Por Manuel Patiño
No hay mejor subtítulo en el póster de una película que el famoso “Ganadora del Premio de la Academia”. Pero obtener el preciado Oscar a Mejor Película no es nada sencillo, y no se trata de la competencia. De hecho, el método para elegir este galardón es bastante entreverado. Y la culpa es de Batman.
Hay una razón por la cual en los últimos años la “polla del Oscar” suele romperse en los minutos finales, cuando se presenta el gran premio de la noche. ¿Recuerdan a La La Land vs Moonlight o Roma vs Green Book? ¿Se han preguntado cómo es que termina ganando una película que no necesariamente estaba en el radar de los gurús de las predicciones?
El culpable es el “voto preferencial”. Sí, el mismo método bajo el cual elegimos a nuestros congresistas. Curiosamente, el caso ‘sui generis’ es el premio a Mejor Película. El resto de categorías se decide por mayoría simple entre los votantes de la Academia.
Pero vamos por partes. Primero: ¿qué es la famosa Academia?
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El club de los cinéfilos
La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, que año a año premia a sus preferidos en la industria del cine en el Dolby Theatre de Hollywood, es una organización compuesta por más de 8,000 personas que se dedican, de una forma u otra, a hacer películas.
La Academia se divide en 17 ramas o especialidades: actores, directores, ejecutivos, camarógrafos, guionistas, animadores, relaciones públicas, música, editores, maquillaje, etc. Básicamente, los principales puestos de trabajo para realizar un producto audiovisual.
Claro que para pertenecer a una de estas categorías no basta con presentar una solicitud. Al contrario, la “mesa de gobierno” de la Academia debe invitar al candidato elegido. Para ello, el postulante debe haber recibido una nominación al Oscar o contar con el apoyo de dos miembros de la rama a la que aplica. Además, en el caso de los directores, por ejemplo, deben contar con dos películas dirigidas, y una en los últimos 10 años.
Una vez está completo el club, cada rama elige a los nominados en su respectiva categoría, pero todos pueden participar en el premio principal: Mejor Película.
La categoría de Mejor Película en el Oscar puede contar con entre cinco a 10 nominados, y para asegurar un puesto es necesario obtener un 5% de los votos, como mínimo. Es decir, si a 400 miembros le gustó una película, lo más probable es que sea nominada.
Para elegir a los ganadores se repite la historia. Cada rama elige en su respectiva categoría, pero todos escogen a la mejor cinta de la noche. Es aquí donde entra a tallar el voto preferencial.
La culpa es de Batman
Durante las primeras 16 ediciones del Oscar, la Academia elegía 10 nominados para el premio a Mejor Película. Después del triunfo de Casablanca, en 1944, el formato cambió a solo cinco nominados y se mantuvo así durante 65 años, desde 1945 hasta 2010.
El responsable del cambio fue Batman. Según The Hollywood Reporter, la exclusión de The Dark Knight (Nolan, 2008) en los Oscar de 2009 desató la furia del mundo cinéfilo, por lo que la Academia decidió ampliar el número de candidatos, con el fin de que pueda participar una película popular (como la de Batman) en la categoría principal.
Desde 2010 el Oscar a Mejor Película puede albergar entre cinco y 10 nominados. El detalle es que una película podría ganar con apenas el 15% de los votos. Entonces, la Academia decidió introducir el voto preferencial, para garantizar que el filme con mayor aceptación gane el premio.
El objetivo es que el Oscar se lo lleve una cinta que supere el 50% en las urnas. Para ello cada votante elabora una lista. Como este año son nueve las nominadas, pues enumeran los títulos del uno al nueve, de mejor a peor.
PricewaterhouseCoopers (PwC) es la encargada de administrar la elección (sí, los mismos del escándalo “La La Land/ Moonlight”). Terminados los comicios, la compañía organiza nueve pilas, una para cada nominada, con los votos de quienes la colocaron en primer lugar en su respectiva lista.
Como es muy difícil que una cinta obtenga más de 50% de “número 1” en el resultado, se elimina a la película menos votada (es decir, el filme que menos gente eligió como “número 1”), y los votos se redistribuyen entre el resto de películas. ¿Cómo? ¿Recuerdan que cada miembro elaboraba una lista? Pues el voto lo recibe la película que obtuvo el segundo lugar en cada relación.
Es decir, imaginemos que alguien eligió a Ford v Ferrari como ganadora (número 1) y quedó en último lugar, entonces su voto se redirigiría hacia la película que escogió en segundo puesto (su número 2 en preferencia); por ejemplo, Little Women. Este proceso se repite hasta que una película supere el 50% de votos.
El problema con este sistema de elección es que no necesariamente favorece a la película que la mayoría considera “la mejor”, sino a la “menos mala”.
El efecto La La Land
Es normal encontrar cintas que polaricen durante la temporada de premios. Cuando se estrenó Roma mucha gente terminó fascinada con la obra de Alfonso Cuarón, pero muchos otros la criticaron con dureza. Este debate se veía en las calles, en las redes, y muy probablemente en la Academia.
No es descabellado intuir que quienes no votaron por Roma la colocaron en los últimos puestos de su lista. Lo mismo pudo haber sucedido con La La Land, que pese a ser bastante popular al principio, arrastró una avalancha de hate de cara a los premios Oscar.
En pocas palabras, películas que generen reacciones opuestas no la van a tener más fácil, incluso si la mayoría la considera ganadora. En contraste, filmes que no gustaron lo suficiente para ocupar un primer lugar, pero sí un tercer o cuarto puesto, se ven favorecidos.
Incluso si los votantes se rehúsan a colocar películas que no le gustaron en su lista y solo incluyen dos títulos; si estas cintas son eliminadas, también se descarta el voto del elector, según THR.
De hecho, esta podría ser la razón por la que cada vez es más común ver ganadores diferentes en las categorías de Mejor Director y Mejor Película, puesto que la primera se decide por mayoría simple, mientras que la última tiene este método enredado. El mismo que podría echar a perder la polla más acertada la noche del 9 de febrero.
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