Meses antes de que iniciara la pandemia, la escritora peruana Josefina Barrón ya usaba mascarilla y guantes, no por causa de una enfermedad, sino por el polvo y la humedad de la casona antigua, que frecuentó por dos años, y que perteneció al empresario Eulogio Fernandini de la Quintana; una ardua investigación que la mantuvo por dos años yendo al que fuera domicilio del personaje principal de su nuevo libro, “El alma en la tierra”, que estará disponible a finales del mes de julio.
“Entrevisté a unas treinta personas, leí más de cincuenta libros de todo tipo, además de leer miles de cartas y me metí a la casa donde vivió mi personaje, en ese lugar podía pasar hasta siete horas recabando información”, comenta la investigadora que trabajó por tres años en el proyecto, de los cuales empleó medio año para poder vivir lo mismo que Fernandini y así poder crear un libro que considera como una propuesta honesta, aunque una parte sea ficción. “El libro tiene un 30% de invención de situaciones, diálogos y circunstancias porque ya no había más documentación histórica detallada”, añade Barrón.
Sobre la obra, esta se sitúa en el período anterior a 1900, mostrando una Cerro de Pasco emergente, comparable con una pequeña metrópolis, una Lima en tiempos de postguerra y los paisajes rurales que marcan el camino de Eulogio desde Viena hasta los Andes, donde debe ayudar a su padre caído en desgracia.
En esta travesía, la escritora incorpora personajes históricos como Pedro Paulett, quienes podrían haber compartido momentos de sus vidas con el protagonista de “El alma en la tierra”. Además, se desarrolla una relación amorosa ficticia entre el personaje principal y una joven europea. Aunque se trata de elementos de ficción, su inclusión no es forzada, sino que se basa en una exploración de las posibilidades que Barrón utiliza para ambientar y retratar a sus personajes tras una breve investigación.
Desafío creativo
Para retratar este recorrido, Barrón describe minuciosamente los ambientes para establecer una conexión entre el lector y las vivencias de sus personajes. Además, profundiza en lo que pudo haber sucedido con ellos, no como una invención espontánea, sino como una fase posterior a la investigación en la que descubre que otros personajes históricos y situaciones contemporáneas podrían haber coincidido con las fas figuras principales de sus libros.
Por otra parte, el mayor desafío de este proyecto no fue la investigación, sino plasmar el sentir de cada personaje en el libro. Barrón resolvió este desafío a través de fotografías de personajes como Antúnez de Mayolo, imaginando su personalidad para capturarla de manera auténtica en los diálogos. “Tengo que meterme en el pellejo de ellos y no pensar mucho al momento de escribir los diálogos, si lo hago, esas palabras ya no serían de ellos”, explica.
Además de su nuevo libro, Barrón tiene otros proyectos en marcha, incluyendo una obra sobre la historia de la arquitectura de San Isidro, una biografía de Hiram Bingham y del chef peruano que reside en Estados Unidos Juan Chipoco. “Me gusta sincerar la vida de ciertos personajes que son vapuleados por la historia, mostrar tanto lo positivo como lo negativo, pues ninguno es un santo”, concluye.
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