FRANCISCO MELGAR WONG
No existe un 'set list' perfecto de Yo La Tengo. De hecho, anoche, en el concierto que el trío de Hoboken ofreció en la discoteca Noise de Barranco, hubo muchas canciones que yo esperaba escuchar y que nunca sonaron. A pesar de eso -y supongo que a diferencia de lo que ocurriría en un concierto de Pixies o de Strokes- en ningún momento me sentí estafado o insatisfecho con las canciones que la banda eligió tocar.
Quizás, más bien, lo importante en un concierto de Yo La Tengo no es que toquen tal o cual canción -es lo que pensé después- sino que la banda logre transmitir ese especial 'feeling' que sus seguidores buscan encontrar cuando ponen sus discos.
Lo complicado es que en el caso de Yo La Tengo ese 'feeling' no tiene pocos matices. Para decirlo de una forma bastante general, la música de Yo La Tengo incluye momentos folk, noise, rock, kraut y hasta pop. ¿Cómo poder asir todo eso, resumirlo en dos horas y dárselo al público que va al show?
Tarea difícil.
Pero como se trata de una banda excepcional, eso fue justamente lo que Yo La Tengo logró anoche en su debut limeño.
Es verdad, no tocaron “Speeding Motorcycle”, “Did I Tell You”, ni siquiera “Tom Courtenay”, pero la verdad es que no hicieron falta. Las canciones elegidas por la banda (“Decora”, “Autumm Sweater”, “Moby Octopad”, etc.) funcionaron porque Ira, Georgia y James las utilizaron para capturar la variedad y versatilidad musical de la banda, pasando de momentos de ruidismo atonal a baladas folk de extrema delicadeza.
Hubo varios momentos memorables y entrañables, como cuando alguien le alcanzó a Ira un vinilo para que se lo firmase, o cuando el guitarrista dejó su guitarra en manos del público en el clímax de una de sus canciones más ruidosas y distorsionadas. Cosas que sólo ocurren cuando se genera una sintonía fina entre público y artista.
Sólo dos quejas:
1.- A los organizadores: el sonido debió ser mejor.
2.- Al público: no es necesario hacer palmas para seguir el ritmo de una canción lenta que no lleva batería. Las canciones que no llevan batería generalmente son así porque la banda quiere que se noten algunas sutilezas de la guitarra o de la voz, o porque quieren generar una atmósfera más íntima en la sala de conciertos. Lamentablemente, ayer, durante las canciones más tenues y sutiles del show, no faltó gente que quiso empezar a aplaudir y hacer palmadas para hacer notar un ritmo que ni siquiera estaba ahí, y que justamente no está ahí porque se necesita silencio para escuchar lo que están haciendo la voz o la guitarra. Lo mismo pasó en el concierto de Paul McCartney. ¿Para qué tratar de marcar el ritmo de una canción tan tenue y delicada como “Blackbird” con palmadas? En los dos conciertos que McCartney hizo en Lima el estadio entero hizo palmas (para colmo, de forma descoordinada) y acabó sepultando la canción. Hay que aprender a aceptar el silencio que algunas canciones requieren para poder ser escuchadas.