Literalmente lo calificaron como: autor de aliento letrinal, lacra de la tradición cultural machista, obsceno exhibidor de chulería, incompetente narrador que argumenta a chorro, provocador con el insulto. Literalmente le dijeron que: busca la fácil complicidad testicular, confunde la creación escrita con la defecación escrita y sus textos se parecen a la literatura como el chicle a la comida. El hombre pudo sobrevivir de estos y otros calificativos francamente impublicables —todo a causa de haber escrito el libro de relatos “Todas putas” (2003)—, pero terminó cansándose de su país. “Yo vivía muy bien en Barcelona, pero no era ‘cool’. Era el bufón del panorama cultural barcelonés, nunca me iban a tomar en serio en nada de lo que hiciera”, declaró en su momento. Y se vino al Perú.
LEE TAMBIÉN: Cien años de Clarice Lispector: ¿Por qué la explosiva escritora brasileña no formó parte del boom latinoamericano?
Principio
“Ser bufón del panorama cultural es un papel que todos los escritores que cultivamos la literatura satírica debemos aceptar porque es el rol consecuente con nuestros preceptos. Nunca he pedido que se me trate con la solemnidad y endiosamiento con que se trata a autores realistas o con más ínfulas. Yo tengo un sentido del humor que se burla de lo pomposamente en serio que la mayoría de escritores en español se toman a sí mismos, así que sería incongruente por mi parte pedir que me traten así. En Barcelona y en España en general me valoran mucho más desde que me fui a vivir al Perú. Es una reacción típicamente española, por otro lado. Pero yo no me fui de Barcelona porque no me tomaran en serio, sino porque no soporto el tipo de sociedad nacionalista y estatista hacia la que se ha zambullido mi país”.
¿Y Lima resultó ser efectivamente ese lugar anárquico, dionisiaco y libertino, como se reseña en tu libro “Deshacer las Américas” (2016)? “Lima es una ciudad sin estado y tiene cosas buenas y cosas malas. Hay mayor libertad que en Europa, sobrevive cada día, por eso está mucho más apegada a la vida que el continente europeo, donde se vive con red y por tanto se saluda cada jornada con desgana y depresión. En Europa uno ya sabe todo lo que le va a suceder hasta el día que muera aburrido y viejo; en Lima uno no sabe si llegará vivo al final del día. Por construirse todavía en lugar de desmoronarse, es un país con mucho más futuro que cualquiera en Europa. Nunca, en ningún lugar, he conocido una generación de jóvenes tan preparada, progresista y valiente como la juventud peruana de hoy. Así que soy muy optimista respecto a Lima y al Perú”.
Nudo
Y así fue como el Perú terminó por movilizar la pluma de Hernán Migoya (Ponferrada, 1971): en “Plagio” (2012) narra gráficamente un secuestro, en “50 peruanas de bandera” (2014) homenajea a igual número de compatriotas y en el cómic “Señorita Laura” (2015) satiriza a una conductora. Que los escándalos literarios en el Perú sean inexistentes —o se circunscriban al acoso sexual o la estafa de algunos editores— ¿no se debe más bien al minúsculo nivel de lectura que tenemos? “Todos los países tienen sus propios parámetros y ritmos, así que los valores de medición no pueden equipararse. Yo también renegaría de mi país porque en Francia un cómic vende cien mil ejemplares y en España dos mil. Perú es un país con una cultura propia deslumbrante que será plenamente comunicada cuando se hagan películas sobre Flor Pucarina o institucionalmente se valore la cultura popular”.
Y eso no ocurre porque, según Migoya, “nunca se captarán en toda su rica diversidad si algunas editoriales siguen fomentando criterios comerciales que son racistas y clasistas. Por ejemplo, en el mundo del cómic logré que se llevara adelante la edición de una historieta clásica peruana que increíblemente nunca se había recogido en libro: ‘Selva misteriosa’, del maestro Javier Flórez del Águila; pero no conseguí que ninguna editorial publicara mi anhelada biografía de Melcochita, bajo la estulta decisión de que ‘la gente a la que le gusta Melcochita no lee’. Esa estupidez de pensamiento mezquino y abyecto es la verdadera lacra cultural: no considerar a Melcochita un patrimonio vivo de la cultura popular peruana, digno de la mayor veneración intelectual y de que se le dediquen no uno sino cien libros”.
Todo lo cual encaja perfectamente con su espíritu marginal. Ese que lo ha convertido en director de cine, fanático de las películas de serie B y de los actores secundarios. Pero su verdadero sustrato está en el cómic: ha dirigido la legendaria revista “El Víbora”, es guionista de más de una veintena de álbumes y novelas gráficas, fue puntal en el Salón de Barcelona y lo han publicado hasta en “Heavy Metal” y “Mome”. También es un cronista de afilado humor negro y, travestido al natural —es decir, desnudo—, deviene en hilarante performer. Acerca del germen, crecimiento y maduración de semejante versatilidad da cuenta “Baricentro”, novela que prefiere invertir la premisa metafórica y escapista de sus ficciones para hacer foco en su núcleo familiar.
Desenlace
Como si no fuera suficiente lo que has generado en la sociedad española, terminas lanzándoles esta especie de novela de aprendizaje que tampoco encaja en eso que los bienpensantes llamarían ‘bildungsroman’. ¿Es que nunca vas a ‘madurar’, Migoya? “Bueno, mientras el mundo literario continúe lleno de autores que se consideran anticapitalistas publicando en multinacionales y que se jalan de los pelos entre sí como adolescentes por ganar cualquier premio, así sea el más amañado, no creo que el de Migoya sea el caso de inmadurez más urgente por resolver. Tanto la buena acogida a ‘Baricentro’ como el hecho de que me hayan vuelto a censurar recientemente otro cuento me proporcionan muchos ánimos para seguir escribiendo sin red. Tal vez escribir constituya mi mayor acto de inmadurez, que es como creo que hay que enfrentar la creación literaria: sin tanto temor reverencial ni tanta grandilocuencia cursi”.
Tu novela “Plagio” concluye así: “Esta ciudad (Lima) intensa, fantástica y terrible, nos verá morir a los dos”. ¿Lo dices en serio? “Desde luego, yo sí pienso cumplirlo. Y si no llego a tiempo de que Lima me vea morir, que al menos me acoja muerto”.
Título: “Baricentro”
Editorial: Penguin Random House.
Año: 2020.
Te puede interesar
- “Ayayay Forzay”: Fernando Vivas escribe sobre el libro (parcialmente) autobiográfico del candidato a la presidencia
- Mario Vargas Llosa, a 10 años de recibir el Nobel de Literatura: así fue su discurso ante la Academia Sueca
- Nona Fernández, escritora, sobre las protestas sociales: “La gente ha entendido que tiene una dosis de poder”
- Gran Biblioteca Pública de Lima reinicia su atención presencial
- La historia de Genaro Ledesma en “Redoble por Rancas”, contada por su hija Marianella Ledesma