Tras el estreno de “Winnie the Pooh: Miel y sangre”, una versión distorsionada del clásico personaje infantil en el que, junto a su compañero Pigglet, se convierten en violentos y sanguinarios asesinos seriales en búsqueda de venganza, rememoramos la triste historia del oso adicto a la miel.
La creación de Winnie Pooh y los otros personajes del Bosque de los 100 acres bebe de dos fuentes: la osa Winnie del zoológico de Londres y Christopher Robin Milne, hijo del autor, A.A. Milne. El niño que inspiró al amigo del famoso oso no tuvo una infancia feliz.
Como él mismo relató en varias entrevistas, Christopher Robin Milne tuvo una relación complicada con su padre. Este último se basó en los juegos del niño con sus peluches para crear la relación de Winnie Pooh y el Christopher Robin de la ficción.
“Algunas personas son buenas con los niños. Otras no. Es un don. Lo tienes o no. Mi padre no lo tenía”, dijo Christopher Robin.
La realidad es que A.A. Milne tampoco habría tenido una buena salud cuando creó a Winnie Pooh, pues se presume que participar en la Primera Guerra Mundial lo dejó con estrés postraumático.
Por su parte, la relación de Christopher Robin con su madre, Daphne, tampoco habría sido la mejor. De acuerdo a ciertas fuentes, ellos se habrían distanciado después de la muerte de A.A. Milne, al punto de que solo se habrían visto una vez en 15 años.