El arco narrativo comienza en julio de 1533, en los días previos a la ejecución de Atahualpa, y culmina en el 2021, con una actualización a la lucha del periodismo peruano contra las dictaduras y la corrupción. Entre uno y otro punto, son casi 500 años y más de 500 páginas las que conforman “Historias ocultas”, atrapante libro publicado por el periodista Ítalo Sifuentes Alemán.
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Un conjunto de 200 hechos que, por distintos motivos, han permanecido a la sombra de la historia oficial. Como explica Sifuentes, todos estos relatos carecieron de difusión noticiosa o interés académico en su momento, y él mismo se ha encargado de rescatarlos de entre más de mil fuentes dispersas.
Titánico trabajo que comenzó a sacar adelante en el 2007, revisando archivos; que continuó cuando en el 2010 abrió el blog “Perú Bicentenario” y fue difundiendo breves dosis de información en redes sociales; y que tras años de lecturas, fichado y redacción culminó en una publicación convertida en ambicioso objeto de consulta. “El libro se fue escribiendo solo, del siglo XVI al XXI”, dice Sifuentes.
“Es una cronología que sirve para comprender al Perú –complementa el autor–, los yerros y aciertos de sus altas autoridades, comprender también el comportamiento de la población, de los hombres y mujeres de las tres regiones del Perú, urbano y rural, de su convivencia natural y forzada por las circunstancias históricas, de sus éxitos y derrotas. En conjunto, transmiten un mensaje: el Perú ha sido y es capaz de salir adelante, muchas veces a media máquina porque se atropella a sí mismo, pero avanzando”.
EL PERÚ: LADO B
Para Sifuentes, “Historias ocultas” es el producto de años de acabar con los ojos enrojecidos y de aspirar polvo acumulado en manuscritos, expedientes, oficios, epistolarios, boletas de pago, bandos o discursos salidos del Archivo General de la Nación, la Biblioteca Nacional, archivos de ministerios, municipios, iglesias, colecciones privadas, bibliotecas de universidades nacionales y del extranjero.
Pese a ello, le resulta difícil no personalizar algunos recuerdos trascendentales. Como su encuentro con el historiador José Agustín de la Puente Candamo, fallecido el año pasado, quien lo guio por algunos de los múltiples senderos de la historia peruana, y alguna vez le dijo: “Siempre se decía en los cursos de Historia de América que Argentina, por ejemplo, comenzó su gran desarrollo a fines del siglo XIX con el lema ‘gobernar es poblar’, yo diría que en el Perú el lema debería ser ‘gobernar es educar, no instruir’”.
Es por esa razón que el libro de Sifuentes posee también un gran valor didáctico y (re)formador. Le preguntamos al autor si, en estos tiempos de posverdad, podría decirse que el Perú es una nación más bien presta al mito, a la tergiversación de los hechos y la reescritura de la historia.
“Las bibliotecas y hemerotecas contienen grandes volúmenes de libros de mitos y leyendas, con los cuales se intenta explicar con subjetividades aquello de lo que no existe documentación probatoria –responde el autor–. Ante los vacíos en la historia, se construyó una narrativa en la que se mezclan la realidad con la ficción. Por ejemplo, en los archivos hay cientos de páginas en las que se consigna que la existencia del lugar llamado Salto del Fraile data de 1860, cuando en realidad existe desde la época virreinal. Probablemente se trate del hallazgo de uno de los primeros ‘fake news’ de la historia republicana. ¿Qué se hace con la información falsa referida a 1860? ¿Será posible borrarla de todas las publicaciones? Aun cuando así se hiciera, ese dato ya está impregnado en la memoria colectiva. Tomará generaciones corregirla, pero hay que hacerlo”.
LO QUE NO CONOCÍAMOS
Son muchas las historias que podrían destacarse de las recopiladas por Sifuentes. Él mismo, por ejemplo, se anima a resaltar la número 18 del conjunto, que data de 1750: la entrega al rey Fernando VI, en España, de un pliego de reclamos por el exterminio indígena que la monarquía estaba cometiendo en el Perú. Un queja elaborada por el fraile mestizo Calixto de San José Túpac Inca.
“Este primer documento permite conocer que, 30 años antes de la rebelión de Túpac Amaru II, el rechazo a la dominación extranjera había traspasado las fronteras del Perú, mucho antes que en cualquier otro territorio americano, confirmando los adelantados movimientos libertarios a cargo de los peruanos”, señala Sifuentes.
Y como esas, se suceden por sus páginas historias apasionantes como la de Ana Rosa de Ucayali, sacerdotisa y curaca del Perú salvaje; las dos canciones peruanas en quechua y en congo que sonaron en las fiestas de la Lima del siglo XIX; el reconocimiento de científicos de Nueva York de que la planta de coca es peruana, hecho ocurrido en 1821; los libros de Voltaire y otros autores censurados por los libertarios sudamericanos; el papel de nuestro país en la Guerra Fría entre EE.UU. y la Unión Soviética; y más pasajes que nos pueden llevar replantear la idea del país que conocíamos.
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