Todo comenzó con el súbito recuerdo de un reportaje en algún programa televisivo dominical. Trataba sobre un barco varado en un puerto peruano, en el que sus tripulantes extranjeros –“creo que un holandés y unos centroamericanos”, cuenta el cineasta Miguel Ángel Moulet– habían quedado a la deriva en altamar pues la empresa que los contrató había quebrado. Una historia que puede sonar extraña, pero que resulta más habitual de lo que uno podría imaginar.
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Es a partir de esa idea que Moulet empezó a tramar el guion de “Todos somos marineros”, su primer largometraje, que llegará a las salas comerciales el próximo 20 de febrero. “Cuando se me ocurrió trabajar ese proyecto estaba en Montreal, por una beca que había ganado –explica el director–. Era la época más fría del año, temperatura de -30°. Yo no hablaba bien el francés ni el inglés, estaba medio incomunicado. Y la verdad es que eso te empieza a calar en el cuerpo, empiezas a sentirte de otra manera. Ese fue el momento en que realmente me sentí fuera de todo, medio desarraigado. No escribía, no podía salir a la calle porque no había gente. Solo veía nieve y cuervos. Ese fue el punto de arranque”.
Más adelante, decidió buscar a quienes interpretarían a los marineros atrapados en el puerto. A uno de ellos, Ravil Sadreev, lo encontró por Facebook. Era un ruso que se dedicaba a traer al Perú a sus compatriotas para llevarlos a hacer tours de ayahuasca. Tras ese primer hallazgo, decidió que los tres personajes varados debían ser de Rusia. Visitó la Iglesia Ortodoxa Rusa en la avenida La Marina y el Centro Ruso de Ciencia y Cultura de la avenida Salaverry.
“Les contaba que quería hacer una película y de qué trataba. Uno me dijo que nunca actuaría, pero empezó a hacerme preguntas y terminó sumándose al proyecto. Fue bien curioso porque él (Igor Kondyakov) también se encargaba de organizar tours de ayahuasca. Parece que es un negocio jugoso. Y cuando conoció a su otro colega descubrió que había competencia. Y se llevaron muy mal. Pero me pareció genial que existiera esa tensión dramática en la pantalla. Me funcionó a la hora de grabar”, explica.
A ellos se sumaron Andrey Sladkov, uno de los protagonistas principales, así como la experimentada actriz peruana Julia Thays y el joven Gonzalo Vargas, talentosa promesa del cine nacional que ya había mostrado su versatilidad en la cinta “Casos complejos”, de Omar Forero.
DE CARA AL MAR
El lugar elegido para la grabación de “Todos somos marineros” fue Chimbote, que de alguna manera funciona como un personaje más de la película. Entre las tomas en altamar y las hechas en tierra firme, resalta el panorama frío, azulado y grisáceo de las tomas. Una fotografía impecable que marca el tono y la atmósfera de esta película sobre el aislamiento, la espera y la muerte.
“Yo he vivido 10 años en el Callao, que como todos los puertos es picante, sabroso. Hicimos un viaje de locaciones para buscar el lugar ideal, Supe, Salaverry, y otros. Pero llegando a Chimbote me di cuenta de que no tenía la hostilidad de otros puertos y el paisaje también enriquecía bastante la imagen, la hacía más densa”, cuenta Moulet.
Además, hubo un factor decisivo para quedarse allí. “Yo había ido a Chimbote un año antes y pude entrar a este barco de la empresa pesquera Copeinca –agrega el cineasta–. Después de un montón de averiguaciones y solicitudes de permiso, se animaron a prestarnos la locación porque se trataba de la primera película que se grabaría en Chimbote. Además es un barco que cuesta como US$6 millones. De ahí no podíamos movernos nunca. Conseguir un barco así, prestado, es casi imposible”.
El resultado final es por demás satisfactorio. Una película hipnótica, cadenciosa como el ritmo de una embarcación sobre el mar, con personajes de muy cuidada confección emocional y psicológica. Tras su paso por festivales internacionales como los de Rotterdam, Toulouse, Moscú, entre otros, tendrá su estreno en Chimbote el miércoles 19 y un día después encallará en otras salas del país. Su permanencia en cartelera (asunto tan complicado para cualquier filme peruano) dependerá de su desempeño de taquilla en los primeros días. Vale la pena.
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