“Pacto de sangre” (Double Indemnity, 1944) tiene algo indispensable en las mejores películas: en cada nueva visión se enriquece, adquiere nuevas dimensiones y sigue provocando el mismo placer (si no es mayor) que a la primera impresión. Muchos recordarán a Billy Wilder por sus comedias (como las maravillosas “Piso de soltero” o “Una Eva y dos adanes”), pero el austriaco afincado en Hollywood fue capaz de crear una de los 'thrillers' más perturbadores y apasionantes de la historia del cine. En estos días se cumplen 70 años desde su estreno en EE.UU., y no queda otra más que recomendarla como nuestra película de la semana. Aquí, cinco motivos para esa elección.
1-El ícono del 'film noir'
El 'film noir' o cine negro fue un subgénero muy particular en la historia del cine americano. Porque fue más un estilo que un subgénero: la imagen y su estilización basada en claroscuros, sombras y ambientes urbanos sombríos era su firma. Una imagen que representaba, por supuesto, el estado de ánimo de un país que entraba a un conflicto (La Segunda Guerra Mundial) y cuyos hombres volvían traumados y quebrados, buscando un nuevo lugar en la sociedad.
De ahí que las películas de esta vertiente del cine criminal nos muestras a personas comunes y corrientes (que podían ser policías o ex presidiarios que buscan reestablecerse), que de pronto son llevadas a cometer un acto criminal por una 'femme fatale' que los enamorará y los llevará a la perdición. Así le pasa a Walter Neff (Fred MacMurray), un vendedor de seguros que caerá en las garras de Phyllis Dietrichson (Barbara Stanwyck), que lo convencerá para asesinar a su marido. Por supuesto, nada de eso puede salir bien. Como bien lo resume el pobre Walter al principio del filme: “Maté a un hombre por dinero y por una mujer. No obtuve el dinero y tampoco obtuve a la mujer”.
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2-Barbara Stanwyck, la 'famme fatale' por excelencia
La tradición cinematográfica de la mujer fatal es larga y asentada. Pero quizá su mejor rostro (y cuerpo) está en Barbara Stanwick haciendo de Phyllis. Su forma de caminar, de mirar, de hablar, de sonreír: todo nos lleva a saber que el buen Walter se está metiendo con la mujer equivocada. Y, sin embargo, lo entendemos, a pesar que nada le podrá salir bien. El prototipo de mujer perniciosa, que lleva al hombre a la perdición y que ha tenido tantas representaciones en el cine, desde Rita Hayworth hasta Rebecca Romijn, está en esta película.
Esta escena representa, mejor que ninguna, la filosofía de la mujer fatal. Nunca la perdición sonó (ni se vio) tan deliciosa.
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3-El placer de la palabra
No solo de sombras proyectadas en las paredes y los rostros vive el cine negro: también de diálogos filosos, punzantes y seductores. Y “Pacto de sangre” tiene algunos de los mejores diálogos que ha dado la historia del cine. Mire aquí esta escena (sin subtítulos) que marca el primer encuentro entre Walter y Phyllis: magia pura, cine en todo su esplendor.
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4-Edwar G. Robinson, el sabueso de los seguros.
Este actor de baja estatura y de semblante gruñón entrega, en esta cinta, uno de los personajes secundarios más memorables de la historia del cine. El Barton Keys que interpreta en el filme es el encargado de descubrir cuáles de los accidentes que implican pagar el seguro son falsas o montadas. ¿Y cómo lo sabe? Pues su hombrecito: una corazonada que le provoca una acidez insufrible. La brillantez del personaje es única, como lo demuestra este diálogo en el que explica como un accidente que obligará a la compañía a desembolsar un buen monto de dinero no puede ser un suicidio. De los grandes personajes que ha dado el cine.
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5-Billy Wilder, un todoterreno en Hollywood
Comedia, drama, 'thriller': Billy Wilder hacía todo, y todo lo hacía bien. El director podía hacer una comedia desopilante como “Una Eva y dos adanes” como un drama visceral sobre la crudeza del alcoholismo en “The Lost Weekend”. Podía pasar de la melancolía de “La vida privada de Sherlock Holmes” (la mejor película sobre el mítico personaje, y sin embargo la menos conocida) a la calidez de “Irma la dulce”. Y Hollywood le dio la base de dos de sus mejores películas: “Sunset Boulevard” y “Fedora”.
Pero Wilder también era capaz de meterse en los rincones más profundos del alma. “Pacto de sangre” hace que sus giros y sorpresas sean mucho más que meros trucos argumentales: como en pocas películas acompañamos un hombre que está condenado, ya sea por el dinero, por una mujer o por el destino. La fuerza de la película está en que sentimos ese camino como propio: nos pesa en nuestros hombros y nos duele en el alma. Esa fuerza, 70 años después de su estreno, se siente intacta. Por eso, “Pacto de sangre” es nueva película de la semana.