Estos poemas son parte de libros que circularon clandestinamente como el vaho celeste del bar. “Provienen de proyectos llamados ‘Maestranza’, ‘Fotografías’ y ‘Profundo bello’. Armé el volumen en tres años, pero la escritura la ejercitaba desde muy joven sin que mi padre se diera cuenta”, narra Eloy Jáuregui, quien acaba de publicar “Crema carnal” (Caja Negra, 2015).
El padre de Eloy era un antiguo librero amigo de los poetas y escritores de la llamada Generación del 50, Alejandro Romualdo, Francisco Bendezú, y del Amauta José María Arguedas. “Tuve la suerte de leer libros que no me daban en el colegio. Había gran variedad entre la colección de mi viejo: poetas chinos, franceses y literatura política proscrita para la época”. Jáuregui se sumergía en los procesos escriturales como un demente hasta que conoció la poesía de Vallejo; se volvió aun más loco. “Mi padre me dijo cuídate del cholo Vallejo. En ese entonces, no había tantas ediciones del poeta universal en librerías. Vallejo es descomunal”. “Cuando lo vuelvo a leer es como llegar a un orgasmo o como caer en una resaca”, sostiene Eloy. “Sumadas a esas lecturas empecé a entablar amistad con Jorge Pimentel. Así conocí a los Hora Zero (HZ)”.
Fue la época del parricidio horazeriano, de la aparición de “Kenacort y Valium 10” y “En los extramuros del mundo” de Pimentel y Enrique Verástegui, respectivamente. Una propuesta, la del “poema integral”, con “harta prensa”.
POETAS DE BABELEloy confiesa que demoró en responder a José Miguel Oviedo para su icónica antología “Estos 13”. Quizá el número hubiese cambiado a 14. “Recién aparecí en la primera antología del HZ. Salieron poemas míos en ‘Haraui’ del maestro Paco Carrillo, ‘La Tortuga Ecuestre’ de Gustavo Armijos, entre otras”, cuenta. La efervescencia poética estallaba en Lima con poetas de San Marcos, Católica, Villarreal y de provincia. “Viajamos mucho a dar recitales”. Jáuregui tenía varias escuelas: la de la vida, la del bar, la de la calle y también la académica. “Estudié Lingüística en San Marcos, Literatura y también Periodismo”, asegura enfriando los dedos en el vidrio del vaso.
HITOS Y RUTAS“Los hitos que marcaron nuestro quehacer poético fueron Woodstock, la Fania All Stars, el Gobierno Revolucionario de Velasco y México 70”, cuenta. Empezamos a vivir en comunidades, recuerda, también calaron la explosión de los cineclubes (el cine francés, italiano, ruso), los hippies, la droga, el rock, la salsa, el jazz, agrega Eloy. “Fuimos reforzando una identidad, a pesar de ser poetas de familia. Mi viejo y mi vieja sabían ya que era poeta muy a su pesar”.
Lo de Jáuregui está cercano al neobarroco cubano. Percibimos guiños a voces como las de Severo Sarduy, Gastón Baquero, Guillermo Cabrera Infante, incluso a ese hermoso monstruo llamado José Lezama Lima. “Hubo un grupo de poetas que tuvimos ese impulso y ese tono. Un neobarroco peruanístico, de la Lima y provincias. Roger Santiváñez, Rubén Urbizagástegui, Elías Durand, José Cerna, Yulino Dávila, eran algunas de esas voces”, relata.
“Empecé a trabajar en el lenguaje. El arte poético se convirtió en una ingeniería con pasión. Había un diseño. La música dodecafónica también cumplió un rol como insumo en el tejido escritural”.
TODAS LAS CREMAS“Con los muchachos de HZ inauguramos una forma de percibir y ejecutar la cultura. Lo abiertamente chicha, lo que hoy hace gente como Elliot Túpac y la diversificación de la cumbia son parte de esa explosión estética y sus diversos caminos en la actualidad”, acota Eloy. Como un bolero rotundo.
MÁS INFORMACIÓNLugar: Auditorio Ciro Alegría. Dirección: Feria Internacional del Libro /Parque Próceres, Jesús María. Día y hora: Hoy, 7 p.m.