Aunque principalmente reconocido por su trabajo en el marketing, el psicólogo y doctor en administración Rolando Arellano (Piura, 1952) sorprende ahora con su incursión en el campo de la narrativa de ficción. “El Tesoro” es la primera novela que publica, pero no se desapega totalmente de los principales intereses de su autor: la peruanidad, la pujanza, el progreso y el optimismo son los temas palpables en esta peculiar obra.
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“El Tesoro” es un relato en el que “la protagonista es la historia del Perú”, según se lee en la contratapa del libro. En él, un grupo de personajes que parecen ser los álter ego de Arellano, algunos familiares y amigos recorren pasado, presente y futuro de nuestro país buscando respuestas a diferentes misterios. En su odisea, aparecerán personajes reales como Guaman Poma de Ayala, La Perricholi, Ricardo Palma, José Carlos Mariátegui, entre otros.
“Con ‘El Tesoro’ trato de llegar a un público más amplio, porque quisiera cambiar la percepción negativa de la historia que tienen casi todos los peruanos. Le di la forma de novela de aventuras para que atraiga a los jóvenes, a los mayores, a los taxistas y a las amas de casa. El tema es muy serio, pero la manera de contarlo es entretenida”, explica Arellano Cueva sobre su libro.
DEJAR ATRÁS LA TRAGEDIA
Sobre su deseo de observar la historia del Perú desde una óptica más positiva, Arellano dice que es un propósito que ha marcado su trayectoria. “En mis trabajos siempre he luchado contra quienes solo muestran lo malo que nos ocurre, los especialistas en dar solo noticias de muertes, agresiones, robos y pobreza. Porque al no mostrar también lo bueno que pasa, como que 40% de peruanos salió de la pobreza, que disminuyó la desigualdad de manera notoria y que aumentó en 10 años la esperanza de vida, todos terminan creyendo que aquí no hay oportunidad de progreso”, asegura.
Por eso agrega que una de las razones de que esa idiosincrasia esté tan enraizada es que los peruanos “solo repetimos la parte negativa de nuestra historia: que los españoles les ganaron a nuestros antepasados incas casi sin luchar, que hubiera sido mejor si nos conquistaban los ingleses, que otros extranjeros (casi ningún peruano) nos liberaron de los ‘malos’ españoles, que caímos luego en una crisis moral que hizo que nos ganen los chilenos, y así”.
LOS PERSONAJES
De todos los históricos protagonistas de “El Tesoro”, Arellano escoge dos: el primero es Andrés Avelino Cáceres, destacado general al que las fuerzas chilenas no pudieron vencer gracias a sus soldados de la sierra del Perú, zona que los invasores no pudieron penetrar. Y el autor agrega también: “Pero Cáceres no habría podido vencer si no hubiera tenido la ayuda de su esposa, doña Antonia Moreno (la única mujer enterrada en la Cripta de los Héroes), que junto con muchas mujeres eran una fuerza paralela que permitió a su ejército estar pertrechado permanentemente”.
En segundo lugar, el marketero y ahora novelista elige a Abraham Valdelomar, quien dentro de la historia ficticia del libro, explica Arellano, “puede contarnos todo el aporte de los diversos pueblos que llegaron después de la independencia, los ingleses, los italianos, los franceses, los norteamericanos, los alemanes y los chinos, ente otros; cada uno aportando mucha riqueza a nuestra cultura. Eso aunado al de los africanos, que llegaron desde el inicio de la conquista, y que no se les nombra en la historia de manera directa”.
MIRADA AL FUTURO
Arellano señala que “El Tesoro” se dedica a “reconstruir” la historia peruana recorriendo diferentes épocas y finalmente desembocando en el siglo XXI, donde aparecen personas de todas las periferias del país (muy a tono con su particular segmentación de las poblaciones locales de variados orígenes, estratos sociales y estilos de vida): un niño lustrabotas, una joven profesora, un estudiante universitario, un ama de casa promotora de un club de madres, un profesor de escuela, un peruano que trabaja en una universidad canadiense, un académico francés jubilado, etc.
A su manera, un libro que se hizo por los 200 años de la independencia del Perú, pero que prefiere proyectarse hacia adelante. “Más que celebrar el bicentenario debemos pensar en que debemos empezar a construir la república del tercer centenario –apunta Arellano–. Entramos en ella con una división muy grande, más que por ideas, por un desenlace político que la mayoría no buscó. Por eso creo que una forma de encararlo es empezar a construir un verdadero sentimiento de nación peruana, donde todos nos identifiquemos como parte del mismo sentimiento”.
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