Antes de comenzar la entrevista, Christian Ysla se pregunta si debe responder a las interrogantes como él mismo o como Chris La Plata, su personaje en “Bota por mí”. Pretender ser un político por 30 minutos para una entrevista no debe ser fácil, mucho menos hacer campaña sobre las tablas en una temporada teatral que va de miércoles a domingo. ¿Es cruel reírse de las próximas elecciones presidenciales? “Es más como un desfogue, un respiro en medio de tanta tensión política”, sostiene Ysla.
En “Bota por mí”, las propuestas electorales pueden ser tan alucinantes como las de los candidatos en la vida real. Chris La Plata, por ejemplo, propone construir en Lima el Muro de Berlín. Y se refiere, por supuesto, a construir un muro en la calle Berlín. “Lo haré para separar San Isidro, Miraflores y Surco de los distritos que no tienen plata”, manifiesta el actor, metiéndose bajo la piel de su personaje. “El problema de Chris La Plata es que es un político honesto, demasiado sincero. Va a cumplir con lo que promete. Pero a la gente le gusta que la engañen”.
—Han pasado muchas cosas desde que montaron la obra en Plaza Norte. Ahora el material político para sus guiones es mayor. ¿Cuánto ha cambiado la obra?
Bueno, el personaje de Carlín, por ejemplo, ha cambiado. Antes era mucho más inocente. Ahora se llama Charly Cuña. Vamos directo a la yugular.
—Y es plagero, imagino.
Plagero no, copión. Una bestia, pues. Está ahí, nadie sabe cómo, pero tiene plata como cancha.
—¿Pero no era tu personaje el que tenía millones?
Sí, pero la diferencia es que no sabemos de dónde viene el dinero de Chris La Plata.
—Tal vez lo recaudó organizando cocteles.
¡Claro! Chris La Plata tiene dinero de sus inversionistas. La gente invierte en él. Pero Charly Cuña es su propio padrino.
—¿En qué políticos te inspiraste para construir tu personaje?
Chris tiene lo derechista de PPK; esa poca sangre en la cara de Alan; no trabaja, como Keiko; tiene un discurso completamente prefabricado y poco consistente, como Guzmán; y tiene la sabrosura, la quimba, la calle de Urresti.
—En estos meses el ruido político puede llegar a ser insoportable. ¿Crees que hay un descontento generalizado en el electorado?
Sí, la cantidad de gente descontenta con los candidatos que tenemos ha crecido. ¿Por qué? Pues tienes a un PPK que era un señor respetable y ahora se baja los pantalones. Es decir, de Acuña puedes esperar cualquier cosa, pero de PPK... antes le agarraban el huevito, ¡pero ahora se baja los pantalones! ¡En qué punto estamos!
— ¿No se puede evitar caer en ridículo para obtener votos?
No. Y da pena. Creo que los candidatos tienen rabo de paja. Unos tienen rabo, otros ‘totó’, pero todos tienen algo.
—¿Llega a ser doloroso burlarse de lo bajo que ha caído la clase política, del “roba pero hace obras” y demás traspiés electorales?
Tomamos la decisión de empezar presentando a tres candidatos nuevos, es decir, con un inicio esperanzador. Pero poco a poco se van convirtiendo en los políticos que tenemos. Ellos son un reflejo de lo que somos nosotros, así que debemos cambiar. Si fuéramos candidatos o presidentes haríamos lo mismo que esos seres.
—Otra manera en la que esta obra toma elementos de la realidad tiene que ver con el apoyo que ustedes, como actores, reciben por parte de las autoridades locales. Por ejemplo, se ha dejado de lado el Festival de Artes Escénicas de Lima (FAEL), que era organizado por la Municipalidad, y en el que participaste.
Ahora te roban los murales y los pintan de amarillo. O bloquean un paisaje marino con un paseo de cemento que no deja ver el mar. Es un desastre.
—¿Cómo luchas, como actor, contra eso?
Nunca espero nada de los políticos. Los artistas peruanos estamos acostumbrados a eso. Cuando vienen artistas extranjeros les llama muchísimo la atención la falta de apoyo. En sus países lo más normal es que las municipalidades o el gobierno los apoyen. También que haya fondos para que se genere más cultura. Acá eso no existe.
—En el Perú apoyar al artista es una excepción a la regla.
En el gobierno de Susana Villarán, que tuvo muchísimos errores, se promovió el tema cultural y eso fue algo que los artistas no esperábamos. Para nosotros había llegado Papa Noel, era la Navidad para los artistas peruanos. Pero así como llegó nos la quitaron, ahora no existe. Y volvimos a nuestra realidad. La Navidad pasó. Nos queda seguir luchando.
—¿Por qué sucede eso?
Porque por lo general no ves a un político que vaya al teatro. No les interesa. Dicen que no les da votos, que al pueblo no le interesa el arte. Ni se acercan a él. Nos queda esperar a que la Navidad vuelva en algún momento, con otros candidatos o políticos que estén mejor preparados y sean más cercanos a la cultura.
Más información
Lugar: Teatro Peruano Japonés. Dirección: Av. Gregorio Escobedo 803, Jesús María. Temporada: hasta el 31 de marzo. Miércoles, jueves y viernes a las 8 p.m., sábados a las 8:30 p.m. y domingos a las 7 p.m. Entradas: Teleticket.
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