Sullivan, responsable de los cortos de Félix. Cuando el productor se dio cuenta de su error ya era tarde: los principales estudios ya no estaban interesados en aquel gato negro que podía traerles mala suerte. Tras 140 caricaturas, en 1930 se proyectó la última cinta.
Por entonces se desarrollaba una injusta historia ligada a los derechos de autor del personaje. A pesar de que el animador Otto Messmer había inventado a Félix por su cuenta a los 27 años, Pat Sullivan, un empresario alcohólico y controlador, se llevó todo el crédito hasta su muerte en 1933. Cuestiones de sindicación habituales entonces crearon la confusión, pues Messmer dibujaba para el equipo de Sullivan, y su firma debía figurar siempre ligada al famoso minino.
Empero, olvidado el fulgor cinematográfico, Messmer continuó la producción de tiras cómicas para los diarios sindicados por la King Features hasta 1943. Félix registraba entonces hitos notables en la cultura popular: en 1927, durante su famoso vuelo transatlántico, Charles Lindbergh llevó consigo un muñeco de Felix en su avión y, al año siguiente, los ingenieros de la NBC utilizaron un muñeco parecido para transmitir sus primeras imágenes experimentales de televisión. Aquel año, en Nueva York, el entrañable felino fue el primer personaje animado que sobrevolaba la Gran Manzana como un globo gigantesco, en los desfiles por el Día de Acción de Gracias de la tienda de departamentos Macy’s.
ÍCONO DE TVFue en 1958 cuando el Gato Félix comienza su carrera en televisión. Fue la Official Films la que marcó una nueva y larga vida para el personaje al comprar los derechos de Sullivan y Messmer. Joe Oriolo, antiguo asistente de Messmer, sería el nuevo artista tras el personaje, responsable de estilizar su figura, moderar su carácter atendiendo al público infantil, e inventar su codiciada maleta mágica. Oriolo agregó además nuevos personajes, como el brillante Poindexter o el bravucón Rock Bottom. Es en este regreso cuando surge “Felix the Wonderful Cat”, la canción más popular y por la que hoy muchos recordamos al surrealista felino, compuesta por Winston Sharples e interpretada por Ann Bennett.
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Don Oriolo, hijo del animador, continuaría a cargo del personaje haciéndolo protagonizar nuevas series como “Twisted Tales of Felix the Cat” a mediados de los noventa, producida por la CBS; “Baby Felix” lanzada para el mercado japonés; y “Felix the Cat guarda la Navidad”, nada memorable largometraje para video doméstico.
Messmer murió en 1983 en Newark, Estados Unidos, a los 91 años. Maurice Horn, uno de los grandes investigadores del cómic, define así su legado: “El pequeño felino negro es una de las grandes creaciones del arte de los comics: su soledad, su sentido de alienación y su obstinada lucha contra el destino, el frío, el hambre y la humanidad insensible lo señalan como uno de los primeros héroes del absurdo disfrazado de animal”.
Aunque los últimos avistamientos televisivos de Félix resultan lejanos, el gato no ha agotado sus siete vidas: en 2014, DreamWorks Animation se hizo con los derechos del popular personaje, no para producir un filme a su medida, sino para convertirlo en una marca deseada y de moda. Su última gran aparición fue en la ComicCon de San Diego, en 2016, convertido en ícono para una colección de zapatillas temáticas de Diadora, línea que incluye también ropa y juguetes. ¡Lo que tiene que hacer un viejo gato para sobrevivir!