Una niña de rostro alegre y vivaz aparece en el departamento de un padre soltero y atribulado. La pequeña es Francisca Aronsson, quien hace de Margarita, la hija de Rafo (Giovanni Ciccia). En esta historia también aparecen Sandra (Vanessa Saba), madre de Margarita y ex esposa de Rafo; Claudia (Melania Urbina), la vecina con problemas para estacionar su automóvil; y Thalía (María Grazia Gamarra), típico personaje de la rubia tonta que pasa por ser la novia de turno del sufrido papá.
Lo que por su título parecía ser una película centrada en una niña simpática y a la vez problemática (“Ese dulce caos” es el lema del filme que figura en el póster oficial), resulta ser una comedia de enredos que no sabe definirse bien. Por un momento se acerca a la paternidad que debe ser aprendida a la fuerza, quizás inspirada en la mediocre “No se aceptan devoluciones”, de Eugenio Derbez. Luego, pareciera optar por la complicidad masculina de la labor doméstica, al estilo de “Tres hombres y un bebé” (1987), para finalizar como una comedia romántica más, donde la niña lucha por no salir del encuadre.
Pero el principal escollo de “Margarita” no es ese perfil errático y desdibujado de su planteamiento. Giovanni Ciccia, en quizá el papel más sobreactuado que le conocemos, se esfuerza por ser teatral –en el tono de un burdo sainete de formato televisivo–. En ello le siguen María Grazia Gamarra, personaje de un solo trazo que gesticula mecánicamente, o la misma Yvonne Frayssinet –como la madre de Rafo–, otra actriz desaprovechada en medio de la escasez generalizada de matices.
Y, por otro lado, los movimientos dinámicos y las cámaras ágiles de la también empalagosa “Locos de amor” (2016) –anterior filme de Frank Pérez Garland– se han cambiado por una letanía de planos y contraplanos de diálogos elementales que perfilan lo que uno puede adivinar desde que comienza la historia. Se tiene que esperar demasiado para que se desarrolle el romance que –ya lo sabemos– Margarita ayudará a consumar.
UNA FANTASÍAEn realidad, Vanessa Saba (guionista) y Frank Pérez Garland (director) apuestan por una comedia familiar cuyo principal atractivo es su artificialidad, entendida esta como pintoresco simulacro de alguna extraña fantasía social. Las cajeras de supermercado son blancas y no hablan. Los ejecutivos de las corporaciones donde trabaja Rafo también parecen haber venido de ese mismo lugar quimérico, o alguno donde el mestizaje parece no haber llegado nunca.
El cine siempre ha sido una máquina de ilusiones, de proyección de imaginarios sociales o de sueños colectivos. Ese es un trabajo que dejaremos para los científicos sociales. Pero el cine también es invención, creatividad, divertimento emocionante e inteligente. Nada de eso tiene “Margarita”, donde Charlie (César Ritter), bufón algo chalado que funge de amigo de Rafo, pasa por ser el único elemento realmente excéntrico u original del filme, a pesar del notorio extravío conceptual en el que se encuentra.
No hay aquí algún filón mínimamente sensible, salvo el sentimentalismo ramplón que podríamos encontrar en cualquier telenovela o folletín rosa. Uno se preguntaría: ¿pero no es esta película solo una comedia familiar? Sí, claro que lo es. Pero la comedia nunca ha sido un género menor, ni más complaciente que otros. Sea familiar o no, la comedia, cuando es buena, nos conmueve y hace reír, nos hace pensar y sentir. Todo lo que no hace “Margarita”.
AL DETALLECalificación: 0.5 estrellas de 5Título original: “Margarita”.Género: comedia.País y año: Perú, 2016.Director: Frank Pérez Garland.Actores: Giovanni Ciccia, Melania Urbina, Vanessa Saba, Francisca Aronsson.
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El tráiler de “Margarita”.
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