Bajo un cielo azul y entre los edificios de una ciudad incierta, se libra una batalla final. Un personaje enmascarado, premunido de poderes especiales y vestido con un traje de colores incandescentes, se enfrenta a una gigantesca criatura parecida a un reptil que hace retumbar el suelo a cada paso. El destino de la Tierra está en juego, y mientras el héroe trata de dominar a la bestia por el cuello, esta logra zafarse del asedio y lanza a su oponente por los aires. Pero nuestro héroe no se rinde. Vuelve a la carga con nuevos golpes, mientras a su alrededor caen puentes y torres de electricidad.
Esta secuencia corresponde a un estilo audiovisual japonés llamado tokusatsu, el cual inundó las pantallas del mundo con series y franquicias tan variadas como Godzilla, Ultraman, Capitán Centella o los contemporáneos Power Ranger. ¿Pero qué hay detrás de este tipo de producciones basadas en el uso casi artesanal de efectos especiales como maquetas de cartón, disfraces de hule, prótesis y coreografías diversas? La respuesta la tiene el comunicador Gabriel Muñoz Tancún en “Tokusatsu. Características, historia e influencia audiovisual”, un libro en el que explora los orígenes de este subgénero tan cercano a la ciencia ficción japonesa de la posguerra.
La película “Gojira” (1954) y la serie “Gekko Kamen” (1958) —conocidas en español como “Godzilla” y “Capitán Centella”, respectivamente— son consideradas como las producciones que iniciaron el tokusatsu. Godzilla era un ser afectado por la radiación y su piel marcada por múltiples cicatrices parecía recordar a las víctimas de las explosiones nucleares en Hiroshima y Nagasaki, y Capitán Centella era un justiciero enmascarado y pacifista.
Si bien el tokusatsu responde a este contexto específico, Muñoz afirma que este tipo de producciones están relacionadas también con tradiciones japonesas más antiguas como el teatro kabuki, de donde heredan las coreografías de las peleas, y el bunraku, el teatro de marionetas que inspiró la creación de los kaijus (monstruos), los verdaderos protagonistas de las historias.
La globalización
El estilo tokusatsu se convirtió con el tiempo en un fenómeno global, cuando se hicieron populares las series super sentai que dieron vida a escuadrones de superhéroes, quienes luchaban contra organizaciones del mal con la ayuda de robots gigantes o mechas. La temporada de una de estas series (“Kyoryu Sentai Zyuranger”) fue adaptada por Fox Kids al mercado estadounidense, en 1993, bajo el título de “Migthty Morphin Power Rangers”. Los capítulos rompieron récords de audiencia y se inició una nueva era en este tipo de franquicias.
Como revela el libro de Muñoz, el tokusatsu se difunde ahora a través de internet y tiene en el Perú toda una legión de seguidores. Un ejemplo de su vitalidad en nuestro medio es el cortometraje “Chicha Sentai” (2021), en el que un muchacho se transforma en superhéroe para enfrentar a unos monstruos insectoides que invaden Lima. “En este caso, el director (Roger Vergara) utiliza el estilo de las franquicias de super sentai, las peleas, los monstruos, pero con elementos de las culturas andinas y amazónicas”, dice Muñoz.
Un tokusatsu con sabor local como una especie de nexo que une el lejano Japón con el Perú, cuyos lazos diplomáticos llevan ya 150 años como lo recordó esta semana la visita de la princesa Kako.
El libro
Tokusatsu. Características, historia e influencia audiovisual
Autor: Gabriel Muñoz Tancún
Editorial UPC
104 págs.
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