“El artista Benito Rocancio Martínez, ‘Bad Bunny’, es un viajero del tiempo, vino del futuro”, escribió en Twitter una cuenta fan de Anonymus, ese grupo de activistas que hace honor a su nombre. Aunque no es la oficial, sus más de 600 mil seguidores pueden hacer que su mensaje llegue a otros tantos miles. Y que algunos, incluso, puedan tomarlo en serio, a pesar de la puya o error en el nombre. Son, quizás, los gajes del oficio de ser famoso. Las respuestas, por supuesto, son lo variado que uno puede esperar en dicha red social, en la que el anonimato no es exclusividad ni del grupo de hackers ni de sus partidarios: “Lo sé y tengo una teoría. En sus videos da señales como el cubrebocas, el gel antibacterial, entre otras cosas, que por lo regular se adelanta a usar por alguna extraña razón”, dice uno. “Apoyo todo, pero en este caso que se vaya a su tiempo, por favor”, dice otra. “Vino a traer contaminación auditiva”, agrega alguien más. En el choque cultural que significa que opine gente de diversos gustos, idiosincrasia o procedencia, abundan los críticos del reguetón que consideran que es un estilo musical machista, embrutecedor y carente de cualquier mérito artístico. Eso, por supuesto, no evita que Bad Bunny -uno de los 64 mil 325 niños que vino al mundo en Puerto Rico en 1994- sea escuchado por casi 62 millones de oyentes al mes en Spotify, sume 48.8 millones de seguidores en TikTok, tenga más de 43 millones pendientes de él en Instagram –a pesar de no seguir a nadie y tener solo 14 publicaciones, la mayoría de ellas primeros planos de su cara haciendo muecas- o que su último videoclip, “El apagón – aquí vive gente”, haya tenido, en solo un mes, casi 10 millones de visualizaciones en YouTube, donde cuenta con más de 44 millones de seguidores. Hace dos años, “Dákiti” –junto a Jhay Cortez- había superado los 350 millones de vistas en solo mes y medio.
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Hace dos años también, el portal paródico Última noticia, publicó: “Héroes: Anonymus hackea computadora de Bad Bunny y elimina el disco que iba a lanzar”. Y agregó: “”Es un gran servicio a la humanidad, solamente al nivel del hallazgo de la vacuna o de un político honesto en Perú”, dijo un representante de la ONU para nuestros practicantes”. Ninguna de esas ironías evitó, tampoco, que este año Apple Music lo nombre como “Artista del año” o que su más reciente lanzamiento, el disco “Un verano sin ti”, tenga un tema como “Callaíta” que ha sido escuchado más de mil millones de veces. Para que se den una idea, Thriller (Michael Jackson), single homónimo del disco más vendido de la historia, ha sido reproducida “apenas” 441 millones de veces.
Bad Bunny está hoy en el top 10 de los más escuchados de Spotify, con el plus de que es el único que canta en castellano. Según el portal especializado Chart Masters, Bad Bunny es el segundo artista más reproducido de todos los tiempos en dicha plataforma de streamin´, solo detrás de Drake. El nacido en Almirante Sur, Vega Baja, hace apenas 28 años, supera los 47 mil millones de reproducciones. Por supuesto, muchos de sus tracks –“Yonaguni”, “Safaera”, “Ojitos lindos”, “Me porto bonito”, “X última vez”, por mencionar solo algunas- son cantados de memoria allende las fronteras latinoamericanas. Admirar a alguien sin ningún talento específico para la música –no es un prejuicio; él mismo lo acepta- es, qué duda cabe, un síntoma inequívoco de nuestra época.
Me porto bonito
Sin embargo, más allá de las cifras virtuales que ofrecen las apps y las redes sociales, Bad Bunny salió al mundo a constatar su éxito. Entre febrero y abril de este año, con su gira “El último tour del mundo”, hizo lleno total en lugares como el Ball Arena en Denver, Colorado (con capacidad para 20 mil personas); el Haskins Center en El Paso, Texas (11 800); el American Airlines Center en Dallas, Texas (20 mil) –aquí tuvo dos fechas y las entradas, lanzadas 10 meses antes, se agotaron en pocas horas. La reventa alcanzó los 18 mil dólares, según Dallasnews-; The Forum en Inglewood, California (17 500); Moda Center en Portland, Oregon (19 900), Climate Pledge Arena en Seattle, Washington (17 400) o el Capital One Arena de Washington, DC (20 300), prueba irrefutable de que, en la mismísima capital de los Estados Unidos, a solo 8 cuadras de la Casa Blanca, triunfaba ya su combinación de carisma, trap, bachata y reguetón convertido en fenómeno pop. Es casi una metáfora de cómo se ha apropiado del mundo. Allí donde es posible que lo hayan bailado las hijas o nietas de Joe Biden, no faltó algún medio que sacó una lista de lugares recomendados “para seguir perreando después del concierto”. Según un artículo del LATimes, desde varios meses antes de que Bad Bunny se pare en cualquiera de los escenarios mencionados, ya había roto records: la suya era la gira más vendida del portal Ticketmaster desde el 2018. “Una cosa está clara: el mundo quiere ver a Bad Bunny en vivo en el escenario”, dijo Mark Yovich, presidente de la compañía – gigante de la venta de entradas con sede en Estados Unidos y operaciones en varios países de América y Europa- en un comunicado. Según LATimes, Billboard proyectaba para el tour una recaudación de entre 63 y 84 millones de dólares. San José, Phoenix, Rosemont, Nueva Jersey, Boston, Charlotte, Miami u Orlando solo son algunas de las otras ciudades que lo aclamaron en las 25 fechas en que se presentó.
Sin embargo, el “Conejo Malo” quería ir por más. Ya el 2020 había estado en el Superbowl -en el Hard Rock Stadium de Miami- junto a Shakira, J.Lo y J Balvin, uno de los grandes hitos de su carrera. Pero ¿Qué hace cuando no está llenando auditorios o estadios? El año pasado conquistó a los televidentes estadounidenses gracias a una entrevista muy comentada en el show de Jimmy Fallon, en la que habló de su debut actoral en la serie de Netflix “Narcos: México” y su participación como luchador en la WWE. “Puedo decir y puede sonar atrevido, pero la gente lo que quiere es alegría, fueron dos años encerrados y la gente no quiere otra cosa que no sea positivismo”, declaró en otra entrevista de octubre del mismo año.
En abril, Sony reveló que el cantante protagonizará “El muerto”, película basada en un personaje de Marvel Cómics y que se estrenará el 2024. En julio de este año llegó al estadio de los Dodgers al lado de figuras como Bryan Cranston –Walter White/Heisenberg en Breaking Bad- para jugar un partido amistoso de softball. Apenas unos días después estrenó el filme de acción “Bullet Train”, en el que aparece junto a Brad Pitt. En agosto también inauguró Gekkō, su primer restaurante en Miami.
Por supuesto, aprovechó el hype de la película para iniciar ese mismo mes su “World´s Hottest Tour” que es el que lo trae este fin de semana a Lima, tras haber pasado por ciudades como Orlando, Atlanta, Miami, Boston, Chicago, Washington DC, Nueva York, Las Vegas o Los Ángeles, además de Santo Domingo, Santiago, Asunción o Buenos Aires. Un total de 29 conciertos. 15 en Estados Unidos y 14 en Latinoamérica, nuevamente a lleno total. En República Dominicana llegó casi dos horas tarde, pero igual fue aclamado; En la capital chilena, y como preámbulo a un tema propio, dejó escuchar “Tren al Sur”, emblemática canción de la banda local Los Prisioneros; En la capital argentina ofreció un inesperado homenaje al icónico Charly García, cuando a mitad del concierto dejó oír la voz a capella del astro argentino cantando “Demoliendo Hoteles”. Quizás pensó que, si Coldplay podía homenajear a Cerati, él podría hacer también lo propio. Igual que los británicos, cerró su noche con fuegos artificiales. Después del Estadio Nacional, Benito estará en Quito, Medellín, Bogotá, Panamá o México. ¿Llegará más lejos? “Me invitaron a hacer un video en la luna, pero no voy pa’ allá. Un video allá en Marte o la Luna... ¡Que lo haga otro!”, ha dicho. ¿Filosofía barata y zapatos de goma? Quién sabe.
Soy peor
“En 2016 trabajaba en un súper. Hoy, a sus 26 años, bate récords en la industria musical de la era de las reproducciones y las redes. Asomó como figura del trap y ahora ya es un ídolo pop global. No sabe tocar instrumentos. Tampoco leer partituras. Pero el mundo baila a sus pies”, escribió sobre él la experimentada periodista de El País Amanda Mars, como preludio a la entrevista que le otorgó Bad Bunny en enero del 2021. Además de destacar que no cede en la lascivia o lo soez característicos de los géneros que interpreta, destaca que algunas letras reivindican a la mujer o critican la corrupción de Puerto Rico. Algo es cierto: el 2018 lanzó “Solo de mi”, tema contra la violencia machista y apareció en un evento con un polo que decía “Mataron a Alexa, no a un hombre con falda”, en referencia al reciente asesinato de una mujer transgénero. También se opuso, junto a su compatriota Ricky Martin, al exgobernador Ricardo Roselló, tras filtrarse un chat suyo homófobo, misógino y que revelaba corrupción. Además de su activismo, es innegable la labor social que realizó a fines del 2017, al ayudar a las víctimas del Huracán María que azotó Puerto Rico y parte del Caribe. Por otro lado, preocupado por la pobreza de su país, estableció la Fundación Good Bunny, que distribuye juguetes a los niños en dicha situación.
En la nota de El País, la periodista le regala una flor: “Es un sensor fino de su tiempo, toma el reguetón que ha mamado desde niño, lo agita junto a las sensibilidades de su generación y obtiene un nuevo brebaje. Todo con una puesta en escena que recuerda a la extravagancia de la Lady Gaga de antaño o a la provocativa ambigüedad de Prince”.
Aunque hay destacados intérpretes que se han mostrado críticos con el veinteañero que responde también al nombre de Benito Martínez Ocasio –León Larregui, por ejemplo, dijo que lo que hacía era “basura desechable”; el pianista James Rhodes afirmó en redes que no entendía su popularidad y que en 200 o 300 años ya no lo íbamos a escuchar “y a Beethoven sí”; Aleks Syntek dijo que “a eso no se le pude llamar música”; aunque sin mencionarlo directamente, Nito Mestre aseguró que “el reggaetón es más aburrido que chupar un choclo… sin granos, claro”, hay otros, como Rubén Blades, que le han mostrado su simpatía. Eso sí: en otros abunda la condescendencia. Pocos van a querer quedar mal con alguien que es hoy tan exitoso.
¿Qué más podemos esperar de alguien que ganó el premio al álbum latino del año en los American Music Awards por uno titulado YHLQMDLG (Yo Hago Lo Que Me Da La Gana)? Quizás la mezcla de confesión y acto de fe que hizo en su célebre entrevista para El País: “Yo no soy músico. Considero músico a la persona que toca un instrumento musical, yo por tragedias de la vida no toco ninguno, pero no me voy a ir del mundo sin hacerlo”.
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