Hacer comedia no es tarea fácil. Y si a eso se le suma el elemento musical, la tarea se complejiza. Pero de algún modo la obra de teatro “Morir de amor”, escrita por Marisol Palacios y Alfonso Santisteban, funciona. Esto por la experiencia del equipo detrás (Los productores), pero también por la reflexión que ofrecen los años pasados tras el estreno original. La obra se lanzó en 2006, tuvo una última reposición en 2008 y, dieciséis años después, ha regresado con nuevo elenco y algunos cambios en el guion, pero con las mismas ganas de que el espectador observe el amor en todas sus facetas.
“Morir de amor” sigue la historia de tres parejas: Rafo (César Ritter) y Cris (Carolina Cano), que celebran sus siete años de casados con una cena; Fernández (Gabriel Iglesias) e Ina (Patricia Barreto), quienes pasan por un bache en su relación; y Felipe (Andrés Salas) y Anaté (Gisela Ponce de León), que recién se están conociendo. Marisol Palacios, la directora, cuenta que era recomendable que los actores elegidos sepan cantar, pero sobre todo debían manejar comedia; en eso los seis tienen experiencia. Y seleccionarlos fue como hacer de celestina; seguir el instinto y pensar qué actores podrían tener más química como pareja. Y así surgieron sorpresas como, destaca la dramaturga, el vínculo de Ritter con Cano sobre el escenario, quienes desarrollaron todo un lenguaje de la complicidad.
La directora recuerda cómo surgió la obra en 2006. “Se escribió porque a mí me encontraron un tumor en el pulmón. Y mis amigas me dijeron ‘deja ya de escribir tragedias y empecemos a hacer comedias’. Y yo dije ‘comedias, ¡me muero! ¿Musicales? ¡Aj!’ (risas) y Katia (Condos), que es mi íntima amiga, me dijo que ‘hagamos una cosa sobre el amor, tenemos una idea con Norma (Martínez)’. Ellas querían burlarse del amor con canciones románticas. Y me convencieron”, cuenta Palacios, quien destaca que la obra no se detiene para dar paso a los números musicales. Estos se encuentran integrados al libreto. Por ejemplo, el personaje de Salas canta “En carne viva” de Raphael para decir que no quiere que le recuerden a su ex, pues la herida, el corazón, está en carne viva.
Y hablando de música, la obra presenta una generosa compilación de temas de la nueva ola, corriente que tiene seguidores de varias generaciones. ¿Por qué esta música gusta tanto? La directora lo atribuye a una fibra sensible que tenemos todos y que no se suele mostrar, y que precisamente estas canciones permiten sestar más en contacto con los sentimientos. “Como que te permite llorar, por decirlo de alguna manera, o sufrir o derrumbarte o recordar ese amor imposible”.
¿Qué ha cambiado en la obra a comparación del 2006? La tecnología. Ahora se usa más el smartphone que el teléfono fijo, de modo que había que justificar la presencia del aparato con cordón en escena. De todas formas la obra lleva en las costuras la época en la que fue hecha: los personajes en la reposición no se mensajean por celular, precisamente porque en el 2006 era más complicado hacerlo con SMS a falta de Messenger o Whatsapp. También hay suficientes cambios en la escenografía para reflejar la época actual, sin necesariamente cambiarlo todo.
¿Por qué se tardó tanto en volver esta obra? Palacios dice que hubo intentos por reponerla, pero que al final no se dieron las cosas. Ganas no faltaron, pero la vida se impuso. La misma directora se alejó de las tablas un tiempo. Pero ya está aquí, con su propuesta directa, hiperbólica, sobre el amor y los sentimientos. Que es una manera de “luchar por la vida”, sentencia la autora.
“Morir de amor”, escrita por Marisol Palacios y Alfonso Santisteban. Dirección de Marisol Palacios.
Desde el 8 julio al 16 de septiembre en el Teatro Peruano Japonés (Av. Gregorio Escobedo 803, Jesús María, Lima)
Entradas a la venta en Joinnus.
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