Hoy puede parecer ingenuo, pero lo que hizo Raffaella Carrà allá por 1971 fue un escándalo en Italia. Primero, porque fue la primera mujer que apareció en la televisión pública mostrando el ombligo. Segundo, porque tuvo la osadía de presentar una coreografía –la de su “Tuca Tuca”– en la que le tocaba las rodillas, las caderas, los hombros y la cara a su bailarín. Lo hacía apenas con la punta de los dedos, con ánimo juguetón, pero al papa Paulo VI le molestó la exhibición, al punto de que el Vaticano quiso censurar la canción por ser “demasiado provocadora”.
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La campaña de desprestigio, por supuesto, no funcionó. Y Carrà, nacida en Bolonia como Raffaella Maria Roberta Pelloni y conocida como “el ombligo de Italia” a partir de dicho incidente, alcanzó el estatus de diva no solo dentro de su país, sino también fuera, especialmente en España y América Latina. Antes de Madonna, Britney o Lady Gaga, estuvo ella.
Sus primeras incursiones en la práctica artística fueron a través de la danza, aunque cuando tenía apenas 9 años la convocaron para actuar en la película “Tormento del passato” (1952). Después, ya adulta, iría asumiendo otros roles más importantes, como en “Poncio Pilatos” (1962); e incluso dio el salto a Hollywood, donde apareció en la cinta “El expreso de Von Ryan” (1965), junto a Trevor Howard y Frank Sinatra (a quien se la vinculó sentimentalmente, aunque ella negó la rumoreada relación).
Eventualmente regresaría a Italia y dejaría las películas, pero estallaría en toda su plenitud como ‘showgirl’: una mezcla de cantante, bailarina y presentadora que cambiaría para siempre la forma en que se hacía televisión en la época. Sus apariciones en la pantalla chica eran descollantes, producto de su talento sobre el escenario, su carisma, arriesgados atuendos y la desbordante fuerza de sus actuaciones. Siempre un vendaval.
FENÓMENO MUNDIAL
Carrà llegaría por primera vez a Latinoamérica –donde arrastraría una fanaticada numerosa– a fines de los años 70. Uno de los primeros programas en el que se presentó fue el chileno “Sábado gigante”, con Don Francisco. Un año después, pasaría por el Perú para grabar un especial transmitido por Panamericana Televisión. En 1982, fue elegida reina del Festival de la Canción de Viña del Mar, y en 1983 realizó otro show televisado por Panamericana, grabado en el coliseo Amauta.
Los niveles de sintonía que alcanzaban sus apariciones en TV eran sobresalientes. La cadena italiana RAI le ofreció su propio programa, “Pronto… Raffaella?”, transmitido al mediodía y pionero de dichos formatos. Luego vinieron el “Raffaella Carrà Show” y “Weekend of Raffaella”, que también han sido imitados hasta el cansancio.
Pero fueron sus éxitos musicales los que han trascendido durante décadas gracias a su contenido jocoso y seductor, por una desfachatez que los convierte en himnos de la libertad, el feminismo y las diversidades sexuales. Todo sin renunciar a la alegría y acaso mucho antes de que la música optara por sumarse a los más variados activismos. Allí resaltan “Fiesta”, “Hay que venir al sur”, “Lucas”, “Caliente, caliente” o “En el amor todo es empezar” (conocida por muchos como “Explota mi corazón”).
ÚLTIMO ADIÓS
En el 2006, el cantante italiano Tiziano Ferro le dedicó la canción “Y Raffaella es mía”, mientras que el año pasado se estrenó en España la comedia musical “Explota, explota”, que se sostenía en los más grandes éxitos de Carrà. Así creció el cariño inconmensurable del mundo hacia esta espléndida rubia, quien finalmente murió este lunes por la mañana, a los 78 años.
“Raffaella nos ha dejado. Se ha ido a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento brillarán para siempre”, escribió Sergio Japino, quien fue su compañero sentimental durante varias décadas. Aunque no se ha revelado cuál fue la causa de su fallecimiento, se supo que padecía desde no hace mucho tiempo una enfermedad que la fue deteriorando. Por decisión de la propia artista, no se había dado a conocer públicamente cuál era su estado de salud.
Raffaella Carrà siempre expresó su simpatía política por la izquierda y las clases trabajadoras. Raffaella Carrà sabía que no tenía la voz de Barbra Streisand, pero daba todo de sí. Raffaella Carrà no tuvo hijos, pero decía que tuvo miles: a lo largo de su vida impulsó una serie de programas de adopción en diferentes partes del mundo, incluido el Perú. En el 2005, por ejemplo, vino a nuestro país para visitar a las niñas y niños que había amadrinado.
Y al fin al son esas faceta no tan conocidas de su vida las que terminan por definirla: una mujer con demasiado amor para dar.
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