Con una trayectoria artística que se remonta a casi veinticinco años atrás, Véronique Miró Quesada Meguerditchian, mejor conocida en la escena local como Veronik, acaba de lanzar su tercer álbum como solista, el estupendo Ilusiones Peligrosas, un disco que confirma su estatus como una de las más duraderas y representativas cantautoras peruanas de música rock. Poseedor de una inesperada diversidad de estilos y de una temática intimista y confesional, el álbum puede considerarse ya como el más ecléctico y personal de la discografía de Veronik, demostrando que su relevancia depende no sólo de su tenacidad y persistencia, sino de su capacidad para continuar creciendo, adaptándose y transformándose.
La carrera de Veronik se inició el 2000, cuando junto con otras tres adolescentes formó Valium, una banda deudora del grunge muy destacada en su momento por ser pionera en tener una formación exclusivamente femenina. En 2007 Valium editó un único álbum, Violencia y Vitaminas, y luego, al año siguiente, sin anuncios de por medio, se disolvió. Fue en ese momento que Veronik pasó por su primera reinvención: tras descubrir el Theremin –ese instrumento electrónico de origen soviético que parece salido de una película de ciencia ficción– decidió convertirse en thereminista y pronto empezó a participar como invitada en los conciertos de la reconocida banda local de surf rock instrumental Los Protones, con quienes abrió el recordado concierto de New York Dolls y The B-52′s en el Estadio Nacional en abril de 2009.
En 2014 lanzó su primer álbum como solista: Veronik y los Gatos Eléctricos, al cual le siguió Anómala (2017), un álbum de sonidos más sicodélicos y con mayor presencia del theremin que recibió el elogio de la crítica especializada, siendo reeditado hace dos años por el sello británico Zel Zele. Pero es con el reciente Ilusiones Peligrosas que Veronik se consolida como una de las cantautoras de rock más importantes de la escena local. Si bien mantiene el núcleo hard rock que caracteriza a su autora desde sus inicios, el álbum no teme adentrarse en otros parajes sonoros, discurriendo por géneros como el blues, el bossa nova, la balada y la “chanson” francesa. Esta variedad de géneros y estilos no suena ni artificial ni impostada, adaptándose con naturalidad a la temática que subyace a toda la placa, la de la explorar las diferentes etapas del amor de pareja: enamoramiento, ilusión, ternura e intensidad, pero también inseguridad, desencanto, rencor, culpa y ansiedad.
Si bien el disco pudo haber sido más sólido con una o dos canciones menos, sus mejores temas (“Ilusiones peligrosas”, “Cerca”, “Paranormal”) confirman la madurez musical a la que ha llegado Veronik: no cualquiera puede moldear las convenciones del rock para adaptar el género a sus propias necesidades expresivas, y aunque a veces el “falsete” sea un recurso que puede llegar a sonar repetitivo, es indudable que en Ilusiones Peligrosas Veronik ha encontrado lo que todo artista anhela: una voz propia. Así, en lugar de dejarse encasillar por lo que su público podría esperar de ella, Veronik ha mirado atrás para escoger y recoger lo mejor de su carrera: el fundamento hard rock, la urgencia emocional del grunge, la atmósfera espectral del theremin y la recién descubierta vena confesional de la balada romántica; una suma de elementos que se lucen en este álbum, el más variado y testimonial de toda su discografía.
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