Ninguna guerra, hambruna, terremoto o voladura de torres eléctricas pudo con esa mixtura de vals y polka, cimbreante y salerosa como ella sola. La pandemia la frenó un poco, sin duda. Como a todos. Pero los centros nucleares del criollismo patrio, que habían dejado de funcionar, se van reactivando poco a poco. En una serie de explosiones controladas, digamos. Como la que El Comercio acaba de generar a propósito del Día de la canción criolla en el legendario Jirón Olmedo 452, Breña, cuya impecable foja de servicios remonta a 1974. Por allí se dejaron caer los intérpretes Marlene Guillén, Gerardo Barahona, Carlos Mosquera, Elio Mendoza y Guayo Álvarez.
Y como anfitriona, Elsa López (Lima, 1953), que desde hace 46 años no solo baila, canta y encanta en ese local, El Breña: ella es especialista en la cocción a fuego lento de los potajes que entrarán en maridaje con su arte. Esto es, vals, festejo, alcatraz, polka y marinera limeña. “Yo le entro hasta al bolero”, dice. “El criollismo en mí comenzó por los pies, se metió en mi sangre y ahora es sentimiento, corazón y alma”, agrega. “En cambio yo empecé a cantar desde los 8 años. A los nueve gané el concurso ‘Así se canta en mi valle’ de Trujillo”, dice el maestro Lalo Llanos (Casagrande, 1949). “Cuando mi padre me trae a Lima, gano la Copa Presidente de la República, que tenía más de 200 participantes. Me dieron una beca para el conservatorio, para el Colegio Guadalupe y mil soles de oro”.
Canciones y reinvenciones
“Yo nací y crecí en un hogar muy criollo, es una pasión que recibí como una herencia bendita de mi papá”, dice Lucy Avilés (Lima, 1961), hija de la insigne primera guitarra del Perú. “Al principio no me dediqué profesionalmente a la música porque veía cómo él tenía que levantarse a la una de la madrugada para ir a trabajar a alguna peña. Pero cuando me lleva de gira a México con Arturo Cavero y Pepe Villalobos en 1980, decidí cantar esporádicamente. Tuve la suerte de compartir escenarios con mi padre y artistas de la época de oro. Me involucré tanto que canto profesionalmente hace más de 40 años y cada vez estoy más comprometida y feliz de entregar peruanidad”.
Pionera en transmitir su espectáculo de manera virtual, confiesa haber descubierto una nueva manera vincularse con su público. “He aprendido a recibir, por medio de esas ventanitas en la pantalla, el entusiasmo y los aplausos”, dice. “Yo también tuve que realizar algunos recitales virtuales vía Zoom”, señala Llanos. “Antes de la pandemia cantaba todas las semanas en el Centro Musical Breña y en otros lugares, además de algunos contratos particulares. Ser artista criollo en nuestro país es realmente un acto heróico y admiro a quienes lo hacen. Yo supe llevar bien mi bohemia y actualmente soy jubilado. Pero no podría vivir del arte”.
Lo mismo piensa Elsa López. “Antes de la pandemia, los cuatro bailarines de la Asociación Cultural Somos Jarana teníamos contratos y un calendario muy nutrido. Hasta que llego la bajada y me reinventé en la industria alimenticia, así pude salir adelante. Por supuesto que ser artista criollo en el Perú es un acto heróico”, dice. “Yo creo que cada uno habla desde su propia experiencia, en mi caso no podría decir que es un acto heróico”, replica Avilés. “Cuando canto siento una profunda satisfacción, aquella que te da el deber cumplido. Además, lo disfruto muchísimo. Como artista criolla he pagado la carrera profesional a mi hija, no me puedo quejar”.
De rompe y de raja
¿Y cuál creen que es el estado de salud de la música criolla actualmente? “Nuestra música criolla desgraciadamente sigue decayendo. Son pocos los sitios donde se difunde. Hay algún centro musical y algunas peñas donde el artista logra ganar algo por su actuación”, dice Llanos. ¿Diría usted que se mantiene anquilosada en el tiempo? “Totalmente. Se siguen cantando las mismas canciones de antes, que fueron éxitos en la época de oro. Igual en la radio y en el canal del estado, así no vamos a llegar a ningún sitio. Manuel Acosta dijo hace más 20 años que la música criolla estaba muriendo. Casi lo matan. Es una pena decirlo, pero vamos camino a esto”.
Y añade: “En el único programa de televisión a los artistas y cantantes participantes no les pagan absolutamente nada. Yo estoy retirado de lo comercial y me dedico exclusivamente a rescatar temas. Y por eso me metí en la bohemia, para escuchar canciones bellas que no son populares”. La señora Avilés cree exactamente lo contrario: “Desde hace unos años vemos con mucha alegría que la música criolla va ganándose un lugar nuevamente en el corazón de la gente, hay un resurgimiento. Ahora escuchamos más música criolla que hace 20 años. Los jóvenes le han dado una nueva mirada, cantan, tocan e investigan sus raíces. Lo que sí hace falta en estos tiempos es hacer gestión”.
Hablando de lo cual, el maestro Llanos prefirió ser contundente: “Me considero un intérprete dueño de un repertorio que pocos cantantes tienen. Yo estoy retirado de lo comercial y me dedico exclusivamente a rescatar temas, esa es mi lucha. Ya he rescatado canciones inéditas de Alcides Carreño, que lleva muerto hace como 30 años. También tengo un vals inédito de Filomeno Ormeño, cuatro canciones de Manuel Acosta Ojeda y diez más de Abelardo Nuñez Takahashi. Es más, en este momento estoy grabando canciones de Luis Abelardo Núñez, que ha fallecido hace 16 años”. Todo lo cual, en sustancia, solo puede hablar del resistente y vigoroso momento que atraviesa nuestra música de bandera pospandemia. Salud por eso, entonces.
Palabra de maestro
Willy Terry (Lima, 1960), prominente creador, coproductor, arreglista y ejecutante, se pronuncia sobre el estado de salud de nuetra música. “Si uno ha desarrollado una carrera musical proactiva, con convicción, proyectando, proponiendo, compartiendo información y haciendo gestión, estoy seguro jamás opinara como Lalo [Llanos] ni como Manuel Acosta. Y aquí viene el análisis, y no es crítica destructiva, sólo decir que encima de todo resentimiento o frustración debe primar nuestra identidad musical, así te vaya mal artísticamente. Estas personas son amigas mías de muchos años y la verdad es que siempre los vi anquilosados a pesar de sus propios talentos. Ejemplos que desmitifican lo que dicen: Programa radial “Otra vez Avilés”, 45 discos en el mercado, una nominacion al Grammy con Eva Ayllón, nueve años en la Facultad de Artes de la PUCP, dos conciertos con la OSN en el Gran Teatro Nacional. Además, hemos llevado la música criolla al cine, teatro y televisión. Estoy a puertas de lanzar mi segundo libro con pandemia y todo. ¿De qué realidad hablan estos señores? Soy muy optimista con la canción criolla, le tengo mucha fe, es mi mayor motivación y tengo el orgullo de decir que soy criollo de corazón, lo vivo a diario y defenderé esta bandera hasta el final.
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