Llegó al Perú sin saber absolutamente nada del país que se convertiría en su hogar. El amor y el espíritu aventurero que siempre la caracterizó hicieron que se embarcara en un viaje de 23 días por mar, desde Italia hasta el puerto del Callao. Era diciembre de 1971 y a los pocos días de pisar suelo peruano Attilia Boschetti cumplió 20 años. Casi inmediatamente, gracias a su trabajo en aerolíneas Alitalia, formó un grupo teatral con el que debutó en febrero del año siguiente en la Asociación de Artistas Aficionados. La obra -con diálogos íntegramente en italiano- se llamaba “El lamento de Orfeo” y en esta la actriz interpretaba a Eurídice. Durante las cinco décadas posteriores a aquella primera vez sobre un escenario peruano, Boschetti ha logrado una exitosa carrera tanto en el teatro como en el cine y la televisión. Su más reciente incursión en las tablas es “Hoy maté a mamá”, una comedia negra dirigida por Emilio Montero con la que celebra sus bodas de oro en la actuación. El argumento gira en torno a una mujer que acaba de enviudar, sus cuatro hijos y la herencia que estos esperan recibir. Envueltos en problemas económicos, ellos han decidido vender la casa donde se criaron así tengan que deshacerse de su progenitora. La puesta, que estrena hoy en el Auditorio Julio Ramón Ribeyro del Centro Cultural Ricardo Palma, es como dice Montero “una tragicomedia de humor negro con un mensaje importante. Nos lleva a analizar cómo es que nos relacionamos con los adultos mayores, con sus recuerdos y pertenencias”.
—El guion de la obra escrita por Paris Pesantes llegó primero a sus manos antes que a las del director, ¿qué fue lo que más le llamó la atención del texto?
Especialmente, desde el punto de vista estético, la estructura cinematográfica de la dramaturgia, que me permitía seguir a cada personaje en su particularidad y tensión emocional. La leí de un tirón, me seguía intrigando más y más, hasta el sorprendente final.
"Lo sucedido en el 2020 es un fenómeno inmenso que debe llevar necesariamente a un profundo cambio de consciencia hacia una nueva humanidad. El teatro, como verdadera arte que es, debe contribuir a ese cambio".
—¿Cómo describe al personaje que interpreta en “Hoy maté a mamá?
Curiosamente es un personaje muy parecido al que interpreté en la película “La restauración”, de Alonso Llosa, estrenada hace poco aquí. típica madre de clase media alta, venida a menos, conservadora y autoritaria, que quiere mantener el control de su entorno a través de la dureza y la intransigencia pues por algún motivo siente que los sentimientos afectivos la debilitan. No creo que haya tenido una vida feliz, y siento que más bien sacrificó su naturaleza para cumplir un rol que se le impuso, pero del cual no está consciente. Su casa es su guarida y su fortaleza, perderla significaría su propio derrumbe.
—Usted estudió actuación en Roma, pero su carrera la hizo en Perú. ¿En qué circunstancias llega a nuestro país?
Desde que era muy niña me decían que iba a ser actriz, sin yo ni siquiera saber qué quería decir eso. En la primaria era la que recitaba los poemas y cuando pasaba una compañía teatral en el pueblo y se necesitaba una niña en escena me llamaban. Tuve que ver con el teatro de una manera natural y espontánea y esa ha sido siempre mi relación con él. Actuar, para mí, es como la savia para el árbol. Es un profundo deseo de comunicación, de transmitir emoción y compartir reflexión interior. Todo esto me llevó a Roma a estudiar en el Centro Sperimentale di Cinematografía, donde conocí al que sería mi primer esposo y padre de mis primeros tres hijos, Orlando Aguilar quien estudiaba dirección de cine, quien me propuso acompañarlo en su país, el Perú, donde el cine era aún incipiente. Cumplí 20 años a los pocos días de llegar al puerto del Callao, después de un viaje en barco de 23 días, sin saber una palabra de castellano.
—¿Cómo se da su debut em tierras peruanas?
Trabajé en Alitalia casi inmediatamente y encontré ahí la posibilidad de seguir haciendo teatro. Formamos un grupo y debutamos en la Asociación de Artistas Aficionados con la obra, en italiano, “El Lamento de Orfeo”, de Valentino Bompiani, en febrero de 1972, donde yo interpretaba Euridice. La primera obra en la que participé, esta vez en castellano, fue “La casa de Bernarda Alba” en el año 1977, donde interpreté a una abuela etérea y aniñada. Y así pasaron 50 años…
—Un dato que llamó mi atención es que usted debuta ena televisión peruana en un programa cómico, con Tulio Loza. ¿Cómo llega a trabajar con él?
Mi debut teatral profesional fue con Osvaldo Cattone en “Reina por un día”, con Lola Vilar. Ya tenía sueldo fijo y un lindo camerino con luces. Luego de eso me llamaron del canal cuatro para ser parte del elenco de Tulio Loza, allí trabajé tres años.
—Su vida profesional ha estado dividida entre la televisión, el cine y el teatro. Si tuviera que elegir alguno, ¿cuál sería y por qué?
Los tres son diferentes, pero esencialmente lo que me importa es la creación de un personaje que transmita lo que dije antes, que comunique, en el que uno pueda reflejarse, reconocerse, emocionarse, reflexionar. Y si cualquiera de estos medios me lo permite, existo.
—De las obras que ha interpretado, ¿cuáles cree que han marcado un antes y un después para usted?
En términos profesionales seguramente fue “Reina por un día”. Pero por lo demás, no hay un antes ni un después para mí, es un fluir constante, es una manera de ser.
—Además de la actuación, también ha incursionado en la dramaturgia. ¿Este fue un proceso natural para usted?
Como todo en mi vida siento que esta oportunidad me llegó de algún lado. Por cómo ha sido mi vida, no puedo no creer en el destino, y de ese destino también hacen parte mis deseos que por momentos parecen ser el motor. Pero creo, repito, que son solo parte de un designo. No me considero ni dramaturga, ni escritora. No me queda sino reconocer que de una manera natural puedo transmitir en palabras algunas cosas que logren luego transformarse en un guion, pero siempre partiendo de la comunicación con otros. Así colaboré con Equipo Uno, comunicación para el desarrollo, en varios proyectos que comprendían radionovelas y que me permitieron viajar por el Perú y conocer más de cerca este país en el que sin dudas, debo haber vivido en alguna de mis vidas pasadas.
—Leí que en los 90 regresa a Italia casi por una década. ¿Fue difícil volver a su país natal tras 25 años en Perú? ¿Hubo algún “choque cultural”?
Por razones de salud de mi padre volví yo primero y luego mi esposo Carlos Tolentino y nuestra hija Norma me dieron el alcance. Intentamos hacer ahí una nueva vida que a él le resultó muy fructífera pero que a mí me mantenía curiosamente con mucha nostalgia del Perú. Empecé a volver para participar en varias telenovelas, hasta que diez años después, ellos dos también regresaron.
—¿Cuál es su lectura del panorama cultural, específicamente el del teatro en Perú?
Estoy gratamente sorprendida del resurgir del teatro en todos los espacios culturales después de dos años de silencio. Sea por el numeroso público que acude, sea por la cantidad de nuevas propuestas en especial juveniles. Lo sucedido en el 2020 es un fenómeno inmenso que debe llevar necesariamente a un profundo cambio de consciencia hacia una nueva humanidad. Muchos paradigmas deberán caer y aunque eso no suceda inmediatamente y quizás demore mucho, siento que es indispensable qué eso ocurra. El teatro, como verdadera arte que es, debe contribuir a ese cambio, anticipándose e inventando nuevos lenguajes y abordar nuevos temas. Aunque ahora suene utópico.
—¿Hay algún papel que le gustaría interpretar? ¿Un deseo por cumplir?
Me siento muy agradecida a la vida por todo lo que me ha dado y me sigue regalando, incluyendo en eso los dolores, frustraciones, añoranzas, sufrimientos. Creo que la vida es siempre un gran regalo y no dejaré de festejarlo y agradecerlo. Estoy aprendiendo a desear solo lo que la vida me da, y abro los brazos para acogerlo agradecida. Estoy tratando de aprender el silencio. Que no es lo mismo que callar para ocultar o mentir. Es el silencio que te abre a la escucha del otro, de la naturaleza y los animales, de otros pensamientos, de otros sentires, a la escucha de mí. De este personaje que aún no termino de aprender a interpretar.
Lugar: auditorio Julio Ramón Ribeyro del C.C. Ricardo Palma. Dirección: Av. Larco 770, Miraflores. Temporada: desde hoy al 11 de diciembre. Horario: de jueves a sábado, 8 p.m.; y domingos 7 p.m. Entradas: Joinnus.
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