El suyo es el humor costumbrista, de parche en la ropa e improvisación en la vida. Virtuoso acuarelista y caricaturista político, dibujante de muchachas curvilíneas pero también de obesas suegras de bigotillo provocador: hasta 1949, René Ríos Boettiger era reconocido por Viborita, aguda y personal mirada sobre el rol de la mujer, además de sus tiras de humor amable protegidas hoy en archivos especializados. Pero fue por Condorito, aparecido ese año en las páginas de la revista Okey, que su firma destaca en la historia de la historieta.
A decir de Juan Acevedo, Condorito fue una creación genial que supo nutrirse del humor del pueblo chileno: “Pepo supo interpretar esa chispa. Su simpatía inicial se vincula a la humildad social del personaje y a su alegría”, señala. Como confesara el propio René Ríos, sus personajes tenían su raíz en la experiencia: Comegato era un pescador de su natal Concepción. Huevoduro, un funcionario de la Embajada de Canadá tan lívido que parecía no tener sangre. Yuyito, una sobrina; Don Chuma, su compadre y Yayita llevaba el nombre de una cuñada. “Si Argentina tuvo a las chicas de Divito, Chile tuvo a las de Pepo, desde las portadas de “El Pingüino” hasta las páginas de “Condorito”, afirma Acevedo.
Pepo en espera
Tras conocer la revista en la peluquería de su barrio, el ilustrador Amadeo Gonzales empezó a atesorar los “Condorito de oro” en tapa de cartón, donde el pajarraco interpretaba multiplicidad de profesiones. Su fórmula cómica remataba siempre en un desmayo seguido de un ¡Plop!, aunque en algunos casos, el absurdo final obligaba que Condorito encarara al lector exigiendo una explicación.
Como la mayoría de lectores fuera de Chile, Amadeo Gonzales ignoraba quién era ese Pepo de firma compacta. Pero sí sintió que tras su muerte en el 2000, su revista había perdido la gracia. Gonzales dejó de adquirirla, aunque por un acto reflejo siempre se detenía frente al kiosco para leer el chiste de la portada, como un ritual diario, aunque ya sin sorpresa.
El año pasado, días antes del estallido social en el país del sur, Gonzales visitó la exposición de Condorito por sus 70 años de creación, abierta en la Biblioteca Nacional en Santiago. “Fue un reencuentro con ese humor que de niño me hacía soltar carcajadas”, recuerda. La muestra exponía portadas originales, planchas coloreadas por Pepo en acuarela y las páginas entintadas listas para la imprenta. “Era una clase maestra”, dice.
Curador de aquella exposición, el investigador chileno Claudio Aguilera nos cuenta que la misma exposición iba a presentarse en mayo del 2020 en el Museo Metropolitano de Lima. Sin embargo, la pandemia aplazó todos los planes. “Sabemos de todo el interés que hay por Pepo en Perú. Esperamos el próximo año (2021) poder concretarla”, dice.
Los orígenes
Pepo contaba que el origen de su Condorito tuvo que ver con un ajuste de cuentas luego de ver “Saludos amigos”, filme de Walt Disney que en plena II Guerra Mundial mostraba un sospechoso interés de Estados Unidos por afianzar lazos con América Latina. Allí, mientras un carismático loro Zé Carioca representaba al Brasil, Chile era Pedro, un avión sin gracia que cruzaba Los Andes para entregar el correo. Pepo nunca le habría perdonado tal falta de imaginación.
Sin embargo, para Claudio Aguilera, responsable del archivo de historieta de la Biblioteca Nacional de Chile, ese relato tiene mucho de mito. Cuando llegó a Santiago en 1932, René Ríos empezó a trabajar haciendo humor político en la revista “Topaze”. “Esa revista era dirigida por Jorge Délano, dibujante y cineasta, amigo de Walt Disney. De hecho, Disney visitó Chile en 1941 y departió con ellos. “Saludos Amigos” se filmó en 1943, y no creo que Pepo haya estado enojado seis años antes de dibujar a Condorito”, explica.
Ciertamente, en los años 50, el antiimperialismo era muy fuerte en Chile, pero Pepo era más bien de carácter conservador. Tuvo problemas con algunos de sus dibujos políticos por los que pasó un breve tiempo en la cárcel. “Por eso estaba cansado del humor político, y quiso que Condorito no tuviera que ver con ella”, afirma. Para Aguilera, su personaje tiene que ver mas con las migraciones del campo a la ciudad y con el carácter pícaro del “roto”.
Para los lectores que pasamos la cuarentena, el Condorito que leíamos de niños era parte de nuestra nostalgia. Como recuerda el humorista gráfico Andrés Edery, aquellos eran dibujos con personalidad, de guiones transgresores, un espíritu políticamente incorrecto, y, además, eran graciosos. “Pero antes de su muerte, la publicación ya venía sufriendo un notorio declive. Dibujo y guion se volvieron cada vez más insípidos en su afán de ser aptos para todo público”, señala Edery.
Como advierte Juan Acevedo, con el paso del tiempo “Condorito” se desplumó tanto que solo quedó su faceta más ligera y acrítica. “Creo que fue una elección de Pepo”, lamenta. “Aun así, su atractivo natural le permitió sobrevivir a la muerte de su creador, y no solo a él, sino a casi todos los personajes de historietas de Latinoamérica, y a la manipulación de las transnacionales que lo compraron”, señala el padre de “El Cuy”.
Para Aguilera, tras la adquisición de los derechos por la editorial Televisa, se eliminó toda incorrección política y se eliminó cualquier personajes que pudiera herir susceptibilidades. “Condorito se transformó en un personaje de humor anodino. Se descuidó el dibujo y sus guiones y, lamentablemente, quienes lo leyeron en las dos últimas décadas se han quedado con una visión reducida del personaje”, afirma.
Juan Acevedo afirma que a Condorito ya lo habían masacrado en varias etapas. Desde los ‘syndicates’ norteamericanos que en los años noventa le quitaron el sabor chileno para meterlo en nuevos mercados, hasta Televisa que le dio la estocada final con el cierre de su revista. “En 2018 vi en un kiosco una portada de “Condorito” mal dibujado, con una línea gruesa, bruta, y con la camiseta de la selección peruana. La intención de vender había llevado a Televisa a una utilización grosera del personaje. Y encima ponían la firma de Pepo, que llevaba fallecido 18 años. Quien con mercaderes se acuesta, triturado amanece”, lamenta.
Como señala el dibujante Jesús Cossío, es inevitable que algo de anacrónico vaya teniendo el personaje, aún cuando sus chistes son atemporales o sencillos. “Más que Condorito, lo entrañable en esta historieta han sido los personajes, en plural. A pesar de la pérdida de popularidad de la revista, esos personajes seguirán siendo entrañables para las generaciones de los 90 hacia atrás”, afirma.
Pepo en la memoria
Nadie puede predecir el futuro de Condorito. La cuarentena misma ha obligado a los descendientes del autor a postergar cualquier proyecto. Sin embargo, queda mucho por redescubrir del legado de Pepo, e incluso del propio artista. ¿Por qué se sabe tan poco del dibujante fuera de su país?
“Lo que le pasó a Pepo es que Condorito se lo tragó”, afirma Aguilera. El mismo se sentía eclipsado por él. La presencia de Pepo siempre fue gravitante en Chile. Sin embargo, nunca le gustaron las entrevistas, ni viajar, ni asistir a festivales o ferias de Libro. “Tuvo una participación pública muy discreta, a diferencia de otros dibujantes. Siempre estuvo muy abocado al trabajo, concentrado en supervisar a su equipo editorial. Prefería pensar que hacer Condorito era un trabajo de equipo”, afirma.
La historietista Agueda Noriega considera a Pepo como un autor inmortal. “Su obra no sólo es graciosa, sino también pone en evidencia las clases medias y las más humildes. Si bien toma algunos clichés propios de su época, no por eso debería ser considerado anacrónico. Condorito es un marginal que sobrevive día a día (no obstante cambia de profesión o nacionalidad dependiendo de la historia)”, afirma la artista.
“Y con él sobreviven toda su collera típicamente latinoamericana. Borrachos, vagos, etc. en contraposición con el arribista clasemediero Pepe Cortisona (no por nada le cae mal a todo el mundo). Condorito retrata al típico sobreviviente latinoamericano, y por eso el éxito del pajarraco. En realidad, todos somos Condorito, con nuestras colleras y nuestros fracasos a veces chistosos. Siempre sobreviviendo”, añade.
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