Actriz a los tres años y una de las grandes del cine a los cinco, pocos han brillado tanto en el firmamento de Hollywood como Shirley Temple (1928-2014), una de las primeras y más grandes estrellas infantiles de la historia. Sin embargo, su historia ante las cámaras fue breve y un 16 de diciembre de 1950 anunció su retiro de la industria que la había convertido en un ícono mundial.
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Agraciada con una apariencia angelical, Temple es recordada por su participación en musicales como “Curly Top” (1935), “Heidi” (1937) y “The Little Princess” (1939) que la convirtieron en una de las mayores sensaciones de la década de los 30. En 1934 la actriz hizo historia al ser la primera en recibir un Premio Juvenil de la Academia.
Pero su paso a la adultez no fue fácil, sobre todo cuando fue frente al escrutinio de sus legiones de fans. Es así que la actriz consideró que “cuando tenía 14 años, fui lo más vieja que he llegado a ser. No he dejado de rejuvenecer desde entonces”.
Su decisión de abandonar Hollywood no fue solo por el cansancio por la atención que le trajo la fama. A pesar de su anterior popularidad, su paso a la adolescencia no fue fácil y la calidad de los papeles que le ofrecían cayó luego que las en las que participó no lograron atraer la atención de antaño. Su último rol cinematográfico fue la comedia romántica “A Kiss for Corliss” (1949).
El año 1950 fue un tiempo de cambios para la joven actriz, quien además de anunciar su retiro del cine también se casó con Charles A. Black, adoptando el nombre de Shirley Temple Black. Con el inicio de la Guerra de Corea, la pareja se tuvo que mudar a Washington D.C. donde Charles fue asignado un rol en el Pentágono como parte de la Marina.
“Vivimos en Washington D.C. por dos años y medio. Durante ese tiempo tuve el privilegio de conocer a varias personas conectadas con la administración de Eisenhower”, dijo en diálogo con el periódico militar Star and Stripes en 1968. “Y como pasa a todos los que viven en Washington, te involucras en la política. Quieres saber más, hacer más.” Como parte de su labor política colaboró con organizaciones como la Liga de Mujeres Votantes, así como ayudó en campañas de políticos republicanos.
Otra razón por la que Shirley Temple tenía afinidad por la política era su similitud con lo que había vivido ya el Hollywood, reflexionando en un momento que “en el mundo de las estrellas de cine la distancia entre la popularidad y la política es muy pequeña.”
Pero la actriz todavía no estaba lista para abandonar el mundo del espectáculo y entre 1958 y 1961 condujo un programa de televisión titulado “Shirley Temple’s Storybook” en el que se mostraban algunos de los cuentos infantiles más populares.
En la década de los 60 hubo otro cambio para la familia, que decidió mudarse a California. La inesperada muerte del congresista J. Arthur Younger en 1967 le dio a Temple la oportunidad de involucrarse aún más en la política al postular al capitolio, aunque al final fue vencida por Pete McCloskey.
Pero su infructuosa campaña levantó el perfil de Temple lo suficiente para que el entonces presidente Richard Nixon la invitara a formar parte de la delegación estadounidense en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1969, rol que cumplió hasta el 1970.
A pesar de ser diagnosticada cáncer de mama en 1972, Temple continuó con fuerza en sus roles políticos. Entre 1974 y 1976 fue designada embajadora de Ghana por el presidente Gerald Ford, para quien fue Jefa de Protocolo de la Casa Blanca entre 1976 y 1977.
En 1981 utilizó su experiencia en Ghana para ser miembro de la Delegación de Estados Unidos para los Problemas de Refugiados Africanos y en 1989 fue testigo privilegiada de la Revolución de Terciopelo en Checoslovaquia en su rol como embajadora de los Estados Unidos.
En reconocimiento a estos trabajos, así como otros roles en organizaciones, Temple fue otorgada el Kennedy Center Honors, el más alto honor otorgado a un artista por el gobierno estadounidense.
Mientras tanto, en 2006 fue conmemorada con el Premio de Honor del Sindicato de Actores por su larga y variada carrera. En su discurso notó los distintos roles que le tocó vivir: “He sido bendecida con tres maravillosas carreras - películas y televisión, esposa, madre y abuela y servicios diplomáticos para el gobierno de los Estados Unidos. Tengo una recomendación para aquellos que quieren recibir el Premio de Honor. Comiencen temprano”.