Se apagó la voz de Armando Manzanero, uno de los músicos fundamentales de América Latina, así como uno de los más prolíficos; una partida sentida por seguidores y colegas, como es el caso de la peruana Tania Libertad; quien conversó con El Comercio a horas de conocerse la noticia.
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“¡Es increíble! Todas las cadenas están transmitiendo la muerte de Manzanero. Todos en México estamos en shock. Porque se pensaba que ya salía de terapia intensiva. No imaginábamos que tuviera este desenlace. Estamos muy tristes. Sumamente tristes”, dijo la cantante sobre el cómo se vive este dolor en el país norteño.
¿Cómo has sentido su partida?
Pues imagínate como estoy. La noticia me llegó de golpe, como un balde de agua fría. Yo todos estos días he estado en contacto con la familia, y teníamos entendido que él iba a ser desintubado y que lo iban a pasar a terapia intermedia. No esperábamos un desenlace como este. Es sumamente triste. No tengo otra expresión para manifestar lo que siento ahora. Una gran tristeza. Muchos, muchos años de amistad. Desde que lo conocí en el Perú, cuando yo le abrí sus conciertos a finales de los años 60. Yo muy jovencita con una guitarra le abría los conciertos a él. Recuerdo que llegamos a hacer un concierto en el Cine Pacífico, que lo habilitaron como teatro para que él pudiera cantar.
El enorme conocimiento que tenía de la música peruana. ¿Cómo nació su interés?
Pues mira, él empezó a aficionarse por la música peruana desde los años 70, cuando ya era muy famoso en el Perú. Adoraba la comida. Muchas veces llegó a aceptar contratos en que prácticamente no le pagaban. El realmente cobraba solo para ir a comer al Perú. Acuérdate que él tiene dos hijos en el Perú. El varón se quedó allá y la niña vive en México, se llama Mayinka, por Maya e Inca. Ya cuando yo llego a vivir aquí en el 80 desarrollamos una amistad más cercana, éramos vecinos. Él vivía a la vuelta de mi casa, y nos veíamos mucho para comer, conversar, para grabar en el estudio de grabación que tengo aquí. Es un ser irremplazable en muchos sentidos. Con una vitalidad, unas ganas de vivir, de viajar, de conocer todo el mundo, pero al Perú, especialmente, le tenía muchísimo cariño. Por eso le encantaba ir. Muchas veces fue de vacaciones al Cusco, se iba a Machu Picchu, cantó en muchas artes del Perú.
¿Qué me puedes contar de su amistad con Chabuca Granda?
Lo que yo sé es que Chabuca fue la primera que le dijo, “¡oiga, Manzanero! ¿Por qué no canta usted sus canciones?” El antes era pianista y les daba sus canciones a otros. Chabuca fue la primera que le animó a atreverse. Y gracias a ella fue que él empezó a grabar y tuvo el éxito que tuvo.
Lo sintió como una deuda permanente...
Sí, totalmente. Por allí recuperé una foto de ambos, él estaba muy jovencito. Bajando de un avión.
Los periodistas solemos caer en lugares comunes, y son muchos los baladistas que a su muerte se les ha despedido como “el último romántico”. ¿En el caso de Manzanero, esta afirmación es exacta?
Eso se ha dicho de muchas gentes. Pero esta vez es real. Con Armando Manzanero se justifica no solo decir que fue “el último romántico”. Se fue el último gran compositor. Manejó no solo de maravilla la música, él desde muy jovencito estudió música e hizo arreglos, era un músico completo: era un gran pianista. Y no solo era un romántico, era un compositor universal. Sus canciones se escuchaban en todo el mundo. Supo llegar con un mensaje que no era corriente. Sus canciones eran bien estructuradas a todo nivel, literario incluso. Él era admirado por los grandes escritores, Gabriel García Márquez era su gran admirador y quiso componer boleros para Manzanero.
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