Son siete días para ver dos decenas de películas internacionales y otras tantas nacionales compitiendo, de igual a igual, cortos y largometrajes. En la plataforma virtual de la Sétima Semana del Cine de la Universidad de Lima se exhibe lo que, en la cartelera comercial, lamentablemente nunca podremos ver. Así que ponga la canchita en el microondas, y entre el 12 al 20 de noviembre prepárese su propia función continuada con una oferta gratuita de cintas ganadoras en las ediciones más recientes de los más prestigiosos festivales. Cintas tan auspiciosas como “La ruleta de la fortuna y la fantasía”, delicada, poética, sutil y mágica película de la japonesa Ryûsuke Hamaguchi, ganadora de la última Berlinale.
“Se trata de hacer una muestra del mejor cine actual, logrando que llegue a todo el Perú gratuitamente, gracias a las condiciones que permite la virtualidad”, señala Ricardo Bedoya, director del festival, que repite su condición virtual como dictan aún los protocolos pandémicos. Con el reconocido crítico hablamos del contenido de la séptima edición de la Semana, pero iniciamos la entrevista revisando el proceso en que los peruanos hemos regresado a las salas de cine, una vuelta en la que nos hemos dado con desagradables sorpresas.
Poco a poco, gradualmente, vamos reconectándonos con la realidad presencial. Y una de estas conexiones pasa por recuperar el hábito de ver cine. Lastimosamente, en nuestro regreso nos encontramos con un abuso de películas dobladas al español, así como una limitadísima oferta en la cartelera y la falta de información de las propias salas ¿Cómo ves este proceso de vuelta al cine?
Yo creo que este periodo es el ensayo general de algo que se veía venir. En primer lugar, el auge de las plataformas que dan una oferta indiferenciada, un océano donde no sabes qué vas a encontrar. En segundo, hace un buen tiempo que las compañías distribuidoras han eliminado la publicidad en los medios tradicionales, pues consideran que las redes cumplen esa función, algo funcional a lo que ellos buscan: estrenos mundiales de películas que ya vienen con una maquinaria de mercadotecnia creada. Y tenemos también el tema de las películas dobladas, una imposición de las compañías distribuidoras que ha caído de golpe. Cada vez hay más salas de cine que ofrecen películas dobladas, lo cual supone una mutilación. El doblaje no solo supone cambiar la voz a los actores para hacerles hablar un idioma distinto, sino que altera pasajes de toda la banda sonora. ¡Eso es muy importante en la expresividad de una película! Un actor trabaja con su voz y su cuerpo. Además, hay un criterio clasista en la distribución del doblaje. Puedes ver películas subtituladas solo en determinados cines de Lima, en Miraflores, San Isidro o San Borja. Pero en el resto del Perú, todo es doblado. Es una discriminación clasista.
¿Por qué crees que es un ensayo general?
Porque lo que se viene es un mundo de plataformas cada vez de mayor número y más especializadas. Donde van a ir las películas de perfil medio, sobre los conflictos de la gente común. Las salas van a reservarse para los grandes espectáculos. Solo eventualmente una película con muchos premios podrá entrar al circuito comercial de cadenas. Acabo de leer, por ejemplo, que Netflix ha comprado la última película de Almodóvar, “Madres paralelas” para América Latina. Eso te da idea de cómo viene la cosa.
¿Es un fenómeno global o en el Perú se agrava especialmente?
Es global, pero cada país tiene características distintas. En aquellos que tienen salas de arte y ensayo, reductos de salas alternativas, se puede exhibir películas que aquí no llegan. Aquí, si quieres ir al cine, solo puedes ir a una cadena. Y las cadenas están construidas para ofrecer más de lo mismo. Pienso que, ahora, los aficionados al cine tienen que salir a buscar, como cazadores, en las plataformas que tienen un perfil realizado por curadores.
¿Es una realidad que hay que asumir con resignación?
Con resignación no, pero digamos que hay que ser realistas. Se han discutido muchas fórmulas, pero muchas de ellas chocan con el dogma liberal.
Es obvia la apuesta por los súper héroes para atraer espectadores a las salas. ¿Pero cómo explicas la multiplicación de la oferta de películas de terror? ¿No tenemos ya bastantes sustos con la pandemia?
El terror es un género muy popular en casi todo el mundo. Finalmente, son películas mayormente de bajo presupuesto, que se producen muchísimo. Cada vez más hay un terror ligado a las tradiciones, leyendas nacionales o regionales. En el Perú tenemos nuestro cine regional, pero también ves lo que se produce en los países asiáticos, como Tailandia o Corea, que aclimatan los personajes clásicos del terror a su realidad. Luego, según dicen los sociólogos del cine, el horror encuentra sus picos en los momentos justamente de crisis. Los monstruos de la Universal nacieron en plena Gran Depresión; en los años 70 aparecieron todas las películas de catástrofe tras la crisis del petróleo. Son películas que, en gran parte, tienen una función reactiva, “reaccionaria” si tú quieres. Luego de toda la onda hippie, aparecen estas películas que “castigan” a los adolescentes por ir al campo a fumar hierba, una especie de revancha moral después de Viet-Nam. Los momentos de crisis siempre son propicios para el terror, pues en ellas confrontas tus propios miedos, pero sabiendo que luego encontrarás la puerta de salida.
También es una apuesta dirigida básicamente al público joven...
Hay una tendencia del terror corporal, el cine de Cronenberg por ejemplo, que nace del descontrol, de la disfunción de tu propio organismo. Hay también toda una onda de cine de terror fantástico en el cual tu cuerpo es víctima de tus propios miedos, en el que te empiezas a devorar o a mutar, por ejemplo, como la última película de Julia Ducournau, la ganadora del festival de Cannes, “Titanio”, que habla del cuerpo y su relación con las máquinas. Hay muchas variedades pero, efectivamente, es un género que entusiasma mucho a los jóvenes
LA SÉPTIMA SEMANA SERÁ VIRTUAL
Un festival como la Semana de Cine de la Universidad de Lima es, justamente, una forma de enfrentar sin resignación la crisis en la exhibición local. En este festival no hay superhéroes ni espectáculos de los efectos especiales. Y si bien Bedoya aclara que no tiene en absoluto prejuicios contra ningún tipo de cine, el que se ofrece en esta séptima edición tiene que ver con la gente y sus dramas cotidianos en escenarios reconocibles. “Depende de la cosecha del año”, señala el director del festival. “Las películas más jubilosas o más afirmativas no están pensadas para participar en festivales, sino en ser proyectadas en salas”, explica.
¿A dos años de distancia, se puede ver cómo la pandemia ha influenciado en las producciones más recientes?
Tal vez no con mucha nitidez, pero ya hay películas en las cuales la pandemia está muy presente, incluso sin decirlo. Basta apreciar las imágenes y el drama que hay detrás, cómo se trabaja con los actores y con los espacios. Son películas más bien confinadas, donde el conflicto se basa en los vínculos entre los personajes. Sí, yo creo que hay una influencia de la pandemia. Ya luego vendrán películas sobre el tema mismo, así como fantasías distópicas sobre el virus, como ya hay sobre el clima y los desastres por el calentamiento global.
Finalmente, el festival ofrece también una buena cantidad de conferencias y mesas redondas. ¿Cuál es la pregunta urgente para formular a los cineastas locales?
Hemos unido a los cineastas de acuerdo a los asuntos comunes que pueden tener las películas: su tratamiento, el cine que experimenta, el que se sale de los estándares narrativos, el cine de la memoria, entre otros. La pregunta en el cine peruano es, en primer lugar, cómo hace las películas, cómo consigues los recursos, cómo concibes el proyecto, qué espera de su entorno y de la situación actual. Y cómo llegar a la gente. Esas son, ahora, las preguntas fundamentales.
El festival en breve
Un total de 39 películas, 19 peruanas y 20 internacionales, son las que ofrece este año la Sétima Semana del Cine de la Universidad de Lima a su público que, por segundo año consecutivo, podrá disfrutar del buen cine desde la comodidad de su hogar o dispositivos móviles.
Largometrajes ganadores del Festival de Berlín, Toronto, Sundance, Reykjavik y Buenos Aires son parte de la cartelera internacional del festival, compuesta por 20 películas. Entre ellas destacan “La Ruleta de la Fortuna y la Fantasía”, ganadora del Oso de Plata-Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín 2021 o “Yuni”, ganadora del premio Platform del Festival de Toronto 2021.
Otras películas que también serán del agrado de los cinéfilos son: Luzzu, premio especial del jurado en el Festival de Sundance 2021, y la propuesta griega: Luna, premio en el Festival de Reykjavik. Asimismo, los amantes del cine podrán apreciar la película argentina Implosión, ganadora de este año del Gran Premio de la Competencia Argentina en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires 2021.
Obras de cineastas procedentes de Áncash, Arequipa, San Martín, Loreto, La Libertad, Junín y Lima fueron seleccionadas para participar en Concurso de Cine Peruano que este año entrega al ganador un premio de nueve mil soles y un premio especial de cuatro mil soles.
La inscripción
El público podrá acceder a todas estas películas de manera gratuita, previa inscripción. Basta registrarse en la página www.semanadelcine.com y reservar su butaca virtual en la película o películas que sean de su agrado.
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