Llevaba siempre una pistola consigo, por si alguno de sus demonios personales se le aparecía con ansias de combate. Megalómano y visionario, tan alucinado como excepcional, Dennis Hopper fue, durante muchos años, uno de los jóvenes airados de la industria cinematográfica norteamericana, heredero legítimo de su amigo James Dean y figura de la vanguardia local junto a John Cassavetes y Robert Kramer, entre otros inconformes. Triunfó con la icónica “Easy Rider” (1969), película de carretera que, sin pretenderlo, introdujo la temática sicodélica y hippie en la cartelera comercial, recuperando cuarenta veces su austera inversión. Los estudios se rindieron ante la evidencia. Universal le brindó un presupuesto generoso, con el que filmó en Chinchero, por esos días un aislado pueblo del Cusco, una cinta que llamó “The Last Movie” (1971), porque aseguraba que su carácter fundacional aboliría toda obsoleta concepción del séptimo arte. El resultado fue un desconcertante artefacto metacinematográfico que espantó a quienes apostaron económicamente por él. Los delirios de grandeza del director se empotraron contra la realidad: a pesar de ser premiado en Venecia, la crítica estadounidense lo despedazó, el público le dio la espalda y “The Last Movie” fue archivada, casi escondida, por cuatro décadas. Hopper desafió la ley de Hollywood. Y la ley había ganado.
O quizá no. Porque el transcurso del tiempo, sumado al misterio que la envolvía, fueron cimentando la fama de “The Last Movie” hasta convertirla en un film de culto y en joya indiscutible del underground. La película, como todo aquello que se adelanta a su época, recibió el tardío pero justo reconocimiento de las generaciones posteriores y ganó miles de admiradores a lo largo del planeta. La periodista Fietta Jarque (Lima, 1956) es parte de esa cofradía. Cuando escuchó sobre las aventuras de Dennis Hopper en Perú, se interesó vivamente por ellas. Entonces recopiló, mediante entrevistas y numerosas pesquisas, los hechos, mitos y presunciones referidos a esa apoteósica inmolación artística acontecida en nuestro país. Con el bagaje recabado ha escrito un libro, “Donde Dennis Hopper perdió el poncho”, crónica que se inmiscuye en la heterogénea y bullente realidad que absorbió a Hopper mientras rodaba su película límite.
Los primeros capítulos, dedicados a la estancia de Hopper y su tropa en el Perú, son donde Jarque maniobra mejor la información con que dispone. Con sagacidad narrativa construye una historia polifónica, cargada de épica, excesos y humor. Su concepto emula el de la obra que escudriña: internarse en los entretelones de la producción de una película y en las permanentes consecuencias que esta genera en los involucrados. Pero también subraya la flagrante contradicción que el film supone en sí mismo. “The Last Movie” denuncia el colonialismo que impone Hollywood y la forma en que este trastoca violentamente la vida de un pueblo de enraizadas costumbres ancestrales. Fue exactamente lo que le sucedió a la población de Chinchero, que después del paso de Hopper y los suyos perdió su milenaria inocencia al conocer el valor del dinero y presenciar el inacabable desenfreno sexual y toxicológico de esos extraños forasteros.
La autora no se limita a mostrar la peripecia de un cineasta enajenado y los destrozos que deja a modo de estela. También busca entender un largometraje riesgoso hasta lo insólito, caracterizado por su salvaje distorsión visual y que rompía con el principio de ilusión de realidad como rara vez se había visto antes. Jarque escoge bien en quiénes apoyarse para conseguirlo. Los comentarios de Ricardo Bedoya, por ejemplo, contribuyen a comprender la posición de Hopper frente al cine norteamericano, sus modelos y referentes, además de la elección del western, ya en plena decadencia, con su mitología heroica puesta en entredicho, que la película deforma aún más. Asimismo, es valioso el aporte del antropólogo Pablo García, que explica cómo el turismo y la modernidad han hecho de Chinchero un lugar distinto al mostrado en “The Last Movie”.
Si hay algo que objetarle al libro de Fietta Jarque es que por momentos cae en un anecdotismo que diluye la fluidez y dirección de lo contado. La tentación de incluir variados testimonios y fuentes genera que el relato caiga en la inconsistencia y el lector se sienta a la deriva entre viñetas y percepciones que no agregan nada sustantivo a la investigación. Esto sucede especialmente en el capítulo sobre la infancia y juventud de Hopper o en el que aborda su perturbadora relación con el sexo opuesto. Más allá de estas observaciones, “Donde Dennis Hopper perdió el poncho” es una lograda crónica, trabajada con oficio y de innegable amenidad.
LA FICHA
Autor: Fietta Jarque
Editorial: Seix Barral (Planeta)
Año: 2021
Páginas: 244
Relación con la autora: ninguna.
Valoración: ★★★ ½ estrellas de 5 posibles.