Esta entrevista se publicó originalmente el 1 de abril de 2014, cuando el actor Eduardo Cesti atravesaba por momentos difíciles debido a la diabetes. El actor recordado por interpretar a Gamboa en la serie policial homónima falleció el cuatro de diciembre de 2020.
RAÚL MENDOZA CÁNEPA
Eduardo Cesti atraviesa un momento difícil. Por la diabetes, en el 2013 perdió la pierna derecha y ahora la enfermedad amenaza su vista. Sus compañeros del teatro abrieron una cuenta para ayudarlo: BCP en soles número: 194-27872405-0-43.
Cuando era niño, tenía en su casa una sala muy amplia y un telón. Allí iban los cómicos de esa época. Eran fines de los años 40. Y ensayaban y a su padre le gustaba, pues era aprista y a los apristas les gustaba el teatro, para concientizar, nos cuenta. Un día invitaron a su padre para participar en una obra. Era niño, solo observaba y vio que en una escena mataron a su progenitor. Aunque solo era ficción, la escena lo marcó. Piensa que de allí le vino el bichito del teatro.
— Su vida ha sido el teatro…
Ahora último, me gusta el cine y recién de viejo me dieron cosas y me tocó en “Paloma de papel” hacer de un anciano del pueblo. Me quedé muy contento. También participé en “Pasajeros”, de Andrés Cotler. Es una película fuerte, pero buena. Representaba a un personaje alcohólico y que buscaba drogas.
— Aquella actuación fue elogiada.
Me hicieron una buena crítica y después se arrepintieron de no haber desarrollado más el personaje. Pero no he hecho mucho cine, no he tenido suerte para el cine y es que nunca he salido a pedir, como hacen muchos. Eso me da vergüenza.
— Pero fue la televisión la que le dio mucha fama con la serie “Gamboa”.
“Gamboa” se hizo en un momento en que no había mucha competencia, empieza con una buena idea de Lucho Llosa. Antes de “Gamboa”, Édgar Saba quiso hacer “La ciudad y los perros” y quería convocarme para hacer el teniente Gamboa. Lombardi, me quería para “Muerte al amanecer”, pero no sé qué pasó y lo hizo un venezolano. Ahí surge el nombre. “Gamboa” se grababa como cine siendo una serie de televisión. Duraba 12 a 15 días cada capítulo. Pegó a la primera. Tuvo un ráting que llegó a 80 y eso que no se veía en todo el Perú.
— ¿Qué le incomodaba?
A mí me encerraron como en una celda, yo no sabía lo que era esa popularidad. Lo peor es que nuestro público no sabe que el señor que hizo James Bond es Sean Connery. Pero si lo ven dirán: “¡Allí está James Bond!”. Además, por la fama, una vez me estafaron, había gente que me llevaba a uno u otro lugar, diciendo que era para niños o para minusválidos. Eso era desagradable.
— Actuó hasta hace pocos años. Luego vinieron los problemas de salud. ¿Desearía actuar ahora?
Sí, por supuesto. En el 2013 cumplí mis 50 años. Yo quería hacerme mi homenaje y yo tenía una idea, el “Canto del Cisne”, que es un monólogo. Los grandes actores pasan por ese examen para poder ingresar al Actors Studio. Esto se quedó trunco por el problema de la diabetes. Quiero volver, sí, pero soy consciente de las limitaciones. Hay que estar física y psíquicamente bien.
— ¿La enseñanza de teatro a los jóvenes lo tienta?
Me pidieron, pero lo respeto mucho. En realidad, lo que falta es un curso para gente mayor. Los actores y actrices mayores no quieren reconocer que tienen ciertos vicios de actuación. A mí, por ejemplo, me cuesta pegar un grito y no hacerme daño. Hace falta un director psicólogo. No existe. Yo puedo enseñar algo. Debería haber una suerte de terapia para actores. Eso pasa por reconocer que se adolece de algo, pero pocos lo reconocen.
— En una entrevista, Reynaldo D’Amore nos dijo que el teatro era lo más terapéutico…
Sí. Yo me curo cuando actúo. Se me van todos los males. El que no actúa se enferma. Necesitamos trabajar.
— En esta crisis de salud, su vista ha sido muy afectada.
Una vez amanecí con dolores [apunta a sus bíceps], pero los médicos nunca me hicieron caso. Cuando empecé a sentir malestar en la pierna fui al médico y me llevaron por otro tratamiento. Estoy perdiendo la audición del oído derecho. La vista también la estoy perdiendo, me duele mucho la cabeza, me altero, no soporto, sufro también con el que no me entiendan. Ahora te veo borroso y los lentes no me sirven. Esto me hace daño anímicamente. No leo. No puedo. Necesito letras cada vez más grandes. Pero hay un angelito que ha caído del cielo, se me ha acercado y me ha presentado a un oculista, me está dando esperanzas. Pero debe operarme hasta con 140 de glucosa.
— Uno de sus problemas es que no tiene recursos para cubrir su compleja situación.
Lo que me pregunto es por qué no me dan mis 20 años de aporte al Fonavi. Ni siquiera tengo un cuarto con baño. Por ahora estoy concentrado en el tema de mis ojos, porque quiero leer. Luego quiero irme a un instituto de rehabilitación por una prótesis. Ahora no puedo perder el tiempo.
“Estudié en el Club de Teatro de Lima. Luego hice una gira con Reynaldo D’Amore llevando buen teatro a distintas zonas. Después hice radio, radionovelas y algunos trabajos para el Canal 9. Me presenté al Instituto de Arte Dramático, de La Cabaña. Mi principal defecto es la impaciencia, me altero. Y mi principal virtud es que amo mi trabajo. Los personajes que admiro son Martin Luther King, la madre Teresa, Malcolm X y al principal de todos, que es el flaco, el de arriba”.