A veces, el estreno de un documental puede estar asociado a un público cautivo. Por ejemplo: los fans de una determinada banda de rock. Y ese es el caso de la película que comentamos ahora. Aunque este sea un género musical ya alicaído para las nuevas generaciones —ahora capturadas por el reguetón y el trap—, algunas bandas legendarias, como The Cure, pueden congregar a un público fiel.
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En efecto, si para algunos es la última gran banda de rock inglesa, los liderados por Robert Smith son hoy por hoy, sin lugar a dudas, el único grupo británico —de los que surgieron a inicios de los ochenta— que se ha mantenido vigente a escala internacional. Y es que si bien sus lanzamientos de discos se han espaciado mucho, The Cure ha conseguido ser una de las mejores bandas en vivo del mundo.
El reto al que se enfrentaba Tim Pope al dirigir esta película por el cuarenta aniversario de la banda —unos adolescentes The Cure debutaron en 1978 como un conjunto de amigos de colegio— era grande. Y no solo por la magnitud del evento —65.000 almas en una de las plazas céntricas de Londres—, sino por el propósito de conseguir algo que vaya más allá de una simple transmisión televisiva de un concierto multitudinario.
Pero Pope sale bien librado de la tarea. Para empezar, el director de “El cuervo: ciudad de ángeles” (1996) opta por un sutil arco narrativo para el recital: el lento atardecer y anochecer del escenario al aire libre —el Hyde Park— es filmado desde múltiples perspectivas. Esto hace de la agonizante luz primaveral de Londres un espectáculo de gran dramaticidad y fuerza poética, una atmósfera bellamente capturada.
En esto, Pope se diferencia de su colega Martin Scorsese, quien en la magistral “Shine a Light” (2008) filma un concierto de los Rolling Stones en el teatro Beacon de Manhattan. Por contraste al ambiente urbano de Scorsese, en “The Cure: Anniversary” estamos ante un acontecimiento de escala cósmica, y Pope lo sabe aprovechar con el baño crepuscular de la luz solar, así como con las tomas aéreas del paisaje de Londres.
Pese a ser un concierto al aire libre, el reto de Pope —y en esto secunda a Scorsese— también consistía en lograr una especie de intimidad, de proximidad con las estrellas en el escenario. Allí, el desafío era mayor en tanto el líder de The Cure es un cantante y guitarrista introspectivo, de pocos movimientos en el escenario, aunque de una fuerza expresiva desgarradora y de gran espectro emotivo.
Lo formidable de “Anniversary” tiene que ver precisamente con la capacidad que tiene el realizador de mirar el anochecer a escala masiva, y a la vez de inmiscuir al espectador en el escenario. Y de prácticamente llegar al interior del centro galvanizador de la banda: Robert Smith. Podría decirse, incluso, que esta vez la máscara de carmín y sombreador de ojos del cantante de “Boys Don’t Cry” ha sido traspasada por la cámara.
La de The Cure es una extraña mezcla de tristeza y euforia, éxtasis y melancolía, desesperación y ternura. Smith, un hijo de la generación de la posguerra, encarna en cierta medida una versión inglesa del existencialismo francés —el concierto cierra con uno de sus primeros hits, “Killing an Arab”, inspirada en “El extranjero” de Albert Camus—. Lo interesante de este filme es que también logra capturar la secreta agonía y rabia de un artista que, ante el transcurrir del tiempo —ese lento paso del día a la noche—, redobla, en su torrente musical, la entrega de sí mismo, hasta atreverse a derramar algunas lágrimas. “The Cure: Anniversary” es, en ese sentido, una película hermosa y contundente.
LA FICHATítulo original: The Cure: Anniversary 1978-2018 Live in Hyde Park. Género: Documental, musical. País y año: Reino Unido, 2019. Director: Tim Pope. Protagonistas: Robert Smith, Simon Gallup, Jason Cooper, Roger O’Donnell, Reeves Gabriels. Calificación: Cuatro estrellas (4)