No hubo alusiones a la política peruana con nombre propio, como se sugirió en la previa, aunque Roger Waters se preocupó por la brecha entre ricos y pobres, se refirió a la corrupción y reiteró su rechazo a la discriminación expresado en su primer concierto en Lima de hace 11 años. Pero ese mensaje esquivo no le restó contundencia a su show en el estadio Monumental el último sábado.
En la velada, sus misiles se dirigieron a los proyectos controladores y destructivos, a Mark Zuckerberg (Facebook nos conecta e idiotiza) o a Donald Trump, el presidente de Estados Unidos. “Trump es un cerdo”, se leyó en la grandiosa pantalla con un ancho de unos 65 metros. Pero al chancho se lo respeta. Se trata de una cuestión de polisemia, interpretaciones y conceptos creativos, una de las claves que separa al arte del panfleto. Nuevamente, el cerdo Algie alzó vuelo. En su cuero plastificado se imprimió este mensaje: “Seamos humanos”. Considérese este clamor como una declaración de guerra a los celulares y algoritmos.
A CONTRACORRIENTEAbundan las teorías debatibles. Una de ellas señala que, en la música, cada 10 años se produce una irrupción. Pero a veces no pasa nada. O todo sigue igual. Hace 11 años, cuando Waters cambió el curso de los conciertos en el Perú, el reguetón ya mandaba. Más de una década después, los ritmos urbanos siguen reinando. La noche del sábado, en otros puntos de Lima se presentaron Daddy Yankee, J Balvin y Bad Bunny. Reconforta que unas 30 mil personas hayan elegido al ex Pink Floyd. El rock resiste.
En el concierto se constató el conocido magisterio sonoro de la banda de Waters. Algunos momentos memorables: el impacto imperecedero de “Another Brick in the Wall”, cuya ejecución contó con un grupo de niños locales vestidos como unos prisioneros o condenados a muerte que se liberan y exclaman; o la puesta en escena que tradujo las portadas de los discos “Animals” y “The Dark Side of the Moon”. Así la oscuridad y el infierno se ciernan sobre el mundo, la luz logra descomponerse en un arco iris. Las presentaciones en vivo también sirven para refutar prejuicios. Hay escépticos que achacan a Pink Floyd de ser pedante y aparatosa, pero la belleza y la serenidad de temas como “Wish You Were Here” pueden más que cualquier crítica.
Roger Waters tiene 75 años. Quizá haya sido su último concierto en el Perú. Ojalá no sea así. Conmovió verlo trotar hacia los costados del escenario para conectarse con el público. Resiste, Roger.