Solo dos cosas me desagradan del estreno de “The Holdovers”. Primero, que no haya llegado antes a la cartelera, pues es una película encantadora para los ánimos navideños. Segundo, que le hayan puesto un horrible título en español: “Los que se quedan”. Más allá de esas dos objeciones, no hay mucho más que reprocharle. El de Alexander Payne es un filme espléndido, de lo mejor de la temporada.
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Ambientada en la ficticia escuela Barton, en diciembre de 1970, sigue a un pequeño grupo de personajes que, por distintas razones, pasarán las vacaciones de Navidad y fin de año encerrados en el enorme colegio. Un relato de soledades compartidas que tiene a tres protagonistas centrales.
El principal es Paul Hunham (Paul Giamatti), un profesor de Historia que sueña con viajar a Grecia, Egipto o Perú, pero cuya vida gris y sedentaria lo ha estancado por años en su puesto. Giamatti se reencuentra con Payne tras casi 20 años (desde “Entre copas”, del 2004) y ofrece una actuación formidable como un maestro severo y de pésimo carácter, a medio camino entre Scrooge y el Grinch, icónicos aguafiestas de la Nochebuena.
Junto a él estarán Angus Tully (Dominc Sessa) y Mary Lamb (Da’Vine Joy Randolph). El primero es un estudiante problemático, con líos familiares irresueltos, dolido por la muerte de su padre. La segunda es la jefa de cocina del colegio, quien acaba de perder a su hijo en la Guerra de Vietnam. Junto al personaje de Giamatti, completan una triada de almas marcadas por la carencia y el desencanto.
UN NUEVO LOGRO
La crítica ha catalogado a “Los que se quedan” como un clásico moderno de Navidad. Y sí, tiene el espíritu inspirador de “¡Qué bello es vivir!”, pero también la frescura juvenil e irreverente de “The Breakfast Club”, con una estética retro que se nutre de las texturas del celuloide y de una banda sonora que incluye a The Allman Brothers Band, Chet Baker, Temptations, Shocking Blue, Cat Stevens, entre otros.
Es una mezcla de referencias sutiles, que Payne sabe trazar con maestría. Porque “Los que se quedan” es una comedia sobre la tristeza y el desamparo. Quienes esperen una película que les arranque carcajadas, quizá puedan salir decepcionados. Es más bien una de esas historias que nos estampan una sonrisa de lado, el gesto asociado al recuerdo nostálgico, a las oportunidades perdidas. Pero también a la esperanza, pese a todo.
Si la irregular “Downsizing” (2017) fue un bache en la filmografía de Payne, “Los que se quedan” lo devuelve a su mejor forma y en cierta manera dialoga con su película anterior, la imprescindible “Nebraska” (2013). En principio parecen polos opuestos: si “Nebraska” era viaje, desplazamiento, ‘road movie’, “Los que se quedan” se nos presenta sobre todo como estancia, encierro e interiores.
Pero incluso allí hay una trampa, pues en esta cinta también hay un periplo, una fuga inesperada, un escape que rompe con los límites establecidos. Y son esos quiebres súbitos –tan sencillos como milagrosos– los que forjan y dan vida al cine de Payne. A nosotros nos queda aplaudir y emocionarnos.
Paul Giamatti ganó el Globo de Oro a Mejor Actor en Comedia o Musical, y Da'Vine Joy Randolph el de Mejor Actriz de Reparto en el mismo rubro.
Se espera que la película obtenga más de una nominación en los premios Óscar, que anunciarán a sus candidatos el próximo 23 de enero.
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