Entre los grandes déficits de nuestra educación escolar está la enseñanza artística. Generalmente, los cursos de Arte —danza, pintura, dibujo, teatro, etc.— suelen ser percibidos como asignaturas menores o complementarias frente a otras como Matemáticas o Comunicación. Esto ocasiona que sean pasados por alto o que no se les dedique la atención que merecen. Este panorama será puesto en debate durante el próximo Congreso Internacional de Educación Artística que, de manera virtual, se desarrollará entre el 24 y 27 de noviembre, organizado por la Universidad Diego Quispe Tito del Cusco y la Sociedad Internacional de Educación a través del Arte (InSEA, según sus siglas en inglés), un organismo vinculado a la Unesco.
El congreso está dirigido a docentes de educación básica regular y superior, estudiantes, gestores, especialistas en arte y contará con la participación de más de 30 expositores, entre los que destacan Walter Mignolo y Chiqui González (Argentina), Catherine Walsh (Estados Unidos), Pedro Pablo Gómez (Colombia), Ricardo Marín (España), Ramón Cabrera (Cuba), Mila Chiovatto y Ana Mae Barbosa (Brasil), Salomón Azar (Uruguay), entre otros.
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Al respecto, conversamos con el profesor Mario Mogrovejo, quien es consejero mundial de Insea, profesor de la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes, y uno de los promotores del congreso.
Pensamiento crítico
¿Por qué es importante desarrollar la educación artística en el Perú? ¿Cuáles son los retos que enfrenta esta disciplina en nuestro medio?
Consideramos que la educación artística en nuestro medio esta muy aplanada, desmotivada. Aunque es obligatoria, en muchos colegios en Lima y provincias es tomada como un curso de relleno, para cumplir horas. Esto no permite que los estudiantes puedan desarrollar una línea de carrera. Con las matemáticas los alumnos desarrollan el pensamiento abstracto, con las comunicaciones el lenguaje, con el arte aprenden a expresarse, a contar las cosas de adentro hacia afuera, mediados por la divergencia, porque el arte siempre va apuntar hacia una mirada crítica sobre el mundo y la sociedad. Y si es menoscabado, el resultado es que no habrá un estado de criticidad en el país.
¿Cómo revertir esta situación?
Esto se produce por una serie de sucesos de efecto dominó, uno desencadena a otro. Hoy la educación artística básica regular reclama ser planteada desde lo interdisciplinario. Por ejemplo, se les da dos horas a los estudiantes para hagan música, teatro, danza y artes visuales, pero en ese tiempo no van a poder cumplir todas estas actividades. Además, el profesor de artes visuales no sabe de piano o no maneja el teatro, entonces cómo puede desarrollar todas estas actividades.
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El otro gran déficit es la escasa formación de los profesores
Así es. Por eso considero que la Escuela de Bellas Artes debería ser el espacio que reclame y regule todas estas nuevas demandas. Debería ser una institución líder en la educación artística en el país.
Ser artista en el Perú
Entre las instituciones más reconocidas que forman artistas en nuestro medio están Bellas Artes y la Universidad Católica, ¿qué se debe ajustar en la enseñanza superior?
Conozco más el caso de Bellas Artes. Actualmente, hay una gran demanda de postulantes que se deslumbran por la ilusión de ser artistas en el Perú. El aforo de postulaciones es altísimo, pero luego de la experiencia académica, la gran mayoría, si no me equivoco más del 99 % termina dedicándose a la educación.
¿Y por qué se da esta situación?
Según mi análisis, porque el Perú como Estado no reconoce al arte como una especialidad profesional. Por ejemplo, si usted acaba la carrera de medicina, el Estado le oferta plazas laborales en todo el país, si es enfermero igual; pero si se gradúa de artista, el Estado no le ofrece ninguna posibilidad.
El arte en la República
A lo largo de la República se ha suscitado el debate sobre cuál debe ser el camino que debe tomar el arte en el Perú, en el documento con el que promueven el Congreso dicen que buscan cuestionar el orden pedagógico, y mencionan el concepto “decolonial”, ¿qué hay que descolonizar en el arte peruano?
Tremenda pregunta. Nosotros buscamos dar voz a todos los sujetos que hacen arte y educación artística en el Perú para incorporar sus experiencias, historias, tradiciones y culturas. Cuando pregunta qué significa hacer arte en el Perú, se me viene a la cabeza 1975. Ese año se le dio el Premio Nacional de Cultura a un retablista como Joaquín López Antay y, como suelo decir, mis queridos héroes bellasartinos, Tilsa Tsuchiya, Gerardo Chávez, toda esa promoción dorada, tuvieron una postura particular frente a esa designación. El gremio artístico se polarizó y muchos no aceptaron esa decisión. Nosotros pensábamos que se iba a acoger de mejor manera las artes populares, la artesanía como se le llamaba entonces, pero no fue así. El MALI hoy ha adquirido piezas de arte popular en su colección, pero no tiene un espacio especial para ellas. El Museo de Arte Contemporáneo señala que no le corresponde por cronología, pero Joaquín López Antay es parte de la modernidad. Un retablo suyo debería exhibido al costado de un cuadro de Szyszlo porque son de la misma época, pero no es así. La discusión sobre lo que es arte es muy dicotómica porque el Perú vive de espaldas a su propio arte.
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En el mercado del arte también se ven esas diferencias que aparecen en otros ámbitos sociales y políticos…
Usted puede preguntarse cuántos artistas populares han expuesto en las galerías comerciales de Lima. También puede preguntarse cuáles son las tarifas de los artistas y las artistas populares y verá que hay mucha diferencia entre una obra de José Tola y una pintura de Pablo Amaringo. O se puede preguntar a cuánto se cotizan las obras de las artistas shipibo-konibo de Cantagallo, que hace dos años llevaron a ARCOmadrid… El Estado se ha caracterizado por no intentar resolver estas cuestiones que profundizan la brecha entre arte popular y arte culto occidental. Por eso, creo, que una de las soluciones sería pensar en la creación de un Museo Nacional de Arte, democrático y accesible, con una museografía inclusiva, en la que participen todos, algo que ya existe en muchos países de América Latina.
Para volver al tema del congreso, qué propuestas plantear entonces para empezar de una manera distinta esta tercera década del siglo XXI.
Queremos darle voz a todos los que están involucrados en el sistema del arte para ir construyendo, para ir tejiendo un corpus que nos permita cuestionar estos órdenes establecidos. Por ejemplo, según el currículum del Estado se tendría que enseñar a un niño o joven shipibo-konibo, situado en su lugar de origen, una teoría estética occidental, hablarle de filosofía del arte o de la belleza según Kant, pero ¿qué sentido tiene? Cuando este joven hace sus diseños kené y no apela a los conocimientos artísticos occidentales, sino a sus íkaros, a sus propias narrativas culturales. Esta matriz educativa, en vez de proponer modelos transversales, lo que hace es suprimir experiencias culturales. Eso tiene que cambiar.
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