La vida de un joven sufre una hecatombe en “Retablo”. Tal crisis estalla luego de ver un acto que involucra a su padre y que hace que su mundo se venga abajo.
Este chico ayacuchano tiene 14 años y quiere ser un maestro retablista, por lo que está siendo entrenado por su padre. ¿Pero cómo seguir ahora que todo ha cambiado? En un entorno conservador, Segundo tratará de guardar silencio, reconstruir su retablo familiar y continuar con su vida.
El primer largometraje del director Álvaro Delgado Aparicio fue seleccionado para competir por el Independent Spirit Award 2020 en la categoría Mejor película internacional. Está protagonizado por Magaly Solier, Junior Bejar Roca y Amiel Cayo, y ha ganado más de 20 premios en diversos festivales. Conversamos con el realizador sobre este filme rodado en quechua.
— En la exploración e investigación de los retablos, un paso decisivo fue el libro “Santero y caminante”, de Jesús Urbano Rojas y Pablo Macera. L
o leí y me movió. Comencé a sentir que hay un mundo que no conozco y que me atrapó. Los símbolos y los rituales de los retablistas me llamaron mucho la atención. Entonces decidí irme a Ayacucho. Conocí a un montón de retablistas maestros y a César Urbano Chipana, y me quedé en su casa por una semana. Recuerdo que le quitaba los pelos a un gato y los ponía en un pincel. Le pregunté por qué lo hacía. Él me respondió: “Es porque le quiero dar vida al retablo”. Además, yo andaba con una cámara. Él me dijo: “La diferencia entre tú y yo es que yo tengo la cámara instalada en mi cabeza. Entonces, cuando camino por festividades o actividades cotidianas, y observo algo que me mueve –sea esto bonito o feo–, lo capto y lo internalizo. Y eso es lo que retrato”. Ahí me comenzó a parecer fascinante cómo el mundo del cine no solo es un medio que proyecta imágenes, pues también las repara.
— Hay en los retablos micromundos.
Comencé a ver el retablo como un portal que te lleva a otros mundos; un portal entre la fantasía y la realidad. De chico leía las obras de C.S. Lewis y “Las crónicas de Narnia”, las cuales te llevan de un espacio a otro. Sentía que el retablo te da eso. A partir de ello busqué componer una historia.
— ¿Qué te llevó a decantarte por la historia de la película?
Cuando empezamos a construir la historia, dos temas movían bastante a Héctor [Gálvez, el coguionista] y a mí. A veces, estás en una relación compleja –ya sea con tu padre, madre o pareja– y quieres liberarte de ella, pero la dependencia es más fuerte. ¿Qué haces? ¿Cómo manejas el conflicto? Lo otro es cuando uno crece y es adolescente, se idealiza al padre o a la madre, pero poco a poco te vas dando cuenta de que tu padre no es como lo imaginaste. Entonces tu mundo se te viene abajo, porque creciste con ese ideal. Te empiezas a cuestionar todo.
— Eres psicólogo organizacional. ¿El tema filial y freudiano es inevitable?
Hay temas que me mueven un montón, como las relaciones familiares. Cuando crecía, siempre me hacía una pregunta: ¿cuánto de nosotros es por lo que hemos heredado y cuánto de eso es nuestro? ¿Qué es lo tuyo y qué es lo que te han impuesto? De otro lado, la parte de la psicología organizacional me ayudó un montón en la dirección de actores y a orquestar un equipo diverso en diferentes condiciones.
— Durante el proceso de “Retablo”, ¿te has hecho nuevas preguntas? ¿Aparecieron nuevos rollos?
Tengo una hija de 7 años y un hijo de 4. Una cosa es cuando escribías la historia y no tenías hijos, y otra cuando dirigías y ya los tenías. Cuando veía una determinada escena, eso me afectaba como papá. ¿Qué harías en ciertas situaciones? ¿En qué pensaría tu hijo? En el arte del cine, es bacán que te muevan cosas y que tú las tengas que transformar en algo. En este caso, era en amor. “Retablo” es una historia de amor.
— Estamos en una cartelera de muchos Avengers y Pikachu. Muchas de esas películas son buenas, pero los cines están copados de ellas. ¿Cómo convive “Retablo” con estas propuestas”?
También soy pro de todas las películas: algunos van al cine a reflexionar, otros a reírse, otros a olvidar, etc. Es difícil, pero siempre he creído que, como cualquier organización o empresa, en el mundo del cine también hay responsabilidad. Y esos son proyectos que cuidan lo que ponen. Es importante que estas historias se conozcan en el país y que su permanencia en los cines no se defina simplemente por un número. Hay que ayudar a que esas películas se difundan. Yo espero que los cines nos apoyen. Si miras el presupuesto de márketing de Avengers y el de “Retablo”, no hay ningún punto de comparación. A veces, toma tiempo que la gente se entere de la presencia de una película. Y cuando ya lo saben, esta ya no está en los cines. Manejar eso es algo que todos debemos aprender.
— ¿Eres pro Netflix?
La oferta de Netflix es muy interesante para muchos proyectos. Pero, para mí, ver una película en un espacio oscuro y con gente me ayuda a transportarme a otros mundos. Es una experiencia que me encantaría que nunca se termine.
— Hoy muchos dicen que nunca tienen tiempo...
Hay que ver cómo están cambiando las generaciones y su manera de ver las cosas. Lo importante es crear buenos contenidos e historias.
(Este artículo fue publicado originalmente en mayo del 2019 en la edición impresa del suplemento Luces)