En cada uno de los dos extremos del escenario hay un espejo, y no es un elemento cualquiera. Después de todo, “María Estuardo” es una obra de reflejos, de juego de dobles, de mujeres que se duplican en otras. De un lado está Jimena Lindo, quien interpreta a María Estuardo; del otro, Alejandra Guerra, en el papel de Isabel I de Inglaterra. Y ellas a la vez encarnan a sus respectivas damas de compañía, por lo que su registro entre monarca y súbdita va cambiando constantemente durante la hora y media de puesta en escena.
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La obra recrea la tensa relación entre las dos soberanas: a fines del siglo XVI, y luego de años de confrontación, María Estuardo es puesta prisionera por orden de su propia prima, la reina Isabel. Las cosas no terminarán bien para ninguna de las dos; por eso, el relato es uno de decadencia, de cómo el poder carcome a víctimas y victimarios.
Dirigida y traducida por Alberto Ísola, esta versión de “María Estuardo” le pertenece a la italiana Dacia Maraini (Florencia, 1936), quien a su vez le da vuelta al clásico de Friedrich Schiller de 1800. “Siempre me atrajo muchísimo el texto de Maraini. Me gustaba mucho la dinámica, cómo presentaba a los personajes, ese juego doble en el cual quien hace de la reina luego hace de la dama de compañía”, explica Ísola en conversación con El Comercio.
Se trata de una obra que no mantiene necesariamente una linealidad narrativa, que avanza y retrocede, que intercala diversos planos y cuyos personajes se confunden en un delirio de pesadilla. Además, en la dramaturgia de Maraini –y a diferencia del mencionado texto de Schiller–, María Estuardo e Isabel nunca se encuentran cara a cara; en ese sentido, el distanciamiento entre ambas hace aún más paradójico su conflicto.
UN CONFLICTO ATEMPORAL
“María Estuardo” es una potente muestra de cómo dos mujeres, incluso en altas posiciones de poder, terminan convirtiéndose en víctimas del sistema patriarcal. “Si una de nosotras hubiera sido hombre, nos habrían casado y seríamos el matrimonio perfecto”, dice el personaje de María Estuardo, en la voz de Jimena Lindo en uno de los momentos más conmovedores de la obra.
“Acá no existe la sororidad”, comenta Ísola sobre la crueldad que se ejerce entre las mujeres de esta historia. “Los mandatos te impiden mostrar sororidad –complementa Alejandra Guerra–. Eso solo ocurre cuando una de ellas está soñando, en la fantasía. Porque en la realidad están atadas al patriarcado: una completamente dominada por los hombres y la otra completamente desprovista de hombres”.
Fiel al estilo de Maraini, “María Estuardo” exhibe un fuerte componente sexual y una violencia por ratos descarnada. “Eso es algo constante en toda esa generación de escritoras y escritores italianos que salió de la guerra y que vivió toda la violencia de los años 70″, explica Ísola en referencia a figuras como Alberto Moravia o Pier Paolo Pasolini, quienes fueron muy cercanos a la autora.
Y como trasfondo de ese duelo de reinas, hay otras confrontaciones de interés: Inglaterra versus Escocia, catolicismo versus protestantismo, etc. “Si bien es una obra histórica, no quería que hubiera demasiadas referencias, las hemos limitado a lo más específico”, afirma el director, quien también incluye detalles que rompen el rigor temporal –teléfonos y radios que irrumpen sin mayor explicación, canciones de los Rolling Stones o los Sex Pistols que conviven con música isabelina– para redondear una de las obras imprescindibles de la temporada.
“María Estuardo” se exhibirá hasta el 8 de diciembre en el Icpna de Miraflores. Las entradas están a la venta en la plataforma Joinnus.com.
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