Hace 50 años, Mary Poppins descendió del cielo con apenas un paraguas y un bolso por primera vez. Estricta pero dulce, conseguío controlar a Jane y Michael, los indomables retoños de la familia Banks.
La niñera ideal le enseñó a los padres que las habitaciones están mejor ordenadas, y que cada tarea doméstica puede tener una parte divertida.
Mary Poppins sabía que un día organizado es un día feliz y, con sus dotes negociadoras, logró lo que ni los padres ni las anteriores niñeras habían conseguido.
Aunque antiguas, los padres de hoy todavía elogian las técnicas de la niñera interpretada por Julie Andrews.
La bloguera especializada en el cuidado de chicos Kenney Myers describe a la niñera como “el estándar de oro”, mientras que el experto en crianza Michael Grose dice que hay algunas lecciones clave que se pueden aprender de Poppins.
“Lo que podemos aprender de Mary Poppins es la importancia de los límites y el papel que juegan en la crianza de los niños”, dice Bernie Wooder, un psicoanalista que utiliza la “terapia cinematográfica” como parte del tratamiento.
“Cuando Mary Poppins llega a la casa, se hace cargo de la organización y parece como si fuera magia pues todo empieza a estar bien. Esa es una lección muy efectiva”, le dice a la BBC.
Desesperación
Las películas exploran frecuentemente la relación entre padres e hijos, o niñeras y los niños que cuidan.
Wooder dice que a un padre le prescribió ver la película de Robin Williams “Señora Doubtfire”.
En la película, Williams interpreta el papel de Daniel Hillard, un padre que pierde la custodia de sus hijos tras un divorcio.
En su desesperación por verlos, acaba disfrazándose de mujer, se pone una nariz falsa y un traje y adopta un acento escocés para conseguir que lo contraten como niñera de sus propios hijos.
“La película ayudó a mi cliente porque expresa el nivel de frustración que estaba sintiendo y porque el personaje, como él, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para poder pasar tiempo con sus hijos”, añade Wooder.
Utilizar un disfraz para saltarse los acuerdos de custodia no es algo que se pueda recomendar en el mundo real, pero la película ofrece una lección sobre la intimidad entre padres e hijos.
“Las películas son una herramienta muy buena para ayudar a la gente a saber reconocer un sentimiento o una situación, y tomarse tiempo para sentarse, mirar y reconsiderar” la situación.
La niñera de voz suave que interpreta Williams es uno de los personajes del cine que exploran la relación entre padres e hijos.
En contraste, con la voz suave de la niñera que interpreta Williams está el silbato que usa el Capitán von Trapp para hacer marchar a sus hijos en “La novicia rebelde” (“Sonrisas y lágrimas”, en España), otro padre soltero, no por divorcio sino por viudez.
Nuevamente, Julie Andrews, ya no como Mary Poppins sino como la novicia María, le muestra que el juego y la dulzura son una mejor estrategia y, a medida que el padre se va ablandando, la relación con sus hijos es más cercana.
Extremos
En la película “Cyrus” se relata una relación demasiado cercana entre una madre y su hijo y las tensiones que surgen cuando la madre, Marisa Tomei, empieza una relación de pareja nueva.
“Las películas te enseñan tanto lo que se debe hacer como lo que no”, dice la doctora Claire Halsey, experta en crianza. “Eso -agrega- provee una lección valiosa y un llamado a la reflexión”.
“Lo que es mejor es cuando los filmes muestran distintas variaciones del grupo familiar: una familia puede tener muchas formas y tamaños”, opina Halsey.
Las familias extensas son un tema muy popular en las películas. A menudo caóticas, son una forma de mostrar a los padres más estresados y menos perfectos.
En “Mi pobre angelito”, el personaje de Macaulay Culkin, Kevin, es olvidado por su familia cuando se van de vacaciones de Navidad. “Trece por docena” va de padres que batallan contra el desorden constante que causan sus hijos.
“Muchas películas muestran el extremo, o bien la familia perfecta o la familia completamente disfuncional”, dice Helen O'Hara, vice editora online de la revista Empire.
“La película trata de padres con una vida casi perfecta, que tienen que lidiar con cierto desorden pero su familia es sólida, su matrimonio es sólido y viven en una casa fantástica”.
“La película '¡Dulce hogar… a veces!', de los 90, mostraba algo más. Había más variedades de padres y lidiaban con cuestiones interesantes”.
La película seguía los dilemas de una familia extensa. Había una madre soltera que lidia con sus hijos adolescentes complicados, un padre que intenta desesperadamente que su hija se convierta en un genio y un padre exuberante, que interpreta Steve Martin, que vive de forma caótica con su familia y llevando siempre las cosas demasiado lejos.
“Es ridículo, pero hay cierta alegría perversa en saber que no vas a ser ninguno de los padres en la película, que no vas a cometer esos errores”, dice O'Hara.