La soledad del historietista peruano duele: venden en ferias sus historietas autoeditadas, sin ayuda estatal ni privada, sin una industria del cómic que los respalde. Y, sin embargo, algo se mueve: si no hay medios tradicionales que publiquen sus obras, ellos buscan un lugar en la web y las redes. Si las puertas de editoriales locales están cerradas, algunos logran que Marvel o DC abran las suyas.
Entre lo clásico y lo nuevo, la historia y el presente de la historieta, se enfocan las Jornadas de la Historieta Perú-España, un espacio donde los autores podrán mostrar, explicar y, además, vender lo que hacen al público. “La intención es crear un puente entre la creación peruana y la española, que haya un intercambio de ideas y de contactos. Eso puede ayudar a allanar el camino para los artistas locales”, explica el escritor y guionista de cómics Hernán Migoya, organizador del evento junto con el especialista Gabriel Zárate.
Para ello, el Centro Cultural de España trae a la capital dos primeras figuras de la historieta internacional: Belén Ortega (autora de la sagas “Batman” y “Millennium”) y Javier Fernández (“King Spawn”). Luego de haber recorrido el país, ambos departirán con primeras figuras peruanas como Juan Acevedo, Carlín, Marisa Godínez o el creador de “Selva misteriosa”, Javier Flórez del Águila, a quien se le rendirá un homenaje. “A mí me parece increíble. Ya el haber sido publicado y ver la respuesta de los lectores me dejó sumamente agradecido. Nunca pensé que una historieta publicada hace 50 años tendría tan buena acogida”, señala el veterano dibujante.
También el presente
Pero estas jornadas no solo abordarán la historia de la historieta peruana. “A mí me ha sorprendido gratamente advertir la presencia de historietistas jóvenes en el programa. Ellos me han enseñado que trabajar con lápiz, pincel y cartulina ya fue. Los chicos están en otro nivel”, señala Flórez del Águila.
En efecto, como agrega Migoya, al interés de divulgar un panorama de nuestra historieta clásica, reivindicando a las grandes figuras, se suma el propósito de mostrar el talento de artistas jóvenes que, en soledad, miran fuera buscando desarrollarse en el mercado estadounidense, europeo o japonés. “A pesar de que no hay una infraestructura editorial que los aliente, los artistas están desarrollando una obra magnífica. Eso es maravilloso y es necesario que la población los conozca”, añade el escritor.
Belén Ortega y su gran aporte
Hizo cómic europeo adaptando la saga “Millenium”, de Stieg Larsson. Dibuja superhéroes para Marvel y DC, contándose entre ellos Batman, Wonder Woman y un Robin ya declarado bisexual en la serie “Batman: Urban Legends”, con guión de Meghan Fitzmartin. Pero si le preguntan, su verdadera pasión es el manga japonés. La diversidad de estilos que entran en el pincel de la granadina Belén Ortega muestra que, en los últimos años, los límites entre las tres grandes tradiciones de la historieta están difuminándose.
“Cuando empecé hace 10 años, habría sido imposible trabajar en el mercado franco belga y en el americano con mi estilo cercano al manga. Por suerte, en este nuevo contexto donde las nuevas generaciones estamos influenciados por estilos híbridos y más frescos, tenemos cabida e incluso cierto tirón comercial entre los lectores más jóvenes”, afirma la autora de “Himawari”.
―Que sucede en Granada que la ciudad es cuna de tantos (y tantas) notables historietistas españoles?
Nos hacen constantemente esa pregunta y no sabemos el porqué: ¿casualidad?
―Esta primera pregunta se la hice también a Javi: Un dibujante es, sobre todo, un currante. ¿Pero sientes también la tentación de analizar tus personajes más allá del trabajo y las entregas?
Siempre intento conocer al personaje, su personalidad y psicología para entenderlo y dibujarlo de manera coherente (si es que tiene una larga trayectoria al llegar a mis manos). Creo que es fundamental para crear personajes sólidos y reales, a mi parecer.
―Estudiaste en Bellas Artes en la Universidad de Granada y posteriormente en la Human Academy de Osaka. ¿Qué aprendiste (o desaprendiste) al tomar contacto con la tradición oriental?
Sería imposible resumir mi experiencia, pero fui muy joven (22 años) así que poco podía desaprender. Era un lienzo en blanco, deseoso de empaparme de vida. Japón es un país apasionante, anacrónico en algunos aspectos, con sus claros y oscuros, pero en mi caso aquello fue un viaje de auto descubrimiento personal más bien.
―Japón sigue siendo un país patriarcal y machista. ¿Cómo así el manga termina siendo un espacio en que las identidades de género son especialmente líquidas, donde son las mujeres las que lideran la industria?
Ah sí, como te decía, país de contrastes y claroscuros. Es un país donde conviven inercias que van en sentido contrario (su modernización en lo tecnológico y su sentido conservador de la tradición). No deja de ser llamativo que en sus historias los personajes sean y hagan cosas que en dentro de su cultura no están bien vistas o aceptadas. Y quizá de ahí el porqué.
―Hace unos años, lo más “empoderante” que podía pasarle a una chica en el manga era ser una Majo Shojo, una chica mágica con poderes. ¿Hoy cómo puede verse la fuerza de las mujeres en el manga?
No sabía responder, más allá de que culturalmente Japón no ha avanzado en derechos feministas (ni siquiera se celebra o se tiene en cuenta el 8 de marzo allí), así que me temo que se han quedado un tanto encasillados.
―Cambiemos de continente, para hablar de la industria del cómic americano, donde los superhéroes pasan de mano en mano. ¿Cómo una artista puede dejar una impronta en ellos?
Creo que para dejar una buena impronta el artista debe contar con un guionista afín para poder hacer un círculo completo con ese personaje (por ejemplo, el caso de Bruno redondo con Tom Taylor en Nightwing). Como dibujantes, y hablo por mí en este caso, creo que solo puedo intentar conocer al máximo al personaje, para implicarme hasta donde pueda según las circunstancias (páginas, tiempo, duración de la serie, etc) y dar lo mejor de mí en ese trabajo.
―¿Cómo te llevas tú con los personajes que te encargan? ¿En el fondo entorpecen tus proyectos propios?
Empecé dibujando proyectos propios (”Himawari” y “Pájaro indiano”), después de eso empecé a buscar proyectos en Francia y Estados Unidos para seguir abriéndome puertas, así que en cuanto sienta que tengo la necesidad de volver a hacer algún proyecto propio no dudaré en buscar la manera de hacerlo.
―¿Cómo crees que puede afectar a tu profesión el uso de la inteligencia artificial?
Ya nos está afectando, y aunque ahora mismo los pequeños ilustradores son los que más se pueden ver afectados, no descarto que lleguen a entrenar tan bien las IAS que puedan hacer buenas narrativas. Creo que aquí hará un gran papel el lector; si acepta este tipo de productos y respalda estas decisiones las editoriales y empresas o se pone del lado del autor. Al fin y al cabo, cuando el fan va a los eventos quiere una forma de su autor, quién le firmaría si lo ha hecho una IA?
―Un autor como Alan Moore ha comentado que los superhéroes muestran el lado fascista de la sociedad estadounidense, algo que se puede ver en una serie como “The Boys”. ¿Qué opinas de ello?
Creo que teniendo en cuenta cómo funciona el mundo y cómo están dirigiendo los mandos, no se equivocan mucho haciendo esa interpretación. Se sabe que el poder corrompe: ¿quién se resistiría a actuar como un tirano si supieras que nada ni nadie puede detenerte?
―Este año tuve el privilegio de cubrir el Salón del Cómic de Barcelona, que este año dejó ver claramente la sólida presencia de las mujeres en la industria del cómic y el humor gráfico. ¿Empieza el cómic español a dejar de ser un mundo de hombres?
Desde luego, y gracias al manga hay muchas autoras, no lo olvidemos. Ha sido el estilo que ha sabido conectar con nosotras y hacernos querer dedicarnos a esto.
―¿Cómo ves el empoderamiento feminista de personajes como Capitana Marvel o Wonder Woman?
Bueno, va mucho más allá de ellas y empezó bastante antes que ellas. Pueden ser un buen icono o un faro para nuevas generaciones pero más allá de mujeres con súper poderes, las verdaderas “Wonder Woman” son las mujeres de a pie que capean como pueden el patriarcado y los micro machismos diarios.
―Has sido parte de una muy interesante reescritura del personaje de Robin en “Legends of the Dark Knight”. ¿Cómo sentiste la polémica de un sector conservador escandalizado por la declarada bisexualidad de Robin?
No creí que creara una respuesta tan grande tanto positiva como negativa, precisamente que hubiera una gran resistencia me hizo ver lo necesario que es aún visibilizar este tipo de historias. Que fuera noticia mundial también fue un mal síntoma de que algo aún no está encajando bien como para que creara ese impacto. En cualquier caso, es un avance y lo volvería a hacer. Hasta que este tipo de cosas no sean noticia.
―¿Cómo se afronta en DC o Marvel el tema de la sensibilidad a la hora de tratar los temas raciales o de género? ¿Cuánto hay de honestas políticas editoriales de inclusión y cuánto de estrategia de marketing?
Siendo directa, creo que son una combinación de ambas cosas.
―¿Cómo sientes la respuesta del público con estos cambios? ¿Qué te han dicho tus lectores en las convenciones? ¿Han terminado ya los mensajes de odio que te llegaban en las redes sociales por tu trabajo en Batman?
Siguen llegando mensajes negativos pero no me crean ningún tipo de malestar, más allá de que se haga pesado. La gente en los eventos no deja de venir a agradecérnoslo y he llegado a emocionarme con las palabras de algún fan. Todo este cariño lo compensa y me alegra el corazón saber que he podido ayudar a hacer sentir mejor a personas de este colectivo.
―¿Por qué crees que algunos hombres pueden sentirse amenazados en su sexualidad por la identidad de género de un personaje de historieta?
Supongo que será mezcla de todo; ideología (conservadora) machismo, homofobia, misoginia… este tipo de cosas son multi factoriales.
―¿Crees que, a su manera, el personaje de Batman también se ha humanizado, si lo comparamos con la versión de Frank Miller, por ejemplo?
A mí personalmente me ha tocado dibujar a Batman y su familia en momentos íntimos y cotidianos, reforzando ese lado familiar y amoroso detrás de su faceta de súper héroes. Es precisamente lo que más le podría interesar de los súper héroes, así que sí, creo que ha habido una pequeña profundización en ese aspecto en puntos concretos.
Javi Fernández y su particular enfoque de la violencia
Oriundo de Olesa (Barcelona), y radicado en Granada, Javier Fernández es uno de los dibujantes españoles con mayor presencia en la industria de los Super héroes, sean de Marvel (Captain America: First Vengeance), o DC (Batman Eterno). Sin embargo, nada se compara al éxito que le produjo “King Spawn”, dibujado por él tras ser convocado por el propio Todd McFarlene, el creador de este simbionte demoniaco, y cuyo primer número alcanzó el medio millón de ejemplares.
―Un dibujante es, sobre todo, un trabajador. ¿Pero a veces sientes la tentación de reflexionar sobre los personajes que haces?
No en mi caso. Para mí son un traje que te pones. Intentas darle vuelta un poco a los guiones, viendo lo que mejor funciona a nivel narrativo. Pero la teoría no va más allá de eso. Mi trabajo es plantear en imágenes los guiones que me entregan. Ese es el margen que me corresponde.
―Jugando con el símil del traje, supongo que te gusta ajustarlo a tu medida. En una industria en la que los superhéroes pasan de mano en mano. ¿Cómo dejar una impronta en ellos?
Es algo instintivo. Tu impronta es tu forma de componer la página, de cómo usar la línea, de cómo plasmar el blanco y negro. Creo que es contraproducente pensar conscientemente en ese toque personal. Hay un punto en el que tienes que olvidar tu huella, porque esta es implícita. Si te pones a analizarla, la perderás. Es extraño. Cuando uno comienza, te obsesionas con la idea de encontrar un estilo. Sin embargo, cuando llevas años en esto, descubres que siempre lo has tenido.
―¿No te seduce la idea de crear tu propio personaje?
Me lo han preguntado en varias ocasiones. Y no, no tengo esa inquietud como guionista. A mí me encanta narrar visualmente, pero como guionista no podría escribir con una mínima intensión. Es algo que se escapa a mi capacidad. No tener esa inquietud me deja más tranquilo.
―Todd Mcfarlane, el creador de Spawn, te reclutó para ilustrar a su engendro del infierno. ¿Buen tipo como pareces, de dónde te viene este interés por plasmar en la historieta la oscuridad y la muerte?
¡Yo no sé porqué dibujo cómics! (ríe) No tengo ni idea. De niño, en mi casa no los había. Dibujo superhéroes y no soy un gran fan de ellos. Y mi gusto por el estilo tenebrista tampoco sabría explicarlo. Quizás sea porque, cuanto más negro uso, mejor tapo mis defectos. ¡Es por eso que odio dibujar a Supermán! Está todo iluminado, con el pecho descubierto. No puedes ocultar nada con una base de negro. A mí me encanta experimentar, y con un estilo oscuro de dibujo, me inspira usar diversas herramientas para conseguir diferentes texturas.
―En pocos espacios como el cómic la tensión entre lo digital y lo manual se enfrentan. Sin duda, es mejor conservar un dibujo original que un formato JPG guardado en un USB. ¿Cómo convives con esas dos formas de trabajo?
Pues convivo dejando de lado al artista y asumiendo al profesional. A mí no me gusta que los últimos números de Spawn sean digitales, por ejemplo. Preferiría hacerlo en papel. Sin embargo, como profesional, tengo que ir rápido. Tampoco quiero pasarme todo el día encerrado trabajando sobre el papel. ¡Tengo una vida! Hoy por hoy, esas tensiones entre lo manual y lo digital las veo con cierta distancia. Las cosas funcionan así, y ya está. Tienes que convivir con ellas.
―King Spawn abre con una escena terriblemente violenta, con una explosión en una guardería. ¿Cuánto te conmueve un guion que te pide dibujar una violencia tan descarnada y explícita?
Suena raro si digo que lo disfruto al hacerlo, pero es verdad. Es como ver una película: uno disfruta cuando destrozan a los malos, pero eso no significa que en la vida real ames las explosiones y la muerte. En la vida real, quieres que el malo sea juzgado, que sea condenado como manda la ley. Me pasa igual cuando dibujo la violencia. Es algo que disfruto porque sé que es mentira. Es como hacer el maquillaje de un zombie. Sabes que es falso y es, hasta cierto punto, terapéutico. Coger al malo y destrozarlo en un cómic es bonito. Y es bonito porque es mentira.
―¿Spawn te exige investigar visualmente en lo gótico, en la estética de cementerios?
Notre Dame en París o el cementerio de La Recoleta, en Buenos Aires, me fascinan por su arquitectura. Me encanta dibujar edificios con medios arcos, todo eso me anima a investigar visualmente. También uso mucho plano cinematográfico: la estructura de mis páginas es muy cinematográfica.
―Por años has trabajado en DC y Marvel. ¿Cómo llevan los fanáticos cuando un artista cambia de camiseta? ¿Despierta en ellos furias comparables a la de los hinchas de fútbol?
Los fans son más del personaje que de la persona que los dibuja. El fan de Spiderman lo es de Spiderman, da igual quien lo dibuje. Y quien es fan del dibujante, lo será no importa cuál personaje haga. En un mundo tan abierto y maravilloso como el cómic, que alguien diga “soy fan de solo una cosa y no quiero leer lo otro” es triste.
―Un maestro como Alan Moore ha señalado que los superhéroes muestran el lado fascista de la sociedad estadounidense. ¿Qué opinas de ello?
Para mí, son un rayo de esperanza. Pueden encarnar esa última esperanza de que todo saldrá bien, de que las personas malas pagarán por todo el daño que han hecho, algo que en la realidad, tristemente no vemos. ¡Cuántos dictadores han muerto de vejez en su casa, sin pagar por lo que han hecho! El pensamiento mágico es lo último que nos queda para mantener la esperanza: algunos se apoyan en los cuentos de infancia, otros en la religión, otros en los superhéroes.
―Qué sucede cuando el trabajo de un dibujante alcanza cifras de venta de medio millón de ejemplares? ¿Cómo se mantiene la libertad creativa?
Libertad creativa es que tengan en cuenta tu opinión, que te dejen hacer las cosas bajo tu punto de vista y tu criterio. Y yo no podría encontrar un espacio creativo más libre que el que tengo ahora en Spawn. Ya llevamos tres años, 23 números trabajando con Todd Mcfarlane, y no tengo que enviarle ningún boceto. Yo le envío la página acabada. Sucede distinto cuando trabajas en DC, por ejemplo. Allí tienes un editor que tiene un editor por encima, que a su vez reporta a un directorio. Hay mucha gente decidiendo. Y, a veces, pasa como en las películas: en el intento de agradar a todo el mundo, se pierde la identidad. Con Spawn no sucede eso. Todd tiene muy claro el producto que quiere hacer y el público lo acoge.
―¿La inteligencia artificial puede resultar una competencia para ti?
Es algo de lo que hablamos infinidad de veces con mis compañeros. Yo creo que es más perjudicial para el que empieza. Los que estamos ya tiempo en esto tenemos una seña de identidad. Pero es verdad que es algo que está llegando y nadie sabe cómo se va a regular. No se trata solo del trabajo artístico: una dieta para deportistas te la puede preparar un chat gpt, ¡a lo mejor hasta los nutricionistas se verán afectados! Me encantaría tener una respuesta, pero no la tengo. Pienso que el problema gordo llegará cuando se la utilice para abaratar costes de producción y tener el comic en las librerías en la fecha justa. Cuando se empiece a poner por encima la periodicidad antes de la calidad del producto, allí estaremos en problemas.
―Ya se anuncia una nueva adaptación cinematográfica para Spawn, dirigida por el propio Todd Mcfarlane. ¿Qué esperas?
¡Yo solo espero que Todd me invite a la premier! (ríe). En el mundo del cine hay tantas cosas que se escapan a mi conocimiento. Entran en juego productores, dinero, cosas que condicionan absolutamente la calidad de una película. A veces vemos filmes de DC o Marvel con un CGI muy malo y te preguntas cómo han hecho eso. Así que solo espero que sea buena, que entretenga y ya está. Espero que esté a la altura que los fans han venido esperando tanto tiempo.
―¿Adviertes cierto cansancio del público con respecto al cine de superhéroes?
Advierto la repetición de una fórmula. Fíjate como películas como Joker o el Batman de Nolan, tienen un concepto nuevo. Para mí, son palabras mayores. Confieso que, después del primer arco de Marvel, esta segunda saga de Marvel no he visto ninguna. Del primero me vi las típicas, Iron Man, Thor y Avengers. Pero habiendo salido de ese primer arco, tienes que sacar algo nuevo, si no se te va a cansar la gente. Si las cifras les responden, van a seguir repitiendo la fórmula. Hasta que la gallina deje de dar huevos.
Viernes 8:
-Encuentro de Javier Fernández con el público (8:00 p.m.)
Introducción a su obra, su labor actual en “King Spawn”, sus trabajos para Marvel y DC. Acompañan al dibujante Marco Sifuentes y Hernán Migoya.
Sábado 9:
-Humor gráfico: el género con mayor pasado y presente en el Perú (4:00 p.m.)
Mesa redonda que convoca a Carlín, Marisa Godínez, Mechaín, Javier Prado y Carlos Lavida.
-El manga peruano hace historia... ¡en Internet!: las series virtuales y su futuro (6:00 p.m.)
Participan Unicornio Azul, influencer y mangaka arequipeña; los dibujantes Diego Revelo El Hollen, Gabriela Macchi y Alberto Rayo, guionista.
-Encuentro de Belén Ortega con el público (8:00 p.m.)
Introducción a su obra, sus trabajos en Batman y el Universo Gotham, para el manga japonés (“Himawari”) y el mercado europeo (la saga “Millennium”, de Stieg Larsson). La acompañan Marco Sifuentes y Hernán Migoya.
Domingo 10:
-En el Perú, ¿de quién depende el cómic independiente? (6:00 p.m.)
Participan los autores de cómic independiente David Galliquio, Águeda Noriega, Eduardo Romero y Eduardo Yaguas.
-Homenaje a Javier Flórez del Águila (8:00 p.m.)
Un homenaje a la leyenda del cómic peruano, con la intervención de expertos y compañeros como Juan Acevedo y Humberto Costa. Participan Belén Ortega, Javier Fernández y la directora de la Casa de la Literatura Peruana, Karen Calderón Montoya.
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