Este libro recupera la vida de los hakka, un pueblo casi invisible, perteneciente a la etnia Han, que desde el siglo III comenzó a moverse desde el norte hacia el sur de China, a través de las montañas. Un pueblo errante, sin territorio fijo, que cientos de años después, llegaría al Perú confundido entre los cantoneses, pero que, a partir de sus leyendas, de su peculiar organización social, de la fuerza de sus mujeres y de su espíritu unitario, ha sabido preservar su memoria. Este libro es también producto de la perseverancia de su autora, la periodista y doctora en Antropología Patricia Castro Obando, quien durante varios años ha seguido la ruta de los hakka en China y en el Perú —como trabajo de tesis de su doctorado—. De esta manera, nos revela no solo nuevos matices de la inmigración asiática a nuestro país, sino también cuenta una historia poco conocida incluso en la propia China, donde los hakka han sido siempre un pueblo resistido, visto como “los otros”, “los eternos migrantes”, y comparados con gitanos o judíos.
Conversamos con la autora de “Nosotros los hakka. Trayectorias en China y en el Perú” sobre las particularidades de este subgrupo étnico, sobre por qué se hizo famoso a partir del estreno de Mulán y sobre su presencia actual en el Perú.
El descubrimiento
¿Como descubres a los hakka que, como dices, es una comunidad poco estudiada incluso en China?
Para mí fue todo un descubrimiento, cuando comencé a abordar el tema de inmigración china al Perú, la primera pregunta que me hice fue ahora qué voy a investigar si este tema ya está bastante estudiado, tenemos generaciones de maestros que lo han abordado desde hace 30 años por lo menos. Entonces, recuerdo que un profesor chino me comentó sobre la comunidad hakka y su presencia en el Perú, y yo le dije ‘al Perú llegaron los cantoneses’, pues para mí fue una sorpresa escuchar de ellos. Luego, me fui a Cantón, desde donde partieron los primeros inmigrantes que llegaron al Perú en el siglo XIX y entré en contacto con otro especialista, y lo primero que me dijo es ‘no tienes que buscar a los hakka aquí ni tampoco en el siglo XIX, tienes que buscarlos en las planicies centrales de China, en el siglo III, porque ellos son los eternos migrantes. Ahí empezó mi verdadero interés por el tema.
Cuentas en el libro que este pueblo se mueve por casi toda China y llegan a compartir el territorio con los cantoneses y esa rivalidad los empujó a salir de China, ¿cuál es la característica de este pueblo?
Es muy interesante la historia de los hakka que tampoco está muy estudiada en China, porque ellos, en realidad, son norteños y en el siglo III fueron empujados a salir de este territorio, siempre se habla del primer pelotón de esta comunidad que comienza a avanzar de norte a sur, esa es la primera ola hakka, después habrá muchas más hasta que, finalmente, se establecen en Cantón, entre el XVII y el XIX. De ahí parten primero hacia el sudeste asiático, después hacia Estados Unidos y después a América Latina. Ellos siempre están huyendo, por eso en China se les compara con los gitanos, con los judíos, por esta forma de migración.
¿Por qué huyen?
Los siglos III y IV fueron muy convulsionados en China, los espacios más seguros eran las montañas, por eso ellos avanzan a través de ellas, estamos hablando de una comunidad que va evolucionando, y va cobrando una identidad en las mismas montañas. Hay tres provincias muy particulares: el sur de Jiangxi, el sur de Fujian y el norte de Cantón, esto forma el triángulo hakka, ahí empiezan a establecerse y a construir sus primeras casas comunales. Esas construcciones dan cuenta, primero, de lo agreste de la naturaleza, pero también del clima de conflicto con otras poblaciones, con los locales, porque ellos eran los de afuera, los invasores. De ahí su nombre, hakka significa familia visitante o familia que llega de afuera. El conflicto más grande que tendrán será con los cantoneses Yue. Entonces, las casas comunales que albergaban alrededor de 100 familias en las montañas van a ser su sello distintivo. En las provincias de Jiangxi, cuando las relaciones con los locales son tensas, ellos optan por unas viviendas muy altas que parecen castillos; en Fujian pasan a ser circulares, los famosos tulou, y en Cantón crean otra estructura que se llama ‘dragones encerrados’. Con estas construcciones masivas, ellos protegían su comunidad. Todos vivían ahí adentro, cien familias emparentadas. ¿Y qué pasaba ahí? Siempre los primeros que avanzaban eran los hombres, ya sea porque exploraban nuevos territorios, o porque se incorporaban como funcionarios del gobierno, y las que quedaban a cargo eran las mujeres.
La presencia de las mujeres
La presencia de la mujer cobra relevancia entre los hakka, ¿estamos hablando de relaciones de género igualitarias?
En realidad, se trata de un condicionamiento. Cuando los hombres no están, las mujeres tienen que asumir los puestos de liderazgo. Ellas van a controlar el tulou, pero también van a trabajar la tierra, van a sembrar, van a cosechar. En ese sentido no había mayor diferencia entre un hombre y una mujer, pues la mujer tenía que cumplir los mismos roles físicos que los hombres. Hay muchas leyendas en torno a eso. Por eso se hizo una equivalencia entre Mulán y las mujeres hakka. Hay una leyenda que dice que, durante la migración, las mujeres tenían que aprender a defenderse de los bandidos y de los pueblos locales que las atacaban.
¿Eran guerreras?
Sí, las mujeres hakka aprendieron muy pronto artes marciales. Las artes marciales estuvieron prohibidas para las mujeres incluso hasta el siglo XX en algunas comunidades chinas. Sin embargo, las mujeres hakka aprendieron muy pronto artes marciales, a montar a caballo, muchas cosas que hasta el XIX no hacia ninguna otra mujer Han. Yo recorrí Jiangxi, Fujian y Cantón durante casi tres años, y conocí muchas leyendas. Una de ellas habla de cómo la mujer y el hombre, espalda con espalda, y los niños en el centro, se enfrentaban a los bandidos y a los lugareños. Este símbolo de mujer y hombre espalda con espalda va a ser muy fuerte, tanto es así que, muchos siglos después, cuando migran a otros lugares, son uno de los grupos más preocupados por traer a una mujer hakka a su nuevo lugar de destino. Otra cuestión es que las mujeres hakka eran las administradoras del hogar, estas prácticas se van a heredar y cuando, muchos siglos después, se establecen en ultramar son las mujeres las que van a controlar el dinero. Yo he conversado con descendientes hakka en el Perú y todos recuerdan que era la abuelita la que manejaba la caja. Era algo muy típico.
La vida en el Perú
¿Cuál fue la situación de los hakka en el Perú?
Fue la misma que los cantoneses Yue, quienes fueron la mayoría de los inmigrantes que llegaron al Perú. Los hakka son un grupo pequeño dentro de la gran comunidad china que llega al Perú, pero son un círculo muy unido y cerrado. Por eso digo que es tan cerrado como un tulou, están bastante compenetrados. Aquí también fueron culíes, luego se dedicaron al comercio, llegaron al barrio chino, pero hay algo que los distingue y ahí destaca la figura del empresario hakka Aurelio Pow San Chía, quien vino al Perú a través de contactos, y alrededor de él se formó todo un sistema de producción, fue un potentado (impulsor de la Sociedad Central de Beneficencia China y del colegio chino, entre otras instituciones) de la época, y estableció una cadena familiar que sería repetida después por otros grupos. Los hakka no se quedan en Lima, sino se desplazan a Chiclayo y también a Iquitos, donde hay comunidades grandes hakka, pero no solo ahí. Ellos siguen moviéndose, tanto así que la tercera generación de descendientes ya no vive en el Perú, sino muchos están en Estados Unidos, Canadá y Europa.
¿Se distinguen por algún negocio particular?
No, en la primera etapa siguen el mismo patrón de los chinos cantoneses, pero sobre esto creo falta más investigación. En la segunda mitad del XIX, ellos van a seguir el mismo patrón de los cantoneses, también van a ser maestros de cocina… He probado la cocina de los hakka, que es una cocina más grasosa porque proviene de la montaña. La gastronomía siempre responde al clima, a los productos cercanos, y en el caso de los hakka es mucho más fuerte que la cocina cantonesa.
En el libro incluyes una foto de un restaurante hakka
Cuando ya terminaba mi tesis, en 2018, me dijeron que se había abierto un restaurante con el nombre “Hakka”. Me llamó la atención, pues no creía que era casualidad. Recuerdo haber ido al restaurante varias veces, y una de ellas con la señora Teresa Joo de Siu, gran conocedora de la comunidad china, y confirmamos que los dueños eran hakka. Ellos ofrecían dos menús, dos cartas. En una ofrecían lo mismo que en cualquier chifa, pero si tú les hablabas en chino y le decías que querías el menú hakka, te ofrecían el otro menú, pues el cocinero es también de esta comunidad. Me pareció interesante que ofrecieran un menú a sus paisanos, como ellos dicen, pues su identidad está muy vinculada con el nosotros.
MÁS INFORMACIÓN
El libro “Nosotros los hakka. Trayectorias en China y en el Perú” (2021) ha sido editado por el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú en versión impresa e ebook.
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