Una mujer huye de casa y ha elegido un teatro para pasar la noche. Pero el escenario que ella considera un lugar seguro se convertirá en un territorio en el que confrontará sus miedos. “Mudanza”, unipersonal a cargo de la actriz Gisela Ponce de León, es un viaje hacia el interior de una actriz que hace escalas en sus recuerdos y temores más íntimos: la niñez, la relación con su padre, el hermano impertinente o el amante evasivo. Con la ayuda del propio espacio teatral como personaje, ella intentará comprender a la mujer en la que se ha convertido.
–Entre mujeres solas–
Seis meses atrás, la directora Nishme Súmar buscó a la dramaturga Vanessa Vizcarra para escribir juntas una obra. No tenían ninguna estructura ni plan, pero sí un tema que para ambas resultaba urgente: la migración. Basta mirar lo que hoy pasa en el mundo, con miles de sirios exponiendo sus vidas para alcanzar las costas de Europa, para intentar imaginar parte del dolor y el vértigo que este tema puede volcar a una propuesta escénica.
La idea les perturbó. Súmar ha sentido en carne propia el tema del desarraigo, celosa guardiana como es de la memoria migratoria de su familia palestina, mientras que a Vizcarra el proyecto la encontraba terminando sus estudios en Londres. A lo largo de un año, ella aprendió lo difícil que era sentirse extranjera en tierra extraña. De hecho, el proyecto empezó a gestarse cuando la escritora estaba en la tierra de Shakespeare.
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“Nuestras primeras conversaciones fueron a distancia, y buena parte del proceso de escritura coincidió con mi regreso a Lima. Por eso, la obra está impregnada de esa experiencia”, afirma la dramaturga. Así, tras semanas de intercambio, ellas se dieron cuenta de que el tema migratorio podía convertirse en un símbolo que define a todos los seres humanos y a personas en permanente cambio, sea del lugar en el que viven o de maneras de pensar o sentir. Ambas partieron de esta premisa para construir un texto más universal que pueda ser fácilmente reconocible por todos.
“Con frecuencia, consideramos el cambio como algo negativo, cuando en realidad es la esencia misma de la vida”, cuenta Vizcarra.
–En la voz de Gisela–
Otro tema fundamental en la obra tiene que ver con la búsqueda del amor. La cuestión apareció cuando sumaron al trabajo de la obra a Gisela Ponce de León, actriz con quien Súmar había realizado años atrás el demoledor unipersonal “Mi nombre es Rachel Corrie”, la historia de una voluntaria internacional que se opuso pacíficamente a la destrucción de viviendas en territorio palestino y que murió en la ciudad de Rafah al ser atropellada por una topadora del ejército de Israel. “Esa fue la primera vez que nos conocimos. Siempre quedaron las ganas de volver a hacer algo juntas”, recuerda la directora.
Gisela se sumó al proyecto de inmediato. Ella, a partir de su experiencia, animó a sus compañeras a escribir sobre el amor no solo en su dimensión romántica con otro, sino también sobre el amor que empieza con uno mismo. “Mi prioridad en esta vida es amar y ser amada. Al comienzo creía que ser así era una debilidad, pero eso ya lo he aceptado. Siempre pongo el amor por delante. Las ilusiones me duran mucho tiempo y el desamor me duele muchísimo. Cuando eso sucede, generalmente me mudo. ¡Así soy! El amor es el tema que siempre aparece cuando improviso”, confiesa la actriz. Con toda esa información, Súmar y Vizcarra definieron su personaje: una mujer en intermitentes mudanzas mientras rompe lazos previos y busca el amor otra vez.
Muchas cosas pasan en escena. La actriz canta, se confiesa y diserta a la manera de un stand up. Mientras tanto, el teatro le habla, le pone obstáculos, le ofrece cambiar de vestuario, detener la música o dirigir las luces. “Si tuviera una nariz roja, incluso podría ser un claun”, comenta Ponce de León.
Asimismo, canciones como “Feeling Good”, “La gata bajo la lluvia”, “Ese hombre”, “Amor de hombre”, entre otros éxitos, son parte de la obra con música en vivo, temas que además explicarán las divertidas situaciones que se van desarrollando durante la original puesta en escena.
–El teatro como protagonista–
Detrás de este unipersonal hay un grupo de mujeres hablando de algo que les interesa y conmueve. En ese sentido, que el personaje interpretado por Ponce de León encuentre en un escenario el mejor refugio es, para las autoras, una especie de homenaje al arte escénico. “Para nosotras, el teatro representa un espacio de reflexión y confrontación, un arte que amamos pero que también puede sacudirnos, interpelarnos y despertarnos. En la obra, concebimos el teatro como una metáfora del mundo exterior”, explica Súmar.
Por su parte, Vizcarra asegura que el teatro puede ser un buen refugio y que eso depende de qué vínculos ha establecido uno con él. “Cualquier espacio físico puede protegerte si representa algo de tu vida, si mantienes con él vínculos de confianza, de amor o de armonía. Eso es lo que le pasa al personaje de la obra: ella encuentra en la dinámica del teatro esos vínculos, esas emociones que no halla en otros lugares”, comenta.
Así, durante la obra, ese lugar seguro va desarrollando un espíritu propio. Un espíritu que desea ayudar a la mujer que lo habita, en su búsqueda de un camino. “Paradójicamente, ese espacio de confort se convertirá en un estímulo para sacarla de la comodidad que ella cree haber alcanzado”, dice la dramaturga.
Un estímulo que revela el valor del actor de teatro, como afirma Nishme Súmar. “Ser actor es una de las profesiones más heroicas. Requiere de mucha valentía pararse en un escenario. Significa enfrentarte a ti mismo”, explica. Y su actriz está de acuerdo: “Mi personaje está acostumbrado a estar expuesto. El teatro es su lugar favorito, es el lugar que la contiene y tolera todos sus estados de ánimo. Ella no tiene que decidir qué decir, ella está acostumbrada a interpretar los textos de otros. Se expone pero con la máscara de un personaje”.
Sin embargo, aunque en un escenario un actor puede ser feliz, Ponce de León reconoce que para un intérprete el escenario es el lugar donde se confronta a sí mismo. “Es imposible que no hagas un ejercicio de introspección o que no aprendas algo nuevo de ti a través del teatro. A veces, verse a uno mismo como es puede no ser tan agradable”, señala.
Las tres artistas han reflexionado muchas ideas del espectáculo, como puede ser el análisis de la mentalidad machista al momento de concebir la pareja romántica. Sin embargo, está claro que sus creadoras no desean quedarse en una reflexión estrictamente femenina, sino buscar una propuesta con temas universales.
Para Ponce de León, “Mudanza” revela muchos clichés propios de la mujer. “Está la niña con miedo, la mujer que se sobrepone creyéndose perfecta, la histérica entregada al amor de forma posesiva... Aquí están todas las máscaras de la mujer”, afirma.
A propósito de diferencias de género, Vizcarra opina que no necesariamente estos contrastes determinan que un hombre no pueda tener una sensibilidad femenina, y viceversa, aunque sí cree en las diferencias entre un punto de vista femenino y uno masculino con respecto al escenario y a la forma de estar en él.
“En cuanto a la dramaturgia, tengo la sensación de que la escritura masculina es mucho más lineal y tiene una estructura bastante más aristotélica, mientras que la dramaturgia femenina no necesariamente respeta una columna vertebral única. Hay una búsqueda que tiene que ver con lo no racional y con un lenguaje más sensorial”, reflexiona la escritora.
–El proceso creativo–
La concepción de “Mudanza” como espectáculo partió de improvisaciones a partir de los estímulos que directora y dramaturga ofrecían a la actriz. “Cuando improvisas, es el inconsciente el que sale. Quieras o no, en esta obra estoy yo totalmente. En el proceso, no me ponía nerviosa conocer más cosas de mí, sino el tener que compartirlas. Siento que soy un ratón al que todos los días ponen en un laberinto para observar qué va a pasar”, confiesa Ponce de León. “Para mí, el proceso ha sido tan revelador que creo que también lo será para el público”, promete.
En el caso de Vizcarra, la dramaturga ya había escrito algunas comedias, pero “Mudanza” es un proyecto con el que se descubre haciendo muchas cosas por primera vez. “Es un descubrimiento maravilloso trabajar como dramaturga y acompañada por una directora, dentro del proceso de creación de una actriz. Este proceso de escritura en el espacio mismo ha sido muy enriquecedor para mí”, comenta.
Acostumbrados como estamos a imaginar el trabajo de un escritor o un dramaturgo como un oficio solitario y silencioso que se centra en escribir palabras sobre un papel, se nos hace difícil imaginar los retos de un autor creando su lenguaje desde el escenario teatral, aprovechando todos los recursos que el espacio le entrega. La dramaturga afirma categórica: “Eso resulta muchísimo más complejo que escribir sobre el papel”.
MÁS INFORMACIÓNLugar: Teatro Pirandello (Av. Petit Thouars, cuadra 10, antes Colegio Raimondi). Estreno: 18 de noviembre.Horario: de jueves a lunes, 8:30 p.m.Entrada: desde S/30.